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Policía sacará a 300 pandilleros de las calles de Bogotá

En prueba piloto se les ofrecerán empleos y ayuda contra adicciones. Los demás serán combatidos.

UNIDAD INVESTIGATIVA
‘SITP’. Así se llamaba la pandilla de menores de edad que venía atracando ciudadanos en los recorridos de los buses del Sistema Integrado de Transporte (SITP) que cruzan por el barrio Samper Mendoza, centro de Bogotá.
El ‘Negro Simón’, de apenas 16 años, era el cabecilla y al igual que los demás miembros de su pandilla, amenazaba a sus víctimas con armas blancas.
‘Los Chanchitos’ se dedicaban al hurto de celulares en la localidad de Kennedy y una de sus integrantes, menor de 15 años, está involucrada en porte ilegal de armas.
Según información de la Policía Metropolitana de Bogotá, cada dos horas cae un menor en manos de las autoridades por consumir drogas, atracar en buses, protagonizar riñas a navajazos, vender marihuana, cocaína y basuco o realizar actos de vandalismo.
En lo que va del año, 3.378 adolescentes han sido aprehendidos en flagrancia y, además de la ‘SITP’ y de ‘los Chanchitos’, las autoridades han desarticulado otras cuatro pandillas que ejercían control en las localidades con mayores índices de inseguridad. En la estación de TransMilenio 21 Ángeles, de Suba, actuaban ‘los Angelitos’; ‘los Kamikazes’ atracaban a taxistas en la localidad de Uribe Uribe y en Ciudad Bolívar el terror lo sembraban varios muchachos de la pandilla ‘Arborizada Alta’.
En los estratos 5 y 6 el modelo es prácticamente el mismo. Grupos delincuenciales de muchachos de familias adineradas manejan el negocio de las chiquitecas y el de los piques con carros de alta gama.
Cifras conservadoras estiman que cerca de 5.000 adolescentes de todo Bogotá pertenecen a este tipo de estructuras que, en algunos casos, terminan convertidas en las divisiones inferiores del crimen organizado al ser instrumentalizadas por bandas criminales que actúan en Bogotá: ‘los Boyacos’, ‘los Paisas’, ‘los de la Oficina’, ‘los del Hueco’, ‘los Lunes’, ‘los Peganteros’, ‘la LDH’, y ‘los Doguis’.
TIPS, la nueva ‘arma’
La receta clásicas para enfrentar a las pandillas es la de aprehender a los infractores y enviarlos a uno de los siete centros de entrenamiento preventivo que hay en la ciudad; o a una Unidad Permanente de Justicia (UPJ), por 24 horas.
Pero el director de la Policía Metropolitana de Bogotá, general Hoover Penilla, va a empezar a utilizar una nueva ‘arma’: el TIPS o Tratamiento Integral de Pandillas que ya se puso a prueba en Cali con resultados positivos.
En alianza con la Secretaría de Seguridad de la Alcaldía Mayor, el Ministerio de Trabajo y el Sena, Penilla le está apostando a desvincular del hampa a 300 pandilleros que operan en las localidades de Suba, Ciudad Bolívar, Kennedy y La Candelaria.
La propuesta pareciera fácil: a cambio de que, el próximo 29 de noviembre, entreguen sus armas, se les ofrecerá desde un empleo hasta ayuda para combatir las adicciones.
La llamada Feria de Oportunidades también contempla que reciban apoyo psicológico, entrenamiento en oficios varios en el Sena y participación en el programa de Mi Primer Empleo, impulsado por la cartera de Trabajo.
La gama de ofertas surgió luego de que 13 hombres de inteligencia de la Metropolitana se sumergieron durante 18 meses en esos grupos para identificar cabecillas y actividades al margen de la ley pero también problemáticas y necesidades.
En esa labor, conocida como inteligencia abierta, los policías de civil hicieron acercamientos con líderes y con exfuncionarios de la Alcaldía que han logrado tejer vínculos con estos grupos, a pesar de la peligrosidad de algunos.
“Nos metimos sin uniforme, de frente, sin ocultarles que somos policías. Hablamos con ellos de tú a tú, tratando de crear un puente, una relación. También estuvimos con abuelas, mamás y nos ayudaron gestores que trabajan en las zonas”, explicó un oficial.
Luego, los muchachos se empezaron a acercar voluntariamente a la Policía.
“El diagnóstico es que algunos jóvenes terminan de pandilleros por falta de oportunidades, mal manejo del tiempo libre, adicciones y familias disfuncionales. Eso explica por qué los índices de contravenciones se disparan en temporadas de desescolarización”, explica el uniformado.
Y advierte que los jóvenes han manifestado estar dispuestos a desvincularse de esas organizaciones a cambio de ayuda estatal y de apoyo privado.
El plan B
El principal reto es arrancarles esos niños a las estructuras que los usan como correos de droga ilícitas, armas y dinero.
Las más conocidas y peligrosas son ‘los Chuchos’, en Usaquén; ‘la de Luz Marina y de Camilo’, en Kennedy; ‘la de Elkin’ y ‘la de Luis Arévalo’, en Bosa; ‘la del Quindío’, en San Cristóbal y ‘la de Bernabé’, en Ciudad Bolívar.
También se los quiere alejar de las 131 ollas, 471 expendios satélites y 401 puntos de consumo de alucinógenos vecinos a colegios públicos y privados.
“No queremos que se repitan las escenas que el país vio tras la toma del llamado ‘Bronx’. Vamos a llegar con alternativas sociales integrales”, asegura otro de los oficiales.
De hecho, ya hicieron contacto con las pandillas que manejaban las redes sociales a través de las cuales lo llamados ‘ganchos’ del ‘Bronx’ atraían menores para prostituirlos: ‘Solo Bronx’, ‘la L’ y ‘la 15’.
En la institución tienen la convicción de que los 300 muchachos que han contactado les cumplirán la cita del 29 de noviembre.
La entrega de armas, en la que se espera recibir desde cuchillos hasta changones, será precedida por un concierto de varios grupos de hip hop organizado por los propios jóvenes.
Lo que se busca es ganarle la carrera a la judicialización a través de la prevención y en este campo ya están caminando mesas de trabajo con barristas de zonas como Chapinero.
Pero también hay un plan B para los grupos que ya pasaron los límites de la pandilla y, con menos de 18 años, se han convertido en violadores, asesinos y secuestradores.
Si bien la ley prohíbe judicializarlos por concierto para delinquir y anotarles antecedentes, en asocio con la Fiscalía y la Alcaldía, la Metropolitana prepara la desarticulación de tres grandes organizaciones que tienen aterrorizadas a varios sectores. Una de ellas es la ‘Banda Extrema de Ratas’ (BXRS) de Usme.
Las divisiones juveniles
Las autoridades tienen identificados los diferentes eslabones por los que pasa un joven antes de convertirse en miembro de alguna banda criminal.
Parches: grupos de adolescentes entre 11 y 13 años, ocupan esquinas y parques. No delinquen ni tienen control territorial, pero consumen drogas.
Combos: grupos estructurados, con líderes definidos y territorio. Usan armas blancas en riñas.
Pandillas: atracan, venden drogas y se ponen al servicio de bandas delincuenciales para generar recursos. Son las ligas menores del crimen organizado.
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