Antes de la moñona triple que se inició con el autogol de la campaña por el No, la victoria en Paraguay y el Nobel de Santos, muchos empresarios, políticos y economistas estaban actuando como si el proyecto de paz ya hubiera fracasado. Esto ha inducido una prematura confianza en que el resultado del plebiscito no va a tener consecuencias significativas, salvo alguna agitación inicial. Subió el dólar y el precio de los TES cayó, pero ambos en forma moderada, nada comparable a lo que sucedió con el ‘brexit’.
Ese resultado era atribuible a la aparente mesura y responsabilidad de los directivos del Centro Democrático y a la generosa respuesta del Presidente después de la derrota. Pero los capitales golondrinas, que están temporalmente invertidos en TES, pueden salir corriendo a la menor señal de que la madurez, cordura o respetabilidad de nuestros líderes políticos sea de corta duración. No inspira nada de confianza que se esté diciendo que no hay afán y que la paz puede esperar, y menos que fue con trucos como ganó el No.
Los mercados estaban preparados para responder con entusiasmo a la posibilidad de una Colombia en paz. Pero ahora que lo están dudando, la inversión extranjera que va a llegar es la que viene atraída por el diferencial de tasas de interés principalmente, que es la que hace daño. La victoria del No en el plebiscito le puede significar al país un riesgo de que les rebajen la calificación de inversión a los papeles colombianos, comparable al que se deriva de que no se le encuentre solución al problema fiscal en el corto plazo. Una corrida de las inversiones en TES tendría un efecto aún más nocivo sobre las tasas de interés.
La mejor manera de reducir estos riesgos es proceder con la paz sin demora. Los dos obstáculos mayores son el castigo a los dirigentes de las Farc y su participación en política. Y estos son aquellos en los que las Farc están menos dispuestas a ceder. Respecto al primero de ellos, el Fiscal se ha atrevido a proponer soluciones que no han sido analizadas seriamente y de esa misma fuente pueden provenir otras que se deben considerar. Los que no pueden convivir con la impunidad deberían tener en cuenta que criminales culpables de crímenes atroces disfrutan hoy el privilegio de tener casa por cárcel en algunos de los mejores edificios de la costa Atlántica y los cuida la Fuerza Pública. En cuanto a la participación en política, hay que entender que si no es para hacer política, ¿para qué querrían las Farc llegar a acuerdos? La postura de superioridad moral que asumen algunos de los líderes de la oposición la han desbaratado las revelaciones de Vélez Uribe.
A lo que el sector privado le da la mayor importancia es a que se presente cuanto antes una reforma tributaria integral para aprobación del Congreso. Entre las razones que da Fedesarrollo para apoyar dicha reforma figura en primer lugar que los ingresos provenientes del petróleo se han reducido $ 21 billones desde el 2014 y que sería deseable sustituir el impuesto a la riqueza. El sistema tributario actual no es equitativo ni progresivo. Los más ricos pagan proporcionalmente menos impuestos que la clase media, por ejemplo. La carga tributaria grava excesivamente a las empresas, especialmente a unas pocas grandes. Y el sistema es difícil de interpretar y de administrar. No hay duda de que se necesita una reforma radical, pero si la que presentará el Gobierno se parece a la que recomendó la comisión de expertos, va a resolver parcialmente el problema de los impuestos empresariales e insuficientemente el de los ingresos. A lo demás contribuirá muy poco; podría ser recesiva y añadirles mayor complejidad a la política y dificultades adicionales a la paz.
RUDOLF HOMMES