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'El Gobierno espera del 'No' propuestas viables, no imposibles'

Canciller María Ángela Holguín advierte que limbo en el que está el proceso de paz es peligroso.

YAMID AMAT
El premio Nobel de Paz que acaba de concedérsele al presidente Santos es “un tributo a todas las personas que le han apostado a la paz”, según la canciller María Ángela Holguín, quien ha sido en el proceso tan perseverante, tan firme y tan infatigable como el mismo jefe de Estado.
Como la ministra de Relaciones Exteriores participa en el diálogo para modificar aspectos del acuerdo, pide del sector que defendió el ‘No’ en el plebiscito que haga “propuestas viables y realistas, no imposibles”. Pero sobre todo pide su pronto debate y declara con insistencia que “el limbo actual es peligroso”.
El diálogo con la ministra Holguín se abre con el otorgamiento al presidente Santos del Nobel de Paz.
“El premio Nobel es un reconocimiento al país; a un presidente que ha luchado por la paz y que, a pesar de las adversidades, sigue buscándola. Esta noticia se da en un momento muy oportuno, no solo por la coyuntura que estamos atravesando, sino por lo que representa para millones de colombianos que quieren una Colombia en paz. Es un reconocimiento a esa tenacidad, a esa perseverancia, a esa dedicación única del presidente Santos; a todas las víctimas, que han sido el centro del acuerdo de paz y que han sufrido inmensamente. Es un tributo a todas las personas que le han apostado a la paz: a los que han trabajado por ella, a los que han sufrido la guerra y a un presidente que dedicó su gobierno a hacer de la paz una realidad”.
¿No le parece increíble este vertiginoso y dinámico cambio de los sucesos?
Esto ha sido como una montaña rusa; el lunes 26 de septiembre, los colombianos vivimos una emoción por lo logrado. Ocho días después, es como si uno hubiera caído a las profundidades y, cinco días más tarde, viene esta espectacular noticia que nos demuestra lo que dijo el Presidente: “Se perdió la batalla del plebiscito, pero la lucha por la paz vamos a ganarla para beneficio de todos”.
¿Cree usted que el Nobel de Paz hace el proceso irreversible?
Sí. Y creo que estamos muy cerquita. El país tiene que tener la madurez política de poder llegar a un diálogo de entendimiento. El acuerdo es bueno, tiene muchas cosas positivas, y aquí no puede ser borrón y cuenta nueva. La comunidad internacional está mandando un inmenso mensaje a Colombia –que siga buscando la paz–, y estoy segura de que este mensaje va a ayudar para que, por fin, podamos alcanzarla pronto. El Nobel es un gran premio, pero sin lugar a dudas el premio mayor lo recibiremos todos, el día que finalmente tengamos la paz.
¿Pero, no le preocupa que la división entre el ‘Sí’ y el ‘No’ continúe?
En la vida, a las crisis hay que buscarles salidas. Del momento que estamos viviendo, el país tiene que salir fortalecido. El establecimiento del diálogo nacional que el presidente Santos propuso el domingo pasado tiene que ser el camino para superar este momento. Esperamos las propuestas de los promotores del ‘No’; propuestas viables y realistas, no imposibles dentro del marco de las negociaciones con las Farc. La negociación duró seis años. No fueron unos pocos días ni un camino fácil. Fue mucho esfuerzo si se tiene en cuenta la posición que tenían las Farc.
Los promotores del ‘No’ han dicho que no votaron contra la paz, sino contra contenidos del acuerdo. ¿Qué tipo de ajustes se podrían hacer?
Hay que ver y precisar qué cambios son posibles para que quede más claro y enriquecido. La negociación sigue siendo entre el Gobierno y las Farc, quienes son los únicos que pueden introducirle cambios al acuerdo. El problema no puede reducirse entonces a que el Gobierno acepte de manera automática todas las propuestas planteadas por los promotores del ‘No’. Para que ellas puedan ser llevadas a la mesa con las Farc, deben ser viables y realistas en el marco general de lo que se ha avanzado, porque la revisión total del acuerdo no es viable.
¿Pero, entonces, cuál es la solución?
