Llega corriendo, subida en sus sandalias tacón Tobago. Es espontánea, muy entusiasta, de verbo fácil y veloz, como su día a día: se levanta a las 5.30 de la mañana, envía a sus dos pequeñas hijas al colegio, hace yoga o baile o cualquier otro deporte que se le atraviese, concierta citas, diseña zapatos, visita tiendas… Mercedes Campuzano (nacida en Sincelejo, de familia paisa y criada en Medellín) es como un huracán. Ella misma reconoce que es hiperactiva y que le agobian los tiempos muertos. Necesita estar ocupada. Pensando. Creando.
Desde que tiene conciencia recuerda que siempre ha sido así. Las mujeres mayores de la familia bromeaban con aquello de que “usted es muy metida a grande”, y como no se estaba quieta nunca, un día entendió que viniendo de una familia de empresarios, lo suyo también iría por ahí. Comenzó haciendo chancletas para sus compañeras de la Universidad Eafit, donde estudió Administración de Negocios. La cosa funcionó y cada día, jornada tras jornada, se dedicaba, hasta las tres de la mañana, a coser, a diseñar, a inventar. A las seis asistía a clases y los sábados se iba a buscar proveedores. Incluso llegó a tener 50 estudiantes que se encargaban de vender las chanclas. Dedicada, obcecada, juiciosa. “La rumba nunca fue lo mío”, cuenta entre risas. El negocio comenzó a prosperar después de que amplió el portafolio a baletas y tacones para ejecutivas y así nació su empresa, Mercedes Campuzano, una marca que ha crecido vertiginosamente en solo diez años y que ya cuenta con 25 tiendas propias en todo el país y con 160 empleados directos y unos 380 indirectos que incluyen 42 fábricas de maquila bajo contrato exclusivo. A los 20 abrió su primer almacén. Tiene 31 años.
¿Cuál es el secreto para que sus zapatos gusten?
Lo primero es la comodidad. La mayoría de mujeres ahora son profesionales y con una vida muy rápida. Nos gusta estar bonitas y bien arregladas, pero sobre todo cómodas. Mi marca trae las tendencias del mundo aquí y ahora. Ya. Nuestros zapatos son alegres, muy femeninos y tenemos un portafolio que aplica para niñas de 3 años hasta mujeres de 70. Y en todos los roles de la vida: para ejecutivas, universitarias, para tardear, para la finca, la playa, para ir de rumba. Tengo todas las ocasiones de uso. Y lo otro es que cuando la gente entra en mi tienda respira una atmósfera diferente, una estética distinta.
Los precios son muy asequibles, ¿cómo lo consigue?
Ese ha sido el resultado de mucho trabajo con los proveedores y de tener una relación muy buena con ellos, de largo plazo. No nos interesa vender un zapato al año, sino muchos y en muchas tiendas para poder llegarle al consumidor final con esos precios.
¿Cómo es la mujer que usa los zapatos de Mercedes Campuzano?
Es una mujer muy femenina, apasionada por la moda, activa e independiente económicamente.
En un país como Colombia la independencia económica de las mujeres era casi una utopía. ¿Cómo ha visto esa evolución?
Me encanta ese empoderamiento femenino. Me parece hermoso poder ver a las mujeres destacarse en la sociedad, porque realmente somos diferentes a los hombres, más creativas, más recursivas, más responsables. Y no soy feminista. Me parece que debemos estar en igualdad de condiciones para que una empresa nos contrate. Que viva la meritocracia.
Antioquia es una región muy machista. ¿Han ganado más espacio las mujeres?
Hemos roto muchos paradigmas. Cada vez las mujeres estamos más preparadas y hemos demostrado que ciertas cualidades femeninas, que antes eran vistas como debilidades, les aportan mucho a las organizaciones.
¿Contra qué le ha tocado pelear?
Me ha tocado pelear con un gremio en el que reinan los hombres y que es fundamentalmente machista. Que una chica joven, de Eafit, entrara en el negocio los incomodaba porque sentían que yo llegaba a dar órdenes y ellos eran los que sabían. Me tocó negociar para convencerlos de trabajar en equipo y decirles que ellos son unos artistas, unos sabios, pero que yo soy quien conoce a la consumidora.
Es una firme defensora de la industria nacional…
La mano de obra es cien por ciento colombiana. Soy muy radical en eso. No importo ningún zapato ni ningún bolso. Algunos accesorios, sí. Pero eso es menos del uno por ciento. Suena romántico, pero mientras muchos están fabricando en China para vender como si la producción la hubieran hecho aquí, con unas condiciones de trabajo de esclavitud en ese país, yo me mantengo firme. El día que tenga que hacer los zapatos en China, apago. Es que también se trata de generar satisfacción, progreso y felicidad. Seguiré haciéndolo hasta que Dios me lo permita y hasta que sea viable.
Para usted, ¿qué es la moda?
¡Es un camino para demostrar quiénes somos!
Siempre reivindica la importancia de su mamá en su vida…
Mi papá nos abandonó cuando yo tenía cuatro meses. De él solo tengo el apellido. Entonces toda la vida he visto a una mamá cabeza de familia luchando por sacar a sus hijos adelante, trabajando mucho. Tuve una infancia con carencias afectivas en lo paternal, pero con una mamá de sobra. Siempre ha sido un ejemplo de vida espectacular.
Íntimo y personal
¿Un perfume?
Chanel N°. 5.
¿Diseñadores?
Valentino, Chanel, Dolce & Gabbana, Johanna Ortiz, Silvia Tcherassi, Beatriz Camacho…
¿Una pinta básica?
Jeans y camisa blanca.
¿Una aplicación?
Instagram.
¿Color?
Turquesa.
¿Un día?
El lunes. ¡Hay tanto por hacer! Me encanta.
¿Un libro?
Hacer lo que importa, de James M. Kilts.
TATIANA ESCÁRRAGA
Editora Revista CARRUSEL