Lograr un buen desempeño laboral y disfrutar una vida placentera parecen nunca ir de la mano. Sin embargo, el balance entre el éxito profesional y la felicidad personal no solo pueden sino que deben lograrse, puesto que traen asociados numerosos beneficios para los empleados y para los empleadores.
Para empezar, la productividad del empleado disminuye cuando las jornadas laborales son largas y extenuantes: los niveles de concentración demuestran su máxima productividad durante las primeras 4 horas de trabajo, momento después del cual comienza a mermar. Jornadas de trabajo reducidas y altamente productivas se traducen en empleados felices, que alcanzan sus objetivos y disfrutan también de su vida privada.
Además, los empleados felices no se estresan y por ende, no se enferman tanto, lo cual se traduce en menos ausentismo: evitar licencias e incapacidades por enfermedad es saludable para los empleados y beneficioso para los empleadores.
Promover un ambiente de trabajo abierto y distendido también aumenta la concentración de los empleados. Realizar pausas activas de manera frecuente, mantener una alimentación saludable y ambientes libres de humo son buenas prácticas laborales también contribuyen con el bienestar personal.
No hay que olvidar que es responsabilidad del empleador mantener los espacios saludables, libres de contaminación física y emocional. Poder identificar situaciones tóxicas y actuar para mejorarlas es tarea de los profesionales de la salud ocupacional. Existen numerosos programas de formación de salud ocupacional que pueden ayudarle a hacer la diferencia en su empresa. Conozca y consulte la oferta académica existente para esta área en los diferentes portales online que le van a permitir seleccionar la mejor opción para el bienestar de su recurso humano.