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La muerte de un valiente

Tras la muerte de Ronald Ramírez, el sentimiento de impotencia y falta de justicia se generalizó.

EDITORIAL
Otra dolorosa tragedia con arma blanca en Bogotá. La triste lista es larga, pero no debería crecer más, pues ya es una desgracia que avergüenza como muestra de degradación social y desamparo.
El infortunio le tocó a Ronald Reynaldo Ramírez, un valeroso ciudadano de 30 años, lleno de sueños y que deja tres hijos, quien regresaba del trabajo en un bus de Sistema Integrado de Transporte Público (SITP). Pagó con su vida el coraje de defender a una mujer que era acosada sexualmente y humillada por José Álvaro Ibáñez, según las versiones policiales, por el terrible motivo de que ella le ganó al tomar un asiento libre.
Ante el vejamen, Ronald le alegó respeto a la dama. Esa acción, que debió ser motivo de solidaridad de los demás, y que debe serlo para rendirle honores póstumos al valor civil, fue el detonante para que Ibáñez sacara un cuchillo y lo hiriera de muerte.
Es que “en esta ciudad no se sabe qué clase de persona le está rozando la espalda en el bus. Es mejor quedarse callado ante las injusticias. Ni siquiera se le puede decir a una persona que ceda el puesto a un adulto mayor sin recibir insultos”, expresó, desde su dolor, una tía de Ronald.
Por desgracia, puede tener razón. Ese sentimiento de impotencia, de temor, de soledad y falta de justicia se ha generalizado, no obstante los esfuerzos policiales, que, justo es reconocerlo, cada día logran someter a muchos delincuentes.
Pero la justicia es un componente vital. No se entiende cómo el presunto asesino, que paga condena por homicidio con beneficio de casa por cárcel y tiene antecedentes por haber matado a siete personas, estaba libre, cuchillo en pretina, con permiso para trabajar otorgado por un juez. ¿No era un peligro para la sociedad?
Toca pensar, otra vez, si no es hora de penalizar el porte de armas blancas, que causan la muerte de más de 2.300 personas al año en Colombia y dejan más de 13.000 heridas. Solo este año, en TransMilenio van 2.600 decomisadas.
Hay una enorme tarea para el Poder Legislativo y el Judicial. Se trata de defender la vida de la gente. Que esta nueva muerte no sea en vano y que no quede impune. Los testigos deben acudir, pues Ronald dio el ejemplo.
editorial@eltiempo.com
EDITORIAL
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