El matrimonio de Jim Amaral y Olga de Amaral ya supera los 50 años. También son artistas, pero a pesar de que exponen juntos, llevan dos procesos distintos.
“Nos hacemos buena compañía. Siempre es un placer exponer con grandes artistas”, bromean, a propósito de su más reciente muestra, ‘Estados presentes’, que se inauguró en Casa Cano.
Decidieron mostrarle al público piezas de sus trabajos más recientes y otras de décadas pasadas. Como un par de pinturas hechas por él en la década de los 80, época que se caracterizó por el trabajo con la pintura acrílica y el óleo.
De los 80 quedó Frutos del duelo, una serie cuyo manejo del color se contrapone al de sus piezas bidimensionales más recientes, hechas en acuarela.
En Caleidoscopios, combina colores vivos en una especie de “manuscritos imaginarios”. Él, que es conocido por sus esculturas en bronce, varias ubicadas en el espacio público de Bogotá, es un hombre silencioso, pensativo, que por medio de sus obras revela (pero no del todo) su mundo interior. De esas esculturas se pueden ver algunas de principios del 2000, que son figuras sin rostro.
Y por primera vez, explica Valentina Amaral, nieta de los artistas y que trabaja con ellos, se exhibe un proyecto que Olga de Amaral hizo a comienzos del 2000: NN. Los muertos sin identificar que salían tanto en los periódicos como en TV en esa década la llevaron a concebir esta obra.
Según Valentina Amaral, “alude visualmente a los entierros verticales que se encuentran en el campo colombiano, donde las tumbas están una encima de la otra. Estos cementerios, vistos de frente, establecen una grilla de piedra”.
Son nueve piezas cuadradas, organizadas en tres filas y hechas con arcilla y yeso. En el medio hay huellas de pasos cubiertos en hojilla de oro.
Los Amaral, con décadas de experiencia y vigentes, tienen autoridad para hablarles a las nuevas generaciones de artistas. Y lo hacen con consejos sinceros: “Persigan las curiosidades que sienten como creadores. Sean consecuentes con su forma de descubrirse. Encuentren su lenguaje. El silencio es importante y la disciplina es esencial”, dice Olga de Amaral.
Su esposo recomienda que no estudien bellas artes: “Estudien algo bien estructurado, como ingeniería, arquitectura, filosofía. Si finalmente sigue la necesidad de expresarse visualmente, empiecen. La búsqueda del idioma creativo se desarrolla con la necesidad de expresarse. Si uno tiene ese ‘castigo’ creativo, este encuentra cómo manifestarse”. Que así sea.
¿Dónde y cuándo?
Casa Cano. Carrera 7.ª A n.° 69-45, Bogotá. Hasta finales de noviembre. El 28, el 29 y el 30 de octubre se abrirá hasta las 10 p. m. Inf.: 312-6008.
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