Como usted dice, los promotores del ‘No’ han dicho que quieren la paz. Lo primero es escuchar sus propuestas. Conocemos algunas que han dicho por los medios, pero estamos esperando una lista de estas para analizar su viabilidad y razonabilidad. Posteriormente, serán transmitidas a las Farc porque, finalmente, la negociación es con ellos. Les hemos dicho a los promotores del ‘No’ que deberían ser parte del equipo e ir a La Habana para discutir con las Farc. Esperemos que algunos de los del ‘No’ vayan. Les hemos explicado la importancia de su participación porque es necesario que quede claro: la negociación es con las Farc.
¿La lista que usted pide podría originar ajustes en el acuerdo?
Hay que oír sus propuestas porque muchas pueden ser interpretaciones y es importante poder explicar y contextualizar; habrá otras que merecen ajustes y las llevaremos a la discusión en La Habana.
¿Y hasta dónde cree usted que es modificable el acuerdo firmado?
Pues es difícil decirlo en este momento; creo que se pueden hacer cambios o ajustes de redacción que aclaren el contenido para evitar interpretaciones. Habrá que ver qué piensan las Farc de los distintos puntos que se llevarán a la mesa. En sus más recientes declaraciones han reiterado su voluntad de paz. Me imagino que están abiertos a escuchar las voces de quienes votaron en contra del acuerdo.
Hay quienes plantean la posibilidad de aplazar hasta el debate electoral presidencial la búsqueda de fórmulas…
No. La solución tiene que ser urgente. El limbo en el que quedamos es muy peligroso para el país en muchos frentes: seguridad, estabilidad, economía y credibilidad frente a la comunidad internacional. Además, la paz no puede quedar presa de la política y de los intereses políticos del 2018. Si uno escucha atentamente, lo que dijeron los promotores del ‘No’ el domingo pasado es que todos queremos la paz. Es importante que lo demuestren.
El ‘No’ fue promovido por muchos sectores, no solo por el expresidente Uribe. ¿A qué atribuye esa mayoritaria coalición de rechazo al acuerdo?
Se juntaron muchas cosas. Primero, creo que la gente sintió que parte de las negociaciones fueron secretas porque algo raro se estaba negociando, y no entendieron que lo que se buscaba era evitar la filtración de información que pudiera afectar lo que ya se había acordado. Después se empezó a socializar el contenido del acuerdo, pero acabar con esa percepción no fue fácil, y menos cuando hubo muchísimas personas que se dedicaron a decir que el acuerdo contenía cosas que no eran ciertas. La desinformación fue parte de la campaña.
Pero hay muchos sectores que piensan que las matanzas y crímenes de las Farc no se pueden perdonar.
Indudablemente, todavía hay dolor y resentimiento. Para muchos no es fácil aceptar que se les otorgue algún tipo de beneficio a las Farc después de tanto sufrimiento causado. Creo que el país no entendió lo que estaba en juego.
Sin embargo, siempre hubo respaldo al acuerdo por parte de las víctimas…
Eso es lo paradójico: en la mayoría de las víctimas primó la razón, y se pudo ver en los resultados de las votaciones: en aquellos sitios del país más golpeados por la violencia ganó con contundencia el ‘Sí’; en Bojayá, por ejemplo, el 96 por ciento de la población votó por el ‘Sí’ y solo 4 por ciento restante, por el ‘No’. Pero eso no fue lo único. Creo que hizo mucho daño que algunas personas, malintencionadamente, utilizaran temas del Gobierno para generar incertidumbre y angustias; le hablo de la reforma tributaria o de la supuesta publicación de la cartilla de ideología de género para poner a las gente en contra de la paz. Es algo increíble porque hasta sectores que han abogado por la paz prefirieron el ‘No’.
Sobre esta denuncia suya, ¿qué le pareció la crisis que estalló por las afirmaciones del gerente del ‘No’, Juan Carlos Vélez Uribe?
Hubo deformación del verdadero contenido de los acuerdos, y las declaraciones del gerente de la campaña del ‘No’ del Centro Democrático lo confirman. Explicó que asesores internacionales les dijeron que la estrategia debía ser dejar de explicar los acuerdos y reconoció que tergiversaron mensajes para hacer campaña. Sin lugar a dudas, tuvieron éxito en su estrategia, pero de esto solo se están enterando los electores después de la votación, infortunadamente.
