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Con Trump, el Partido Republicano terminó dividido en tres

Si el Partido Republicano salió maltratado de las elecciones presidenciales del 2012, esta campaña del 2016 lo ha dejado en estado delicado y con un futuro incierto.
El centro del conflicto, por supuesto, es Donald Trump, el presidente electo que emergió de las elecciones primarias con el respaldo de millones de seguidores que les dieron la espalda a otros 16 aspirantes que se identificaban más con la esencia del establecimiento republicano y, además, en la mayoría de los casos, contaba con un recorrido político.
A lo largo de la carrera, ese centenario establecimiento hizo hasta lo imposible por cerrarle el camino al magnate, lo cual dejó profundos resentimientos entre su base electoral, que ahora lo acusa de haber traicionado al elegido por el pueblo.
En la práctica, eso se traduce en que los republicanos han quedado divididos en tres facciones muy distintas, y hasta opuestas, frente a muchos temas en los que antes había cierto consenso.
Por un lado están los republicanos moderados, el componente clásico del partido fundado en 1854, de ideales conservadores y hasta ahora encargado de la dirección de la colectividad.
Luego están los conservadores de línea dura surgidos en las elecciones del 2010 bajo el paraguas del llamado Tea Party y que se caracterizan por su posición nacionalista y cuyo máximo representante es el senador por el estado de Texas, Ted Cruz.
Fue este segmento el que le hizo la vida imposible al expresidente de la Cámara de Representantes John Boehner –al punto de forzar su renuncia– y el que movió al partido aún más hacia la derecha.
Y ahora surge el ‘Trumpismo’, personas desencantadas con el establecimiento republicano y que se identifican con el mensaje antilibre comercio y antiinmigración que defendió el multimillonario a lo largo de la polarizada campaña electoral.
Panorama poco claro
“Lo que se viene de ahora en adelante de cara a las elecciones legislativas del 2018 y las presidenciales del 2020 es todo un baño de sangre entre las tres facciones del partido”, afirmó el analista político republicano John Weaver. Este escenario, sin embargo, era más acertado frente a una derrota de Trump.
El instinto natural del establecimiento habría sido responsabilizar al magnate de una eventual derrota en las urnas y justificar con ello la enorme oposición que se le hizo.
Bajo los presupuestos de esa idea, estos republicanos –representados de cierta manera por el actual presidente de la Cámara, Paul Ryan– intentarían reorientar al partido del elefante hacia un eje más tradicional como el único camino viable si es que desean volver a tener el poder algún día. Pero con el triunfo de Trump, el 'Trumpismo' gana fuerza frente a los sectores más tradicionales del Partido Republicano.
Incluso, girar hacia el centro, un camino que parecía necesario, pues si algo les dejó claro la derrota del 2012 es que el partido debe responder a los cambios demográficos de un país donde ahora pesan más los hispanos, los jóvenes y las minorías étnicas e ideológicas, ahora no es tan claro. Ese camino, por lógico que pareciera, era bastante complicado.
En primer lugar, porque para los seguidores de Trump una derrota solo se habría explicado por la falta de apoyo de los líderes del partido y quienes los representan. Y lo más probable es que intenten cobrarse esa traición eligiendo a partidarios de Donald Trump en las legislativas del 2018, lo cual enredaría aún más la precaria gobernabilidad que ya existe en la Cámara de Representantes.
Futuro de los republicanos con Trump
Y es que si algo dejó sentado el magnate en esta campaña es que con él las cosas son ‘ojo por ojo’. De hecho, ya se habla de todo un “movimiento político” pro Trump cuyo fin sería tomarse el partido.
Y para las elecciones presidenciales del 2020, las cosas lucen igual o peor de sombrías.
Dado que la nominación del candidato a la Casa Blanca se define en las primarias, será la base del partido la que vuelva a elegir. Esto lo que sugiere es que el Partido Republicano se movería aún más a la derecha y por la senda intolerante y xenófoba que ha marcado Donald Trump.
“Hay una crisis existencial que amenaza al partido. Algunos candidatos y congresistas querrán tomar el camino de Trump, porque ven en este una victoria a corto plazo. Pero es un camino que alienará a la gente joven y a las minorías. Y si esa facción gana, el partido que conocemos morirá”, afirma Tim Miller, quien fue asesor del exprecandidato republicano Jeb Bush y otros en el partido.
Los próximos días, y en particular los movimientos que haga el presidente electo Donald Trump, serán claves para determinar si ese es el futuro que le espera a una de las instituciones más sólidas que ha tenido Estados Unidos en casi 250 años de democracia.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
En twitter: @sergom68
Washington
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