Bogotá es por estos días el epicentro del debate urbano global. La Cumbre Mundial de Líderes Locales y Regionales (CGLU) se ha dado cita en la capital no solo para abordar una nutrida agenda de temas relacionados con el acontecer de las ciudades, sino que coincide con la conferencia de Naciones Unidas Hábitat III, que tendrá lugar en Quito (Ecuador) la próxima semana.
La masiva presencia de alcaldes de diversos lugares del planeta y la variedad de expertos, académicos y movimientos sociales que acompañan el evento garantizan cuatro días de intensa actividad y de debates alrededor de un tema que nos compete a todos, pues hablar de la ciudad de hoy y de mañana es hablar del futuro de un mundo que se urbaniza a pasos agigantados. Se estima que en 50 años habrá 9.000 millones de seres habitando mayoritariamente una metrópoli en la tierra.
La cumbre resulta particularmente relevante para Colombia, en donde el 78 por ciento de la población ya habita en ciudades grandes y pequeñas, en las que el crecimiento desordenado, la falta de servicios esenciales y una marcada desigualdad amenazan su supervivencia. Preocupante, porque es allí, justamente, donde se incuban el futuro de su gente y el devenir de su desarrollo.
El otro atractivo que tienen este tipo de foros es la posibilidad de compartir experiencias con mandatarios y conocedores de estos temas que han encontrado en políticas públicas bien concebidas e implementadas un alivio para los males modernos de la ciudad: la movilidad, el respeto por el espacio público, sistemas de transporte eficaces y amigables con el medioambiente, cambio climático y, en general, todo lo concerniente a la generación de urbes cada vez más innovadoras y sostenibles.
No cabe más que darles la bienvenida a esta quinta cumbre mundial de ciudades y a sus ilustres visitantes, que, aunque encontrarán en Bogotá marchas, lluvias y el caos propio de una gran capital, es y será siempre una excelente anfitriona que comparte sus logros y dimensiona sus retos.