El Valle del Cauca huele a piña y a papaya, olor que ya traspasa las fronteras. En este departamento, los empresarios la tienen clara; no se trata de desplazar la caña de azúcar, sino de sembrar lo que resulte más productivo, según el sitio. Solo en piña hay 20.000 hectáreas. Costa Rica, país del que se ha importado el paquete tecnológico y que les lleva una ventaja de 10 años en el desarrollo de este cultivo, tiene 35.000.
“Hay zonas que en caña producen 70 u 80 toneladas por hectárea y en piña 120. Esos son los predios que deberíamos pensar en reconvertir. La zona de Santander de Quilichao, en el norte del Cauca; Jamundí, en el Valle, es mediocre en caña, pero fabulosa en piña. Tenemos que comenzar a impulsar lo que se dé mejor en cada sitio”, dice Francisco José Lourido, presidente de la Sociedad de Agricultores y Ganaderos del Valle (SAG).
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Con la crisis de sector petrolero, quedó evidenciado que el Valle no es sensible a ese fenómeno; el 95 por ciento de las exportaciones de este departamento no son tradicionales y el 6 por ciento de esas exportaciones trae el 30 por ciento de los dólares a esta región.
“Se necesita una mirada prospectiva, no de adelgazar un sector para engordar otros”, dice el catedrático de la Universidad del Valle Tulio Ferney Silva.
Una de las apuestas de la industria para afianzar su crecimiento es el sector frutícola. Y el valle geográfico del río Cauca ofrece buenas oportunidades para la piña. Por fuera, 150 gramos de esta fruta se comercializan en cuatro dólares; aquí, con ese dinero se pueden comprar tres unidades.
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“En Puerto Tejada, Villarrica, Padilla, Corinto, Caloto, Santander de Quilichao (norte del Cauca) se pueden concentrar unas 15.000 o 20.000 hectáreas aptas para piña; en las fincas donde se ha sembrado se ha dado de forma satisfactoria y con calidad. Alrededor del piedemonte de las cordilleras Central y Occidental se pueden encontrar buenos suelos, bien drenados; se pueden contar unas 5.000 o 10.000 hectáreas, lo que le daría un potencial a la piña de entre 20.000 y 30.000 hectáreas en toda esta parte del valle geográfico del río Cauca comprendido entre el norte del Cauca y el Valle”, dice Gustavo Barona, gerente de Castilla Agrícola, de la Organización Riopaila Castilla.
“Esto no generaría competencia para la caña. Son áreas donde no se da bien. Nos haría competitivos y se crearía una verdadera logística y una cultura de exportación de piña en fresco para el mundo”, señala Barona.
En el Valle del Cauca hay 30.000 hectáreas dedicadas al cultivo de frutales, pocas si se compara con las 280.000 sembradas en Chile que les generan 6.000 millones de dólares en exportaciones.
Bengala Agrícola, empresa de la Organización Riopaila Castilla, proyecta contar con 800 hectáreas sembradas de piña oro miel el próximo año y en el 2019 llegar a las 1.200 hectáreas. En la actualidad dispone de 500. Entre tanto, el mundo demanda piña, y en Europa el consumo registra un crecimiento anual del 23 por ciento; en Estados Unidos, del 18 por ciento, y en Colombia sigue en aumento. En los últimos dos años ya tuvo un crecimiento del 100 por ciento.
Bengala Agrícola espera producir 23.000 toneladas al cierre de este año y el 50 por ciento se irá a los mercados internacionales. A finales del año pasado empezó a despachar desde Buenaventura su piña sin procesar. Para el 2017 proyecta producir 32.000 toneladas: 65 por ciento para exportación, 25 por ciento, para abastecer el mercado interno y el otro 10 por ciento se industrializará. Para darle más salida a esta fruta se piensa en pulpas, trozos y bases para helados y galletería. Se espera que este mes entre en operación su planta de industrialización.
Otra empresa fuerte en exportación es Olmué, que despacha a 12 países piña con valor agregado, en rodajas y trazas congeladas, en cuadritos y en proceso escalado para que no manche el queso ni el jamón como lo demanda la industria de la pizza.
Otros jugadores como Fructificar también apuestan por la piña. En Zarzal, norte del Valle, ya tienen 70 hectáreas sembradas.
“El proceso frutícola es uno de los filones que no solo genera riqueza, divisas, sino empleo; una hectárea de uva ocupa cuatro trabajadores permanentes por hectárea; la piña uno permanente por hectárea, la del limón igual; los frutales pueden dar entre uno y cuatro empleos permanentes. Estos son productos que nos pueden dar un jalonamiento importante, y más ahora, cuando hay tranquilidad para poder trabajar en el campo. Hay que cambiar el chip. Que no solo se vea a los cultivos tradicionales como opción”, dice Lourido.
En el caso del Grupo Grajales, que produce 1.500 toneladas mensuales de fruta, la estrella es la papaya, su mayor fuente de ingresos, pero también es fuerte en melón, maracuyá, piña, sandía, carambolo, guayaba, guanábana y uva. El producto fresco es para consumo interno y la pulpa congelada, a través de Fresko, va a los mercados de Chile, Estados Unidos, Alemania y España.
En la actualidad construyen una empacadora para el aguacate hass que se exportará a Chile y Estados Unidos y otra para vender melón a Europa, Argentina y Chile. Se prevé exportar el producto en fresco.
La Asociación de Productores y Comercializadores Hortifrutícolas de Colombia (Aprocol), que cuenta con 127 asociados, ya ha exportado 20 contenedores de papaya y en el municipio de La Victoria, norte del Valle, montará una planta de acopio en 2.500 metros cuadrados.
“Tenemos grandes oportunidades, pero también grandes retos. Este sector es capaz de jalonar el desarrollo del país. Faltarían manos para trabajar, las oportunidades son inmensas. Pero demanda investigación, tecnología, mano de obra, empaquetado, etiquetado, avanzar en el tema fitosanitario y aduanero, de logística, de cadena del frío en puertos, fletes aéreos. El país no reacciona a la velocidad que debería hacerlo. No se mueve a la velocidad del sector privado”, dice Luis Felipe Bocanegra, director de Aprocol.
Impulso a hortalizas
En el valle geográfico del río Cauca, que siempre ha tenido una vocación agrícola, junto a las 230.000 hectáreas cultivadas de caña de azúcar empiezan a ganar espacio las frutas, en especial la piña, papaya, melón, mango, aguacate, fresa, cítricos, mora, guayaba, sandía, guanábana, granadilla, lulo, banano, uva y carambolo.
De las 360.747 hectáreas cultivadas en la región, 30.824 están dedicadas a los frutales. En Yumbo, el municipio industrial del departamento y donde hay 100 hectáreas sembradas de uva de mesa, se empezó con 25 junto a la vía Panorama y, además de los frutales, se impulsan las hortalizas. Desde hace un año, Grajales empezó a sacar pimentón, tomate cherry y ají cultivados en invernaderos, y en el municipio de La Cumbre, en el sur del Valle, cuentan con proyectos agroempresariales, que pese a lo pequeños son intensivos. Se tienen 3.000 hectáreas dedicadas a estos cultivos.
Los cultivadores de ají y de tomate de la región están optimistas por la dinámica que generará para este mercado la puesta en marcha de la planta de aderezos, salsas listas para consumir y picantes de Colombina. La construyó en Tuluá, en el centro del Valle, y en ella se invirtieron 20 millones de dólares.
CALI