Si el primer ‘round’ entre Hillary Clinton y Donald Trump suscitó enormes expectativas, este segundo, previsto para esta noche en San Luis, Misuri, parecería ser casi de vida o muerte. Especialmente para Trump, el candidato republicano, quien lleva varias semanas en caída libre.
De acuerdo con diversas encuestas nacionales, Clinton, la representante de los demócratas, ya estaría entre 4 y 6 puntos por encima del magnate de Nueva York.
En el promedio de encuestas del ‘HuffPost’, que toma las diez últimas mediciones, Clinton obtendría el 44 por ciento frente a un 38,9 de Trump. Esto cuando se incluye a los dos candidatos que representan a terceros partidos y que, juntos, se están robando un 12 por ciento del electorado.
Dada la inclinación más demócrata de este grupo, la ventaja para Hillary crece cuando se eliminan de la ecuación. Y aunque no van a desaparecer, sí es probable que un porcentaje de los que los respaldan cambien de parecer el día de las elecciones.
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El cuadro a nivel estatal también ha comenzado a lucir negro para Trump. En las mediciones que en la Bola de Cristal realizan desde hace 30 años en la Universidad de Virginia, la exsecretaria de Estado estaría encaminada a ganar con al menos 332 votos al Colegio Electoral (que elige al presidente) frente a los 206 que acumularía Trump. Una paliza parecida a la que le dio el actual presidente, Barack Obama, al exgobernador de Massachusetts Mitt Romney en las elecciones del 2012.
El nuevo desinfle de Trump comenzó hace dos semanas, durante el primer debate que ambos sostuvieron en Nueva York. Curiosamente, fue Clinton la que llegó a esa cita urgida de un cambio de dirección ante el fuerte avance del multimillonario.
El consenso general fue que Trump perdió, y de lejos, ese debate. La ex primera dama lo puso contra la pared en varias ocasiones, acusándolo de estar evadiendo el pago de impuestos y por su trato denigrante contra las mujeres. Y le trajo a colación el caso de la ex Miss Universo Alicia Machado, a la que había llamado ‘Miss Piggy’ y ‘Miss muchacha del servicio’, ofendiendo de un brochazo a dos sectores que serán vitales en las elecciones: mujeres e hispanos.
Pero antes que pedir excusas o pasar la página, Trump –como suele hacer– defendió a capa y espada sus actuaciones. Sugiriendo que no pagar impuestos lo hacía inteligente y que la Miss Universo se merecía los insultos, pues era una persona “terrible”.
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Con esa controversia aún fresca, le estalló una nueva, luego de que ‘The New York Times’ reveló que Trump había declarado pérdidas por 916 millones de dólares en su declaración de impuestos de 1995 y quizá llevaba al menos 18 años sin pagar un dólar en impuestos federales.
Antes que negarlo, él y sus simpatizantes reconocieron que quizá era cierto, pero que eso lo convertía en un “genio” y no en un criminal.
“¿Qué tipo de genio pierde 1.000 millones de dólares en un año?” fue la respuesta de Clinton, quien no desperdició la oportunidad para cuestionar uno de los fuertes de Trump: sus credenciales como gran empresario.
Y cuando intentaba poner esa nueva controversia en remojo, le cayeron tres nuevas: la primera, de su propia autoría, cuando catalogó de “débiles” a los veteranos que sufren de estrés postraumático causado por las secuelas de la guerra.
La segunda, el jueves pasado, cuando circuló una carta de 30 excongresistas republicanos en la que anunciaban que no votarían por Trump, pues, a su juicio, es un “peligro para el país”.
Y la tercera el viernes, después de que el ‘Washington Post’ reveló una conversación grabada en el 2005 en la que el millonario se refirió en términos muy desobligantes, de nuevo, a las mujeres, tras las cuales tuvo que salir a pedir excusas. Tras este episodio, ayer varios republicanos le pidieron a Trump que renunciara a la candidatura, pero el magnate dijo que “no hay chance” de abandonarla.
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De allí la importancia de su desempeño este domingo. Un segundo mal debate podría poner la Casa Blanca fuera de su alcance. El magnate, consciente de ello, ha prometido que entrará a matar. Y que, a diferencia del encuentro anterior, expondrá todas las debilidades de Clinton. Privadas y públicas.
Entre ellas, las donaciones que hicieron terceros países a la fundación de su esposo cuando ella era secretaria de Estado y el repliegue de las tropas de Irak, que, dice Trump, abonó el terreno para el nacimiento de Estado Islámico. Así mismo, la fuga de empleos que han causado los tratados de libre comercio, al igual que la toma del consulado de EE. UU. en Bengasi, en la que murieron cinco estadounidenses.
Trump, incluso, viene amenazando con ventilar durante el debate las aventuras extramatrimoniales del expresidente Clinton. Qué tan efectivos serán estos ataques es lo que está por verse.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington.