Aclaro que de Bob Dylan solo me gustan las canciones Mr. Tambourine Man y Blowin’ in the Wind, lo que sí me encanta es el reconocimiento de la academia sueca a este cantautor estadounidense por varias razones.
Para empezar, estoy convencido de que los músicos vivimos de la rima, ya sea esta rima con letra o solo sea ella un estribillo instrumental, todas las músicas del planeta dependen de la rima, sin excepción. El premio Nobel de Literatura no se lo dieron por ser músico, pero este galardón reconoce claramente a la música como un vehículo para la literatura, mas específicamente para la poesía.
En segundo lugar, es obvio que Dylan se hace merecedor de este premio principalmente por las letras escritas en los años 60, por lo que de paso se premia a esa generación histórica que cambió el rumbo de la humanidad, especialmente a través de sus cantos de amor y paz. Su trabajo musical posterior a esta década no ha sido tan relevante como las canciones que mencioné al comienzo del artículo.
De hecho, últimamente se ha dedicado a grabar arreglos tipo viejoteca (oldies), de canciones que Frank Sinatra llevó a la fama, sin tener que escribir un solo verso nuevo.
En tercer lugar, me gusta el hecho de que Dylan no dependa de no envejecer para seguir cantando, como sí les pasa a muchos solistas que ven la música como una transacción monetaria y no maduran en sus carreras. Ahora bien, su voz actual no es la de hace 60 años y en concierto a veces recurre a recitar, o cantihablar, las melodías de su repertorio.
En los aplausos del público se percibe algo de perplejidad, ya que hoy no recibe una ovación cerrada sino una escueta llovizna de palmas débiles de la audiencia. Por eso, me atrevo a interpretar el premio como un reconocimiento a la constancia de un artesano de canciones, o quizás al derecho que tienen los mayores de seguir activos en la vida, aunque se me ocurre que los últimos discos de Bob Dylan son más apropiados para escuchar en un apacible geriátrico californiano.
Por último, el premio cae en manos de un personaje que le da poca importancia a estos alborotos, pero le sugiero recibirlo por el alto impacto que este Nobel tendrá en un oficio históricamente menospreciado por muchas culturas del orbe, entre ellas la nuestra.
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ÓSCAR ACEVEDO