Diez comerciantes madrugaron hoy a protestar, tres de ellos encadenados, contra el decreto que cambió la rumba manizaleña desde el pasado mes de agosto, porque acabó con los remates en el vecino municipio de Villamaría (Caldas).
La restricción en el horario de funcionamiento de establecimientos de entretenimiento nocturno ha dejado, según los manifestantes, a 200 personas sin empleo. Por eso exigen que el alcalde de la población, Juan Alejandro Holguín, derogue la medida y, como estrategia de presión, se declararon en huelga de hambre indefinida.
Elizabeth Restrepo asegura, prendida del palacio municipal por una cadena, que su negocio “se fue a pique”. Señala que las ganancias de los últimos meses “no dan ni para comprar mi insulina”, hormona que se debe aplicar con inyecciones periódicas porque sufre de diabetes.
En palabras del vocero de los comerciantes, Jorge Quiceno, “lo que queremos es que el alcalde reflexione” y plantea que “lo que hace falta son estrategias de seguridad”.
Por su parte, Holguín insiste en que “somos respetuosos de las protestas de nuestros ciudadanos”, pero también enfatiza en que “seguiremos firmes con el decreto”. En su opinión, la reducción en las cifras de homicidios y lesiones personales desde que se implantó la restricción horaria le da la razón.
El mandatario local argumentó que los comerciantes han fracasado al intentar que la justicia se pronuncie en contra de la medida y las demandas, por el contrario, han sido falladas a favor de la administración municipal.
El decreto que reguló los horarios de la rumba en Villamaría hace parte de un paquete de medidas para prevenir y reducir las cifras de lesiones personales y homicidios, además del consumo de drogas ilícitas en su jurisdicción.
VILLAMARÍA (CALDAS)