“Vivimos en un mundo que cambia y donde las identidades son obsoletas -antes el hijo de los zapateros iba a ser zapatero- pero actualmente surgen y desaparecen empresas y carreras donde muchas veces se acaba desempeñando un rol diferente al que se estudió. De igual forma, las identidades de las empresas pueden volverse obsoletas y la academia no nos ha preparado para eso”, afirma Juan Carlos Lucas, speaker y coach.
Lucas, científico argentino, con estudios en química y experiencia en centros de investigación, es un ejemplo de ello, pues actualmente es conocido por un rol ajeno a las ciencias duras.
Es un reconocido conferencista internacional que se especializa en procesos de cambios empresariales y que estará en el Foro de Líderes Empresariales que se realizará el próximo 21 de octubre, en Bogotá, en el Hotel JW Marriot.
Retomando algunos preceptos del sociólogo Zygmunt Bauman, el experto recuerda cómo la educación tradicional nos capacitó para movernos en un mundo donde las cosas eran inmutables, en lugar de fortalecer destrezas para permitirnos reinventarnos constantemente.
Irónicamente el mundo de los negocios se reinventa cada vez más rápidamente permitiendo fenómenos como Uber, la mayor firma de transporte del planeta, que no tiene ningún coche en sus bodegas o Airbnb, una de las opciones de hotelería global que no cuenta con un solo inmueble, entre otros ejemplos. A esto se suma la aparición de tecnologías disruptivas como internet, las soluciones móviles, computación en la nube, entre otros. El reto entonces es cómo liderar en tiempos de tecnologías disruptivas, por lo que Lucas propone fortalecer algunas habilidades básicas de la naturaleza humana.
Destrezas para enfrentar el cambio
Nassim Taleb, creador de la teoría del Cisne Negro recuerda cómo las cosas que más impactan el entorno social no son las que predecimos, sino las que generan sorpresa, cosas que no deberían existir, ni estar allí (como los cisnes negros). Para este escenario de innovación y disrupción constante, Lucas enfatiza en la importancia de generar destrezas humanas que se han dejado de lado, lideradas por un modelo básico que usamos desde la infancia para entender el entorno: el juego.
“El juego permite no solo enfrentarnos con modelos que no entendemos sino realizarlo de una forma colaborativa y experimental, permitiendo generar nuevos modelos de acción”, agrega el experto.
En segundo término, se deben generar espacios donde predomine la aceptación mutua y el bienestar, esos dominios favorecen la capacidad creativa y los estados de ánimo positivos que permiten a los empleados visualizar su proyecto de vida dentro de las empresas, generando círculos virtuosos de creatividad e innovación.
En tercer lugar, está la relación con el error. “Vivimos en una cultura donde el error se estigmatiza e indica un castigo, provocando que los empleados simplemente decidan no tomar riesgos para no cometer errores, y si se les pide que los tomen simplemente lo simulan”.
En forma coloquial este prejuicio hacia el error sería como si una madre que tiene un bebé en edad de caminar no le permitiera fallar, “de pronto caminar no es lo tuyo y mejor vamos pensando en una silla de ruedas…”, afirma Lucas, o usando otra analogía, es como pedir que aprendas a montar en bicicleta pero no te caigas. “El error es una parte del proceso de aprendizaje y las empresas que no lo permitan se vuelven más tontas y lentas para innovar”, puntualiza Lucas.
Puentes y emociones que fortalecen
Otro de los temas tratados frecuentemente por Juan Carlos Lucas en sus conferencias está enfocado a revisar el estado emocional de las organizaciones y de sus líderes, llegando al punto de afirmar que “el principal techo de un líder es su incompetencia emocional”.
Para tal fin ilustra la historia de Tsoknyi Rinpoche, un monje budista que, presa del pánico y al borde del puente de cristal que une las torres Petronas, en Malasia, se dio cuenta que era presa del pánico.
La principal enseñanza es que Rinpoche se dio cuenta que el problema no era el puente, ya que cientos de personas lo cruzaban frente a sus ojos, sino un temor anterior (llámese trauma) que tenía en su interior.
Esa situación, según explica Lucas, sucede diariamente en muchas empresas y se presenta con bastante frecuencia en sus líderes, los cuales se convierten en víctimas de su bagaje emocional y no se arriesgan ni atreven a cruzar muchos de los puentes que hay al interior de las organizaciones.