Colombia jugó bien en Paraguay sin James, y terminó ganando. Y también deberá enfrentar a Uruguay sin su ‘10’, ojalá con el mismo resultado. Lo que sí se pudo evitar, con un poco de sentido común de todas las partes, es la novela que se armó alrededor del jugador.
Cuando James se lesionó en el calentamiento antes del partido entre Real Madrid y Éibar, las alarmas se encendieron. Y el comunicado del club español parecía ser claro: “Tras las pruebas realizadas a nuestro jugador James Rodríguez se le ha diagnosticado una lesión muscular de grado uno en el sóleo de su pierna izquierda”. Eso, como mínimo, le daba una semana de incapacidad y lo descartaba para el partido en Asunción.
Si así era el tema, ¿qué necesidad había de llevar a James a Paraguay, de quitarle tiempo de recuperación al meterlo varias horas en un avión, así sea en primera clase, si era claro que no podía? A James se le abona el amor por la Selección, las ganas de estar al lado de sus compañeros, pero no había necesidad.
En el caso del cuerpo médico de la federación, parece que no hubiera confianza en sus colegas del Real Madrid. ¿No se resolvía el tema con un par de llamadas y el envío de los resultados de las pruebas? La prensa española, que suele sacar provecho de estas cosas, le cobró a Carlos Ulloa lo que pasó, y recordó que la lesión que sufrió James en septiembre del año pasado en un amistoso frente a Perú, que para Ulloa no tenía gravedad, terminó sacando de las canchas dos meses al jugador. Eso sí: en el club, oficialmente, no hay ninguna molestia.
Hay un tercer componente, y es el cuerpo técnico. A José Pékerman parece que le gusta jugar psicológicamente con los rivales. Lo hizo antes del Mundial, cuando aguantó hasta última hora la decisión de llevar a Radamel Falcao García a Brasil. Y lo hizo con la famosa lesión de hombro de James en la Copa América Centenario, cuando, al final, decidió ponerlo a jugar contra Paraguay (en otro choque con el Real Madrid, a propósito). A veces sería mejor evitar posibles roces futuros. Si el jugador no está, pues no está, y si tiene el plan B para ganar sin él, como también lo demostró en Asunción, es mejor evitar estas novelas. Ni Daniel Torres ni Stefan Medina son James, sin duda, pero esas lesiones se manejaron sin tanto drama: se quedaron tranquilos en España y en México, recuperándose, y se llamó a otro jugador. Con James ni siquiera pasó eso, porque Pékerman no convocó a nadie más.
Ahora, James ya está de regreso en España, con otro vuelo intercontinental entre pecho y espalda. Eso pudo evitarse. Ojalá esta novela innecesaria no traiga consecuencias.