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El mundo aplaude acuerdo de Kigali para luchar contra cambio climático

En Ruanda, casi 200 países se comprometieron a reducir las emisiones de hidrofluorocarbonos.

VIDA
Con júbilo recibieron diferentes líderes políticos y organizaciones defensoras del medioambiente la adopción por parte de casi 200 países de la Enmienda de Kigali, la segunda revisión que se le hace al protocolo de Montreal (1987). El hecho, que tuvo lugar el sábado en la capital de Ruanda, representa un plan concreto para eliminar de manera progresiva la producción y utilización de los hidrofluorocarbonos (HFC), gases de efecto invernadero considerados muy nocivos para el planeta y de gran impacto en el calentamiento global.
Dentro de quienes manifestaron su apoyo a lo pactado estuvo el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien destacó el hecho de que tantos países hayan adoptado “una solución ambiciosa y de gran alcance” para un gran problema global, pues los HFC “pueden ser entre cientos y miles de veces más potentes que el dióxido de carbono”, dijo.
Greenpeace se sumó a los aplausos y calificó el tratado como “un paso más en la lucha para mantener el aumento de la temperatura del planeta por debajo de 1,5 grados”, haciendo referencia a una de las metas fijadas el año pasado en París, durante la COP21 (la conferencia de las Naciones Unidas sobre cambio climático).
En tres grupos
El cronograma adoptado el sábado prevé que un primer grupo de países, los llamados ‘desarrollados’, reduzca su producción y consumo de HFC un 10 por ciento antes de finales del 2019, en relación con los niveles de 2011-2013, y un 85 por ciento, antes del 2036. Mientras tanto, un primer grupo de países ‘en vías de desarrollo’, entre ellos China –mayor productor mundial de HFC–, se comprometieron a iniciar su transición en el 2024.
Ellos deberán alcanzar una reducción de 10 por ciento con respecto a los niveles de 2020-2022 para 2029, y de 80 por ciento, para 2045.
Un segundo grupo de naciones ‘en vías de desarrollo’, incluidas India, Pakistán, Irán, Irak y los países del Golfo, no empezarán a actuar sino hasta 2028, para llegar a una reducción de 10 por ciento en 2032 con respecto al periodo 2024-2026, y de 85 por ciento, en 2047.
Erik Solheim, director del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), dijo que “la firma de la enmienda –que es jurídicamente vinculante– supone un paso importante en la lucha contra el calentamiento climático. Además, permite dar una señal positiva a menos de un mes de la próxima gran conferencia anual sobre el clima (COP22)”, en Marrakech (Marruecos).
El acuerdo garantizaría una reducción significativa de los HFC, que son liberados al ambiente, sobre todo, por máquinas refrigerantes, como las neveras y frigoríficos, y otros aparatos como los aires acondicionados.
Sin embargo, algunos expertos criticaron que varios de los países firmantes se demoren bastante en poner en marcha medidas para limitar el uso de los HFC.
El caso de India es el más comentado. La ONG Christian Aid consideró “una vergüenza que India y un puñado de países eligieran un programa más lento”, pero destacó que la comunidad internacional ha “superado su primera prueba seria” en materia de política climática desde la COP21, cuando el compromiso fue actuar para contener el aumento de la temperatura media a menos de dos grados centígrados con respecto a la era preindustrial y a continuar los esfuerzos para limitarla a 1,5 grados centígrados.
“A lo mejor no es todo lo que deseábamos, pero sigue siendo un buen acuerdo”, dijo por su parte el representante de las Islas Marshall, Mattlan Zackhras, resumiendo lo que muchas otras naciones pensaron al aprobar el acuerdo de Kigali.
Un impacto importante
La eliminación de los HFC, también utilizados en algunos aerosoles y en la fabricación de espumas aislantes, podría reducir en aproximadamente 0,5 grados centígrados el calentamiento mundial de aquí a 2100, según un estudio publicado en 2015.
Para 2030 permitiría evitar cada año hasta 1,7 gigatoneladas de equivalente de CO2, es decir, las emisiones de Japón.
El impacto de los HFC en el efecto invernadero es proporcionalmente mucho peor que el del dióxido de carbono, y sus emisiones aumentan a un ritmo de entre un 10 y un 15 por ciento cada año. Son utilizados desde 1990 en sustitución de los CFC (clorofluorocarbonos), principales responsables de la destrucción de la capa de ozono. Y aunque los HFC no son nocivos para el ozono, son absolutamente desastrosos para el clima, por su enorme impacto en el efecto invernadero.
Según Paula Tejón Carbajal, de Greenpeace, el acuerdo de Kigali solo tendrá éxito si la comunidad internacional realmente opta por tecnologías que preserven el medioambiente.
Los participantes confirmaron, además, sus compromisos para financiar la transición. A finales de septiembre, 16 países y 19 organismos y donantes privados reunidos en Nueva York prometieron una ayuda de 80 millones de dólares para los países en desarrollo. El coste de la transición, valorado en varios miles de millones de dólares a escala mundial, volverá a discutirse a finales del 2017 en el marco del Protocolo de Montreal.
En el límite histórico de CO2
Recientemente, un informe publicado por el diario británico ‘The Guardian’ aseguraba que, de acuerdo con las mediciones llevadas a cabo por distintos institutos científicos de Estados Unidos, como la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), en 2015, las emisiones globales de CO2, uno de los principales gases de efecto invernadero, llegaron a las 400 partes por millón, una concentración que el diario calificó como “de no retorno”.
“Hay una respuesta para lidiar con todo esto y es dejar de quemar combustibles fósiles”, afirmó James Butler, científico de la NOAA, a ese medio.
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