El campamento por la paz, que completa hoy 28 días en la Plaza de Bolívar, recibió el martes una visita especial de la embajada de Alemania en Colombia. Hacia el mediodía comenzaron a asar las típicas salchichas de ese país, poco antes de que llegaran el embajador, Michael Bock; el comisionado alemán para el proceso de paz con las Farc, Tom Koenigs, y Dieter Lamlé, director para América Latina del Ministerio de Relaciones Exteriores alemán.
El encuentro de los diplomáticos con los integrantes del campamento tuvo lugar alrededor de una mandala por la paz, representación simbólica que artistas elaboraron en el suelo de la Plaza de Bolívar y que entre sus formas azules y rojas mantiene flores y cuatro velas encendidas.
Ese se ha convertido en el centro del campamento, en el lugar propicio para las reuniones y asambleas de los campistas. Allí presentaron a los diplomáticos su iniciativa y las razones por las que, inicialmente siete personas decidieron acampar para manifestar su deseo de que se mantenga el cese del fuego y de hostilidades y se destraben los acuerdos con las Farc tras la victoria del 'No' en el plebiscito del 2 de octubre. Ya hay 92 carpas en la Plaza de Bolívar y al menos 400 personas.
Con himno propio
Esa 'Colombia chiquita', como la llaman, ha alcanzado un nivel de organización tal, que tiene líderes visibles y su propio himno, que como en todo acto protocolario, cantaron. Un joven guitarrista pregonó: "¡Invitamos a los campistas a sumarnos con este canto colectivo, estamos acá desde la Plaza de Bolívar para sumar nuestras voces!” y en seguida un coro de una veintena de personas se unió al canto: “Que viva, que viva la paz”.
La canción es el producto de una noche de desvelo de cuatro músicos que se conocieron en el campamento y sin tenerlo planeado unieron sus voces a un par de acordes para dar armonía a esta iniciativa ciudadana por la paz. Se han encontrado desde diferentes géneros como el Hip Hop o lo que uno de ellos, Estaban Henao, denomina “canción propuesta”.
“No canción protesta sino propuesta, queremos proponer las cosas positivas que nos unan”, afirma el joven.
Con su himno le cantan al Gobierno para decirle que el pueblo está unido y, a las Farc, para manifestarles que están dispuestos a perdonar. “¿Tu a qué viniste dispuesto hermano?, yo vine dispuesto a dar mi corazón”, entonan en su himno. En el círculo de aplausos y sonrisas también se unían los representantes de la Embajada Alemana, siguiendo el ritmo con sus pies.
"Bienvenidos, este símbolo se va a seguir fortaleciendo (…) con música, con arte, haciendo pedagogía de los acuerdos, vigilias en las noches y creando un espíritu congregador alrededor de estos símbolos. Esa es la manera en que la ciudadanía se manifiesta pacíficamente", fueron las palabras con las que recibieron a los diplomáticos.
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Tom Koenigs, comisionado de Alemania para el proceso de paz, indicó que se alegraba de acompañar una iniciativa que había visto por televisión. “Estamos escuchando tanto de los del ‘No’ y pensamos ¿y dónde están los del ‘Sí’, dónde está el pueblo? Por eso nos alegró de sobremanera ver que hay activistas que quieren que haya un acuerdo de paz ya. Eso nos junta”.
Con un aplauso silencioso, quienes estaban congregados agitaban las manos para no interrumpir. Celebraban las palabras del representante alemán que indicó que el proceso de paz es “ejemplar”, al basarse en la vivencia de las víctimas y que se ha convertido en una esperanza para los europeos.
El embajador Michael Bock fue de pocas palabras y solo agregó que cree que “todos quieren la paz, los del ‘Sí’ y los del ‘No’. También los que están en la Habana, en la selva o en el monte” y les deseó lo mejor a los campistas. Dieter Lamlé señaló que tras una visita a Norte de Santander para conocer la situación en el territorio, “porque allí se construye la paz y no solo en las grandes ciudades”, se llevaron una impresión: “la mayoría quiere la paz, como Alemania”.
Para quienes impulsan el campamento por la paz esta iniciativa es un ejercicio de presión y a su vez de apoyo a los acuerdos con las Farc. Creen que la visita de estos representantes de la comunidad internacional representa un “aliento” y un “espaldarazo” a su clamor de “paz ahora, paz ya” que los hará tener la Plaza de Bolívar como su casa hasta que los acuerdos estén firmados.
Y como en toda ceremonia, esta también tuvo un intermedio musical que acompañó al son de la tambora Vicente González, un indígena guajiro que vino desde Córdoba y saludó con su “cariño, corazón, palabra y pensamiento” en español y en su dialecto.
Como en un recorrido por el país mostró a los representantes europeos los sonidos de Colombia con la cumbia, el fandango, la puya y el mapalé. González venía de la Universidad Indígena Intercultural de Colombia – Unicjao-, que en apoyo de la paz usa como herramienta la educación.
“Venimos del resguardo Zenú del alto San Jorge en el sur de Córdoba, que ha sido fuertemente golpeado por la violencia, por los grupos armados que nos han desplazado” agregó Wilman Martínez, estudiante de medicina que acompañaba a González.
Los acompañan militares víctimas
Como ellos que viajaron desde Córdoba, un grupo de siete personas, entre ellas cinco militares víctimas de minas antipersona viajaron desde Medellín el 21 de Octubre y solo hasta el viernes pasado llegaron a la Plaza de Bolívar. Ahora tienen un campamento adjunto en el que defienden una petición particular: que se restituyan los derechos de las víctimas del conflicto de la reserva de la fuerza pública. Ellos también aprovecharon la oportunidad para saludar al embajador alemán y manifestarle su deseo de paz.
“Hemos traído salchichas”, anunció el enviado de Alemania para el proceso de paz, Koenigs, y con él todos se dirigieron a una carpa que había instalado la Embajada para compartir sus típicas salchichas con quienes completan casi un mes acampando.
“Ellos están luchando por la paz, nosotros también (…) para nosotros es muy importante que la paz llegue porque sin paz no hay estabilidad y sin estabilidad no hay desarrollo. Una iniciativa que tiene como meta establecer la paz es una buena iniciativa”, indicó Dieter Lamlé.
En los últimos días “se vino el aguacero”, pero el frío, la lluvia y la brisa solo han podido tumbar las carpas. No la firmeza y voluntad de los campistas.
ANDREA MANTILLA
Escuela Multimedia de EL TIEMPO