Si hablamos de dureza, seguramente se nos viene a la mente uno de los minerales más deseados del mundo, el diamante. Desde la antigüedad, esta y otras propiedades han hecho de él un material muy apreciado, pues además de ser el rey en las vitrinas de las joyerías, tiene múltiples aplicaciones industriales en herramientas de corte y pulido e, incluso, en tecnologías electrónicas debido a sus propiedades semiconductoras.
Su mismo nombre –cuyo significado proviene de la denominación “invencible”– ya deja entrever una de las características principales de esta forma cristalina del carbono, su gran resistencia a ser rayado, por lo cual puede mantener su superficie bien pulida a pesar de agentes externos.
Existen, sin embargo, otros materiales que pueden superar en dureza al diamante. Entre ellos, la lonsdaleíta, encontrada hace medio siglo en pequeños cristales en la zona del cráter Barringer, en Arizona, causado por un impacto meteórico hace 50.000 años.
En realidad, este material es muy similar a un diamante, pero con una configuración bastante desordenada, una especie de “diamante defectuoso”, con una estructura cristalina aplastada, que se forma naturalmente por condiciones extremas de presión y temperatura, como el impacto de meteoritos ricos en grafito.
La lonsdaleíta –que debe su nombre a la científica cristalógrafa Kathleen Lonsdale– ha sido usada justamente como indicador para cráteres de impacto.
Pero si queremos encontrar cosas realmente duras, tal vez las estrellas de neutrones sean el mejor ejemplo. Estos son objetos muy densos que se forman por el colapso final de una estrella con bastante masa, cuando agota las reservas de combustible y se derrumba sobre sí misma como un castillo de naipes debido a la gravedad.
La contracción de la estrella y sus condiciones extremas, incluida una altísima presión y temperatura (varios millones de grados), hacen que los protones y los electrones se “unan” y formen neutrones.
La estrella puede quedar reducida al tamaño de una ciudad como Bogotá, pero con una densidad tan elevada que haría que una cucharadita del material pesara cien millones de toneladas. El cascarón externo de la estrella de neutrones soporta presiones mil millones de veces superiores a las del diamante.
SANTIAGO VARGAS
Ph. D. en astrofísica, profesor investigador del Observatorio Astronómico de la U. Nacional.