La castigada ciudad de Alepo ha vuelto a quedar cubierta en llamas tras la incesante lluvia de bombardeos que han causado la muerte de más de 150 civiles desde el martes. La reanudación de los ataques aéreos coincide con el último llamamiento desesperado ante la ONU para alcanzar un nuevo alto el fuego en Siria.
Pese a que las fuerzas armadas sirias anunciaron hace una semana que rebajaban la intensidad de su ofensiva en Alepo, iniciada el pasado 22 de septiembre, los ataques en los últimos días han sido los más fuertes desde el anuncio de la disminución de bombardeos y de ataques con fuego de artillería.
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“Nada cambia... Solo el sufrimiento de los civiles aumenta. Mañana será otro día difícil para Alepo”, le dice a EL TIEMPO Wael Mehmed, residente del barrio de Sukari, en el este de Alepo.
“No hay vecindario de la ciudad que no haya sido atacado. Las personas están viviendo al límite. Todos aquí temen por sus vidas y nadie sabe qué pasará”, advierte Mehmed, uno de los 250.000 civiles atrapados en los distritos rebeldes de Alepo. La carretera de Castelo, la única para entrar y salir de esta parte de la ciudad controlada por la oposición, fue cortada a mediados de julio, dejando a decenas de miles de personas sitiadas.
“Las rutas para salir fuera de la ciudad son inaccesibles. Todos los caminos están bloqueados. Quiero un lugar seguro para mis hijos y mi esposa. Aquí ya no se puede vivir: o te matan las bombas o te mata el hambre”, dice desesperado.
“Llevamos meses bajo asedio. Hay escasez de alimentos en los mercados y no hay gas ni combustible para cocinar. Así que tenemos que usar leña y nuestra alimentación es básicamente arroz, lentejas, bulgur (trigo) y algunos vegetales que podemos cultivar”, lamenta el habitante de Alepo.
La mayoría de los residentes de los barrios orientales de esta urbe (bajo la oposición) “temen ser detenidos si van al oeste de Alepo (controlado por el Gobierno sirio)”, advierte Mehmed. “Ya da igual quién sea el vencedor y los vencidos… Solo queremos vivir en paz”, implora.
En las tres últimas semanas, los distritos orientales controlados por los rebeldes, donde viven cerca de 100.000 niños, han sido golpeados por miles de bombardeos aéreos, que han causado la muerte de al menos 320 civiles, entre ellos 100 niños, y cerca de mil heridos.
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La brutal campaña militar aérea ha provocado la destrucción de hospitales, clínicas, edificios residenciales, estaciones de agua y generadores eléctricos. “Pedimos a la comunidad internacional que no se olviden de Alepo. Necesitamos una tregua, necesitamos ayuda humanitaria”, anhela en una conversación telefónica con este diario Jaled Jatib, del equipo de rescate de Defensa Civil, también conocido como Cascos Blancos.
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Más del 80 por ciento de los convoyes de ayuda para Siria de la ONU han sido bloqueados o han llegado con retraso, negando a millones de personas suministros esenciales en algunas de las zonas más afectadas del país.
Solo seis convoyes han alcanzado hasta ahora sus destinos, y antes de enviar los suministros, las autoridades sirias revisan la carga de los camiones, retirando cantidades importantes de medicamentos y material quirúrgico, detallaron fuentes al diario británico ‘The Guardian’.
“La situación es lamentable. Necesitamos suministros médicos para poder atender a los cientos de heridos que rescatamos todos los días debajo de los escombros”, denunció Jatib, responsable de los Cascos Blancos.
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A esta dramática situación humanitaria se suma la falta de acceso a los hospitales, ya que la mayoría de los centros en el este de Alepo han sido borrados del mapa por los bombardeos.
Los dos principales hospitales, el M10 y el M2, el segundo mayor en la zona rebelde, han quedado fuera de servicio tras haber recibido el impacto de varios ataques aéreos con apenas unos días de diferencia.
Ante el deterioro de la situación humanitaria, las administraciones de ocho hospitales de Alepo, uno de ellos completamente destruido, solicitaron por escrito la evacuación de los enfermos y heridos. Los hospitales han pedido que los pacientes reciban tratamiento en Turquía y se mostraron dispuestos a aceptar cualquier iniciativa “para salvar a los heridos”.
Día a día se van sumando más heridos, un promedio de un centenar diario, que ya alcanzan más de mil, y no solo hay escasez de camas y suministros médicos, sino que las ambulancias se han convertido también en objetivo de guerra. Cinco de las once ambulancias que quedan operativas en el Alepo rebelde han sido alcanzadas por los bombardeos en el último mes.
La nueva ofensiva del régimen sirio para recuperar la totalidad de Alepo está siendo la batalla más feroz en estos cinco años de guerra. Las fuerzas sirias con ayuda de Rusia están masacrando a los civiles, utilizando armas prohibidas como las químicas o bombas de racimo, así lo han denunciado activistas locales y la ONU.
Moscú, que rechaza haber cometido crímenes de guerra, anunció que seguirá con su campaña militar.
El objetivo de Rusia es ganar la batalla de Alepo, de cuyo destino depende en gran parte el futuro del régimen de Bashar al Asad, y nada va a detener sus planes.
Lo que más le interesa a Damasco es unificar el territorio para recuperar su hegemonía en el país, y su verdadera batalla se está librando en Alepo, la otrora capital económica de Siria.
ETHEL BONET PÉREZ
Para EL TIEMPO
Beirut.