A medida que la vida avanza, los seres humanos nos la pasamos pensando en cómo resolver de la mejor manera las situaciones que se nos presentan cada día. ¿Cómo me transporto de un lugar a otro si no tengo con qué? ¿Es justo hacerle un reclamo a mi jefe o no? ¿Le rompo el arco al arquero o se la pico en el minuto 91, de visitante, y le doy tres puntos a mi Selección? A lo largo de su vida, a Edwin Cardona le tocó tomar esas, y más decisiones; unas salieron bien y otras, no tanto.
El éxito de eso que salió bien en la vida de Cardona fue la disciplina y su amor por el fútbol. Era normal que después de que Edwin no aparecía por más de dos horas en la casa, sus padres tuvieran que ir a buscarlo a la cancha del barrio donde nació, Belén Buenavista, en Medellín, donde se ofrecía a ser recogebolas o simplemente se quedaba viendo a los mayores jugar.
Se hicieron costumbre las largas jornadas en bicicleta, una que fue soldada por don Andrés, desde su casa hasta el estadio Atanasio Girardot para llegar a los entrenamientos con las divisiones menores de Atlético Nacional y evitarles un gasto a sus padres. La voluntad por jugar era más fuerte que el cansancio.
Esas ganas hoy tienen a Cardona como un jugador fundamental en la Selección Colombia de mayores. Ha hecho tres goles en la eliminatoria suramericana para el Mundial de Rusia 2018, todos en los últimos minutos de los partidos (contra Perú, Bolivia y Paraguay); anotaciones que no solo sirvieron para adornar sus estadísticas, sino para darle al equipo nacional nueve de los 16 puntos que tiene en la clasificación general.
Sin embargo, el camino para ser uno de los mejores jugadores de Colombia no fue fácil. Las constantes críticas por su peso y su irreverencia dentro de la cancha han sido los principales problemas en la evolución deportiva y personal de Edwin Cardona.
El Mundial que no fue
Los inconvenientes empezaron desde las selecciones Colombia juveniles. En la Sub-20, en repetidas ocasiones se habló de Cardona más por cosas extradeportivas que por su rendimiento en la cancha.
“El compromiso era que se mantuviera en 80 kilos, y como no se cumplió, si no logra su peso ideal, no será tenido en cuenta”, dijo el técnico en ese entonces de la selección juvenil, Eduardo Lara, antes de un torneo amistoso en Medellín, a meses de que se realizara el Mundial Sub-20 en Colombia.
No obstante las buenas actuaciones en el torneo Esperanzas de Toulon, donde Colombia Sub-20 fue campeón, el 13 de julio del 2011 Lara anunció los 21 jugadores que participarían en la Copa del Mundo, y allí no estaba Cardona.
“Dejé muchas cosas, y duele saber que después de estar en casi todos los microciclos y ad portas del Mundial, haya quedado por fuera. Siempre di lo mejor de mí, pero hay que asumir la realidad”, dijo Edwin desconsolado por no jugar el Mundial. Había sacrificado estar presente en el nacimiento de su hija por permanecer en una jornada de preparación; aun así, se quedó afuera.
El DT afirmó que su ausencia, y la de Andrés ‘Manga’ Escobar, se debía a que no quería ‘sindicatos’ en su equipo. El reclamo de Cardona y compañía al técnico por la carga física le costó la participación en el Mundial.
Después de ese revés con la Selección, en Atlético Nacional no cambió el panorama. “Se lo diré a Edwin Cardona en la cara: un muchacho con 18 años tiene que sentir vergüenza y dolerle la camiseta de Nacional”, dijo Santiago ‘Sachi’ Escobar, DT del equipo antioqueño, luego de una derrota contra el Cali en el segundo semestre del 2011.
Un título desabrido
Al romperse la relación entre jugador y técnico, el equipo verdolaga decidió prestar a Cardona a Santa Fe. A su llegada al club capitalino hizo sentir su rabia por la salida de su club, “En Nacional me traicionaron, porque yo soy un jugador de la institución y siempre me gustó estar ahí; sin embargo, el cuerpo técnico no quiso contar conmigo”.
En su paso por Santa Fe logró el título de Liga en el primer semestre del 2012, pero poco jugaba; vivía a la sombra de Omar Pérez, quien era el titular de su posición.
Se lo llamó indisciplinado, displicente, ‘gordo’, frío, entre otros calificativos que le hicieron ganarse una fama que no correspondía a su talento. Con esos rótulos llegó en enero del 2013 a Junior de Barranquilla, ante una resistencia total de la hinchada.
“He dejado a más de uno callado. Es bueno revertir las palabras con fútbol y en la cancha”, publicó Cardona en su cuenta de Twitter luego de tener buenas actuaciones con el equipo barranquillero.
Nacional, un reto exitoso
Su destacado paso por el Junior hizo pensar a sus directivas en hacer uso de la opción de compra para quedarse con Cardona. Pero finalmente el negocio no se hizo y regresó a Nacional.
Los retos para Edwin eran gigantes. Con su juventud, tenía que ganarse un lugar en un equipo que lo había ganado todo en 2013 (las dos ligas y la Copa Colombia) y así como lo hizo en Junior, debía demostrar que no era el mismo ‘indolente’ que se había ido en el 2011.
El técnico Juan Carlos Osorio le dio la confianza y sacó la mejor versión que se ha visto de Cardona. Con sus goles, asistencias y fútbol, Nacional repitió el título de la Liga en el primer semestre del 2014, fue protagonista en la Copa Libertadores y llegó a la final de la Copa Suramericana.
Ya no fue más el ‘gordo’ indisciplinado, ahora era: ‘Crackdona’. En ese mismo año llegó la primera convocatoria a la Selección de mayores; debutó el 10 de octubre, en un amistoso contra El Salvador. Y a fin de año se dio su traspaso por 4,1 millones de euros al fútbol mexicano.
Los llamados al equipo de mayores han sido constantes, estuvo en las dos Copas América en Chile y Estados Unidos, y ahora, a pesar de que no tiene un buen presente en el Monterrey, sigue siendo convocado.
Aún no tiene un lugar en la titular en el equipo de José Pékerman, como le pasó en Santa Fe con Pérez; en Colombia está a la sombra de James Rodríguez. Pero es un suplente de oro, cada vez que entra se destaca y hace goles determinantes.
Dependerá de Edwin Cardona seguir tomando buenas decisiones para tener un futuro glorioso, tanto en sus clubes como en la Selección Colombia.
Que sigan los derechazos con el borde externo, como contra Perú, o los remates secos abajo al lado del palo, como en La Paz frente a Bolivia. Y si la tiene que volver a picar como lo hizo en Asunción, que la pique.
CAMILO MANRIQUE
Redactor Deportes EL TIEMPO
En Twitter: @camilomanriquev