De todas maneras, el ‘No’ ganó. Para llegar a un acuerdo entre las dos posiciones se nombraron dos comisiones de delegatarios, entre quienes está usted. ¿Cuál será el trabajo que desarrollarán?
Básicamente, vamos a oír las inquietudes y mirar cuáles pueden resolverse con explicaciones y se pueda aclarar, y recoger otras que por ameritar algún tipo de ajuste al acuerdo deben ser llevadas a la negociación con las Farc.
Simultáneamente con estas conversaciones se están realizando manifestaciones en el país, como la gigantesca concentración estudiantil en la plaza de Bolívar. Ante esa expresión popular, ¿usted cree irreversible la paz?
Hay que lograr la paz y entre más pronto, cómo están diciendo los jóvenes, mejor. Ellos están diciendo ‘¡Acuerdo ya!’ No podemos dejar pasar la oportunidad de finalizar el conflicto; sería inconcebible pensar que vamos a seguir viviendo en un país azotado por la violencia. Esta paz es de los jóvenes y para los jóvenes, son los que van a poder construir un mejor país.
¿Ahora qué pasará con los países garantes?
Pues ellos han estado al lado de esta negociación entre el Gobierno y las Farc, y seguramente seguirán jugando un papel fundamental en esta búsqueda de ajustes para que más colombianos estén satisfechos con los acuerdos.
¿Y con los delegados de la ONU y la misión que debía facilitar la concentración y supervisar el desarme de las Farc?
La misión política de la ONU está en Colombia por una resolución del Consejo de Seguridad basada en un acuerdo de paz que hoy no tiene fuerza jurídica. Se la jugaron con Colombia; organizaron y pusieron en marcha su presencia en el país, confiados en el acuerdo que, al no recibir el respaldo de los colombianos, le quita el sustento jurídico a su presencia. Les hemos pedido un compás de espera y estarán monitoreando el cese del fuego que aún se mantiene.
¿Podría ocurrir que la misión se retire?
Sería muy desafortunado que esa misión tuviera que retirarse, y por eso reitero la urgencia de buscar salidas. Al no haber acuerdo, se afecta la resolución del Consejo de Seguridad. Haremos lo posible para que se queden todo el tiempo necesario, pero la votación del ‘No’ tiene consecuencias, unas menos inmediatas que otras.
¿Pero cree usted que la ONU se va o se queda?
El retiro de la ONU es un riesgo inmediato. No se puede pretender que se le diga ‘No’ al acuerdo y al mismo tiempo se le pida a la ONU que permanezca.
¿Para las Farc, el resultado electoral del domingo no es una expresión de rechazo?
Creo que lo que pasó el domingo les habrá dado un campanazo si tenían otra idea.
¿Hay que perdonar a las Farc?
Si queremos la paz, tenemos que perdonar. Y no me refiero solo a las Farc: a todos los que han estado involucrados en el desangre de décadas en el país. El dolor y el recuerdo de las víctimas no pasarán nunca, pero hay que dar un paso adelante para que nuestros hijos y nietos tengan otra vida. La paz es difícil justamente por eso, porque tiene costos altos desde el punto de vista humano. No es fácil dejar a un lado lo que se siente individualmente para pensar en lo colectivo. Esa es la mayor dificultad de la paz: perdonar. Sin embargo, lo tenemos que lograr para tener un mejor país, que dé oportunidades. Hay que deponer los odios.
¿Qué le han dicho las naciones sobre el ‘No’ en el plebiscito?
Los europeos habían manifestado su preocupación frente al plebiscito; decían que los plebiscitos son peligrosos porque la gente no contesta la pregunta. Pero han manifestado confianza en que habrá un entendimiento y tendremos un acuerdo con ajustes que dejen satisfecha a gran parte de la población en poco tiempo.
¿A qué atribuye usted que el país esté tan polarizado?
Lograr perdonar es como el gran obstáculo frente al cual nos encontramos; 52 años de conflicto nos hacen intransigentes para mirar al otro de una manera constructiva, pero hay que pensar en Colombia y cambiar.
YAMID AMAT
Especial para EL TIEMPO
YAMID AMAT
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