No solo con marchas multitudinarias sino con un documento de cuatro puntos que entregarán en los próximos días al Gobierno, los jóvenes universitarios del país están empezando a cobrar protagonismo en la discusión por la renegociación del acuerdo de La Habana.
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Alejandro Franco, uno de los estudiantes de la Universidad de los Andes que está liderando el movimiento #AcuerdoYa, le dijo a EL TIEMPO que su participación no busca ser obstáculo, sino que tiene como objetivo poner sobre la mesa los aspectos que ellos consideran deben ser obligatorios en la nueva discusión.
Que no se convoque a una Asamblea Nacional Constituyente es el primero de los inamovibles que los estudiantes le exigirán al Gobierno en el nuevo capítulo de las negociaciones con las Farc. Además, pedirán que se negocie sobre lo ya se firmó y no se aplique el borrón y cuenta nueva, que se mantenga el cese bilateral al fuego y finalmente que la negociación sea lo suficientemente rápida para que no se convierta en un instrumento electoral de cara a las elecciones del 2018.
Se lanzaron a las calles
La sensación de incertidumbre que dejó la derrota del “Sí” en las urnas ha ido tomando otros matices con el mensaje de unidad que han presentado los jóvenes al convocar y participar en marchas, plantones y reuniones a las que ha concurrido gente de todas las tendencias y con las que se busca empujar la paz definitiva.
Este fenómeno, tiene, según algunos analistas consultados, al menos dos significados: la importancia de que un sector de la población haya encontrado un vehículo para canalizar su frustración por el resultado de la consulta y también la posibilidad de que los jóvenes tengan un papel protagónico en el nuevo escenario político del país.
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Esto se puede concluir después de que el miércoles, desde las 5:30 de la tarde y por unas cuatro horas, decenas de miles de ciudadanos se vistieron de blanco y marcharon desde el Planetario Distrital hasta la Plaza de Bolívar para defender “el derecho a vivir en paz”.
Esta manifestación se gestó el lunes, un día después de la consulta, después de que unos jóvenes universitarios del país, de manera espontánea, citaran por Facebook a la ‘Marcha por la paz: tercera marcha del silencio’.
Sobre la relevancia de que la iniciativa haya salido de los jóvenes, algunos analistas destacan que las nuevas generaciones están buscando espacios por fuera de los partidos tradicionales para poder hacer sentir su voz, incidir y generar cambios.
“Los jóvenes fueron los únicos capaces de interpretar la indignación y canalizaron la unidad para cambiar el país, sin importar la bandera política”, dijo Víctor de Currea Lugo, profesor de Ciencia Política de la Universidad Nacional.
El analista va más allá y pone al movimiento estudiantil como uno de los próximos jugadores en el escenario político. “Ellos dieron un salto político y se ratifican como un actor activo en Colombia”, dijo De Currea Lugo.
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Otros analistas valoran el significado de las marchas, pero dejan entrever que al leer este tipo de fenómenos espontáneos, nacidos en redes sociales, se deben hacer otras reflexiones. “Uno no entiende por qué el voto no le sirve a quien quiere expresarse en este país”, dijo Jorge Restrepo, del Cerac.
La real dimensión de este fenómeno se debe ver a corto y mediano plazo, dice Restrepo: “Solamente si persisten y si son masivas van a tener un efecto importante en la discusión y el futuro del proceso paz. Si decaen no van a influenciar a los líderes que rechazan los acuerdos”.
Para Diego Cediel, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de la Sabana, las movilizaciones han “aprovechado la efervescencia del momento”, y aún no es claro su impacto. “Estas iniciativas tienen valor, pero estas organizaciones espontáneas carecen de estructura y, eso, las hace vulnerables”, dijo.
‘No lo podíamos permitir’
Alrededor de las marchas, también han nacido otros movimientos espontáneos como ‘Paz a la calle’, que tiene como objeto “defender los acuerdos”. “Somos jóvenes que, con la movilización, defienden el derecho a vivir en paz. Si a los de ahora les queda grande, estamos dispuestos a sacar esto adelante”, dijo Carlos Andrés Santiago, uno de sus promotores.
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“No podíamos permitir que todo se acabara ahí. En Colombia nos llegó la hora de construir una paz real. Es el momento de pensar este país distinto”, dijo a este diario Julián Carrero, estudiante de los Andes.
Cabe recordar que las organizaciones estudiantiles han marcado hitos en la historia del país. Desde las movilizaciones contra Gustavo Rojas Pinilla hasta la Séptima Papeleta. Incluso, lograron tumbar, a través de marchas, proyectos de ley como el del mismo gobierno Santos, que quiso cambiar el modelo de autonomía de la universidad pública en el 2011.
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