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Segunda vuelta de refrendación

Vamos hacia una nueva refrendación del Acuerdo, aunque no se sabe ni la fecha ni el procedimiento.

En el comunicado conjunto n.° 2 se indica la ruta hacia la segunda y definitiva refrendación. Se le da continuidad de la mesa Gobierno-Farc como la instancia que define las aclaraciones, complementos o enmiendas al texto del Acuerdo Final. Esto significa que no se incorporan otros negociadores plenipotenciarios que representen a voceros del No en el Plebiscito. El expresidente Uribe se ha negado a reunirse con la mesa de pacto en La Habana alegando que la tarea de hacer correcciones le concierne al Gobierno y se limita a repetir sus propuestas para un nuevo acuerdo que parte por descartar lo esencial de cada punto del Acuerdo Final firmado el 24 de agosto de 2016 y reconfirmado el 26 de septiembre en Cartagena.
Afortunadamente, a nadie se le ha ocurrido cambiar la mesa bilateral que ha seguido funcionando en La Habana con el apoyo de los países garantes y acompañantes y el respaldo de la comunidad internacional. En cambio, se ha abierto un periodo de “diálogo nacional” para que, en condiciones de cese del fuego y de hostilidades, se escuche a todos los sectores y en especial a los que promovieron el No y que tienen diferentes enfoques entre sí.
En ese abanico de promotores del No en el plebiscito, la mayor vocería e iniciativa la tienen los uribistas más radicales, que buscan destruir lo pactado y proponer un pliego de enmiendas que en realidad configuran un acta de capitulación y sometimiento de las Farc. Al lado está el sector conservador que acompaña al expresidente Pastrana y a Marta Lucia Ramírez, con matices entre ellos, que se inclina por hacerle ajustes al texto firmado sin descartarlo y en la misma dirección se ha pronunciado Francisco Santos, quien no parece subordinado a lo que digan Uribe y sus precandidatos. En otra posición está el sector de cristianos que dice no rechazar el Acuerdo Final, sino temas que a su juicio favorecen “ideologías de género” o posturas liberales con respecto a la familia o la sexualidad. Y más allá se encuentra un gran conglomerado de personas que votaron por el No para rechazar puntos parciales del acuerdo o supuestas consecuencias de ellos; es entre ese sector en donde tuvo alguna eficacia la estrategia de falsificación y desinformación.
Parece existir un consenso entre el Gobierno y las Farc en que ese “diálogo nacional” es consultivo, pues si abrieran la mesa a los comités del No tendrían que hacer lo mismo con otros sectores que defienden el Acuerdo Final en su integridad o que se entusiasmarían para buscar capacidad decisiva en la inclusión de temas o de enmiendas. El lío sería escoger o el mecanismo de elección de nuevos los plenipotenciarios del No o del Sí.
Es de esperar entonces que después de unos meses de diálogos, y en plazo lo más breve posible, la mesa bilateral firme el texto definitivo del Acuerdo Final para someterlo a la refrendación con un procedimiento democrático y constitucional.
Es sano que se reconozca la imposibilidad de un consenso con el uribismo radical o de un pretendido “pacto nacional” sobre un acuerdo que mantenga lo esencial del ya firmado. El expresidente ha dejado claro que más que “correcciones” lo que aceptaría sería la letra de sus posiciones. Así que cualquiera sea el ajuste que hagan el Gobierno y las Farc, el uribismo radical lo repudiará diciendo que no se reconoce el resultado del plebiscito que no apoyó el Acuerdo Final. Así que será inevitable una nueva confrontación entre quienes apoyaremos la decisión de la mesa que se continúa reuniendo en La Habana y el llamado a rechazarla.
Las movilizaciones y alineamientos que se están produciendo son parte de la campaña para la segunda vuelta de la refrendación. Los tiempos políticos indican que esa refrendación tendrá que hacerse antes de abril del 2017, cuando se entra en la campaña para elegir Congreso de la República y Presidente. Está por verse si la mesa acude de nuevo a un plebiscito previa notificación al Congreso. Como en la ocasión anterior, algunos sostenemos que ese tipo de plebiscitos son antidemocráticos, pero nos vimos obligados a apoyarlo porque así lo definió la mesa.
La otra opción de refrendación es el ejercicio constitucional de las atribuciones que tiene el Presidente para hacer acuerdos de paz con la guerrilla y de darle el papel central al Congreso. Si se escoge este camino, los acuerdos se comenzaran a aplicar al iniciar el 2017 y el país entrará en el debate para que en las elecciones del 2018 se logre, en tercera vuelta con las presidenciales, el pleno respaldo político al Acuerdo ya vigente como base de la construcción de la paz estable y duradera. Ya veremos.
Camilo González Posso
*Indepaz
camilogonzalezposso@gmail
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