Adolescentes que bailan y cantan en el coliseo, pequeños que disfrazados asumen roles de personajes imaginarios, niños que recogen de una huerta la cebolla y el perejil que semanas atrás sembraron, estudiantes que miran el comportamiento de las bacterias a través de un microscopio, dos más que juegan ajedrez y otros tantos que se divierten con un balón.
Sin importar cuál sea la clase o actividad que se esté desarrollando, en el colegio Theodoro Hertzl, de Medellín, se respira un aire de alegría y tranquilidad. Y a la variedad de actividades que hay para hacer, se suma la diversidad que se vive cada día y que ha permanecido por 70 años de historia en la ciudad.
Este colegio, ubicado en Alto de Las Palmas, fue creado por la comunidad judía que iba llegando a Medellín y buscaba un lugar donde sus hijos fueran formados sin perder sus tradiciones. Sin embargo, desde sus inicios ha brindado educación a niños y niñas de todas las religiones.
Hoy, se constituye como un espacio pluricultural, en el que convergen religiones, idiomas y culturas diferentes, pero unidas por el principio del respeto a la diversidad.
Actualmente, explicó la rectora Nidia Londoño, 470 estudiantes hacen parte del colegio, que más que una institución educativa, es una gran familia en la que todos se conocen y saben el nombre de cada compañero. Del total de estudiantes, alrededor del 77 por ciento pertenece a la religión católica, 10 por ciento a la judía, ocho por ciento a la cristiana y cinco por ciento no profesa ninguna religión.
En el diario compartir con personas que profesan distintas creencias, cada quien tiene su espacio para la reflexión o la oración. Por ello, el colegio cuenta con un rabino y una sinagoga para los niños judíos. Y el componente judío se vive desde la cultura y no desde la religión.
Así, es usual que las fiestas judías se celebren en el colegio, pero siempre aplicando sus significados a la vida cotidiana. Ese intercambio cultural incluye también las tradiciones colombianas y de los demás países de donde provienen muchos alumnos.
Para las familias que pertenecen al Theodoro Hertzl, la experiencia ha sido tan enriquecedora que hoy el colegio tiene una alta demanda, lo que lleva, por ejemplo, a que los cupos hasta 2021 ya estén reservados. Es que difícilmente en Medellín encontrarán un lugar en el que haya tal grado de pluralidad cultural, lo que fomenta mucho la tolerancia y el respeto por el otro.
“Nuestro modelo pedagógico es el ‘Horaa Mutemet’, un término hebreo que significa ‘Educando en la diversidad’. Uno de los valores que más se vive en el colegio es la tolerancia porque desde pequeños ven que todos son diferentes, es natural y cotidiano”, manifestó la rectora.
Además, se trabaja bajo el enfoque de disciplina por convicción y una de las iniciativas más importantes del colegio es ‘Unidos en la diferencia’, la cual es liderada por estudiantes de bachillerato y busca fortalecer las relaciones positivas en el colegio, una herramienta modelo para combatir dificultades como el bullying en las instituciones educativas de la ciudad.
En el ‘Aula taller’, los estudiantes ponen en práctica los conceptos de las matemáticas. Guillermo Ossa / EL TIEMPO |
Contacto constante con la naturaleza
Sus amplios espacios verdes y la presencia de un bosque con múltiples especies de plantas y animales son una de las características del colegio Theodoro Hertzl.
Característica que se ha convertido en una de sus mayores ventajas, pues permite que los estudiantes estén en constante contacto con la naturaleza, al tiempo que tienen la posibilidad de explorar el entorno que les rodea y poner en práctica los conceptos que se trabajan en las distintas clases.
Cada día, los niños de todos los grados pueden recorrer el sendero ecológico, estudiar las plantas y el agua del arroyo.
Asimismo, el colegio cuenta con una huerta en la que los mismos niños, con orientación de un docente, tienen la oportunidad de sembrar distintos alimentos.
Un gran bosque, un arroyo, árboles y plantas diversas, así como una huerta permiten que los estudiantes exploren el entorno a diario. Guillermo Ossa / EL TIEMPO |
Cebolla, perejil, zanahoria, lechuga, rábano, son algunos de los que han sembrado y con los que luego preparan ensaladas para compartir.
La experimentación es clave en los procesos formativos de la institución. Así lo confirmó Julián Aguilar, docente de Ciencias Naturales, quien explicó que generalmente trabajan proyectos con los cuales puedan encontrar soluciones a problemas ambientales.
Actualmente, dijo, adelantan un proyecto de investigación que busca determinar cómo algunas sustancias afectan el crecimiento de distintas plantas aromáticas, para lo cual sembraron sus propias plantas y estudian su comportamiento en distintos ambientes.
Ese es solo un ejemplo de la manera como el colegio aprovecha las riquezas del ambiente en la educación.
Jugar y experimentar para poder aprender
Cabañas de madera en medio de un bosque le dan un aire de cuento mágico al colegio. En su interior, pequeños niños que juegan, cuentan, aprenden los números, se disfrazan e interpretan personajes imaginarios, cantan y pintan. Así son las aulas de clase de los grados Jardín y Preescolar.
El modelo pedagógico con el cual se trabaja en la institución permite que en los grados de los más pequeños haya estaciones para que los niños puedan elegir las actividades que quieren realizar según sus intereses.
Desde los primeros grados, los niños empiezan a descubrir el mundo, sus intereses y habilidades. Guillermo Ossa / EL TIEMPO |
De esta forma, se detectan sus talentos y debilidades, de modo que puedan fortalecerlas. Uno de los principios del colegio es que todos los estudiantes se destacan por algún talento.
Los estudiantes aprenden jugando y conjugan a la perfección la diversión y el aprendizaje. Por ello, cuentan con herramientas como el ‘Aula taller’, un espacio en el que los estudiantes ponen en práctica los conceptos matemáticos.
“Me parece muy divertida y aprendemos mucho, todo el tiempo resolvemos retos y lo hacemos cada vez mejor”, expresó Sebastián Álvarez, un niño venezolano que hoy cursa sexto grado.
También cuentan con un taller de artes, en el que trabajan principalmente con material reciclable, grupos musicales y disciplinas deportivas en las que los estudiantes se destacan con su actuación.
Pocos niños en el mismo salón
Es natural que desde los primeros grados los niños y niñas se familiaricen con el hebreo, un idioma que no solo es concebido como un valor agregado desde el punto de vista académico, sino también como una herramienta pedagógica que estimula el cerebro de los niños, debido al uso de símbolos y direcciones de escritura tan diferentes al español. También se garantiza que los estudiantes se gradúen con niveles avanzados de inglés.
Las instalaciones campestres caracterizan al colegio y permiten que los estudiantes estén en permanente contacto con la naturaleza. Guillermo Ossa |
Para lograr un buen aprendizaje, no solo en idiomas, sino en las otras áreas, la educación que brinda el Theodoro es personalizada, siempre entendiendo y respetando los estilos y ritmos de aprendizaje.
Por ello, los grupos no superan los 25 estudiantes y el colegio apenas está en proceso de crecimiento y a 2024 se espera duplicar la cantidad de estudiantes, sin pasar nunca de dos salones por grado.
Entre tanto, Raquel Restrepo, del grado once, quien lleva toda su vida en el colegio, considera que además de la gran diversidad que se ve en el colegio y la interacción con otras culturas, lo mejor son los docentes, puesto que no solo tienen altos índices de calidad académica sino que también dan enseñanzas de vida que se quedan para siempre.
MEDELLÍN