Cuando publicaron el video escandaloso del futbolista que agredió a puños y patadas a su esposa, los noticieros nacionales, regodeándose, repitieron la reproducción decenas de veces, sin pensar en que una grandísima población de niños en este horario familiar están frente al televisor; me asombré y me indigné como si estuvieran pasando un video porno.
Pero el problema existe, y un autor como Víctor Gaviria no podía dejar de conectarse a esta realidad, que nos pone frente a unos números espeluznantes: solo en Bogotá, en lo que va del año han matado a más de 80 mujeres en casos de violencia intrafamiliar, y en Antioquia y Medellín los casos de feminicidio han llegado a la vergonzosa cifra de 107.
'La mujer del Animal', presentada en el Festival de cine de Toronto, es de las películas más oscuras, más violentas de este poeta de las realidades marginales.
Cuando me encontré con él en el Festicine Kids en Cartagena, después del abrazo surgió naturalmente mi pregunta: “¿Cómo te fue en Toronto?”. “Hermano –contestó–, el público normal aceptó la peli, mientras en la proyección para prensa hubo mucha gente que se levantó de sus asientos y no terminó de verla”.
Es la historia de una mujer joven que escapa de la agresión de su padre para terminar de arrimada donde su hermana, y allí se encuentra con su desgracia, con el hombre, el primo Libardo, el ‘Animal’ un criminal drogadicto que a la fuerza se casa con ella, que la esclaviza, la viola y le va a hacer dos hijos, con la complicidad ausente de su familia y los vecinos. Y solo cuando conoce a otra mujer que el ‘Animal’ tiene encerrada en un rancho robado, Amparo, que se ve reflejada en esta otra víctima, vence su miedo y se libera del yugo del ‘Animal’.
Después de Toronto la película estuvo invitada al nuevo Festival de Roma, en la selección oficial. Y en estos días será proyectada y juzgada por el público, el jurado único de esta fiesta del cine. Me impresionaron unas declaraciones de Víctor: “Durante el casting he hablado con centenares de mujeres de las comunas de invasión, y todas me confiaban sus secretos. El ‘Animal’ parecía multiplicado e invencible... mas una pregunta quedará: ¿por qué no hacemos nada? ¿Por qué yo no hago nada?”.
Salvo Basile