Hace 34 años, el 20 de octubre de 1982, el escritor cataquero Gabriel García Márquez y su esposa, Mercedes Barcha, habían estado cenando en casa de su querido amigo, el poeta Álvaro Mutis. “A las 5:59 de la mañana siguiente, hora de Ciudad de México, Pierre Short, viceministro de Asuntos Exteriores sueco, lo llamó y corroboró la noticia del premio. García Márquez colgó el teléfono, se volvió a Mercedes y dijo: ‘Estoy jodido’ ”, anota el biógrafo inglés Gerald Martin.
Ese día Gabo no solo se consagró como el escritor más importante de las letras nacionales y uno de los más destacados del mundo, sino como el colombiano que le dio la alegría al país de ganar el Nobel por primera vez en la historia. (Lea también: Presidente Santos obtiene premio Nobel de Paz 2016)
El periodista Juan Gossaín recuerda que ese 21 de octubre él llegó a la casa del autor de 'Cien años de soledad', en la capital mexicana, y no lo encontró. A los pocos minutos, la empleada del servicio se le acercó a Gossaín y le dijo: “El señor García Márquez acaba de llamar por teléfono y me dijo que le dijera que él está en la casa de Álvaro Mutis, escondido”.
Gossaín recuerda que al llegar allá Mutis y Gabo lo recibieron entre carcajadas. “Gabo llegó, pasadas las seis de la mañana, a la casa de Mutis, quien le abrió la puerta en piyama y le dijo: ‘¿qué te pasó? Ya sé: peleaste con Mercedes’.
Y Gabo le dijo: ‘No, hermano, peor que eso: me gané el Premio Nobel’ ”.
Su amigo desde la juventud, el periodista Plinio Apuleyo Mendoza, recuerda que ese ‘fantasma’ del Nobel siempre le produjo mucho temor a Gabo. “Él me decía: ‘Antes vivía muerto de miedo por lo que me pudiera ocurrir y ahora me muero de miedo con lo que me ocurrió’ ”. (Además: Así registran los medios del mundo el Nobel de Paz para el presidente Santos)
Precisamente, la mejor imagen que describe ese sentimiento de pánico que sintió el autor de 'El amor en los tiempos del cólera' la describió Mendoza en su memorable texto del viaje a Estocolmo, el 10 de diciembre de 1982. Ese día, al recibir el Nobel, Gabo pronunció su histórico discurso 'La soledad en América Latina'.
“A Gabo, que se encuentra a mi lado, se le cierra la cara de pronto. Yo sé, las antenas de mi ascendente Piscis han registrado su tensión repentina. Las flores, los flashes, las figuras de negro, la alfombra roja: quizá desde el remoto desierto donde se hallan enterrados, sus ancestros guajiros le están hablando. Quizá le dicen que las ceremonias de la gloria son iguales a las ceremonias de la muerte. Algo de esto, en todo caso, ha captado, porque mientras avanza entre los resplandores del magnesio y las figuras de etiqueta, lo oigo exclamar en una voz baja donde vibra una nota de repentino, alarmado, condolido asombro: ¡Mierda, esto es como asistir a su propio entierro!”, anota Mendoza.
Dos buscadores de paz
A lo largo de su vida, como lo dejó plasmado tanto en su faceta de periodista como en sus intervenciones públicas, García Márquez compartió siempre con el presidente Santos ese anhelo por la paz. Un sueño que se inició gracias a la cercanía que siempre tuvo Gabo con Enrique Santos Calderón, hermano del Presidente. “Gabo y Enrique, que fueron fundadores de la revista Alternativa, fueron compañeros de trabajo, y ese fue un grupo que siempre luchó no solo contra el secuestro, sino por la paz”.
“Gabo toda la vida vivió obsesionado con ese tema –complementa Gossaín–. Usted no se imagina todo lo que intentó hacer a través de sus influencias y sus amistades. Una vez me dijo: ‘No es que uno consiga que suelten a uno o dos secuestrados, es que eso se tiene que acabar en Colombia’. Duró los últimos 30 años de su vida en eso”. (También: Así se ha jugado Santos, desde hace 19 años, sus cartas por la paz)
Precisamente, Mendoza recordó que García Márquez siempre estuvo pendiente de ayudar en esa línea.
“Desde luego, siempre estuvo muy cercano a una solución pacífica porque le producía terror la violencia. Por ejemplo, cuando secuestraron a su amigo Guillermo Angulo, estoy seguro de que él se movió con Fidel Castro para que lo liberaran”.
Ese talante de hombre pacifista y de grandeza de Gabo quedó plasmado de manera clara en el cierre de su discurso al recibir el Nobel:
“Un día como el de hoy, mi maestro William Faulkner dijo en este lugar: ‘Me niego a admitir el fin del hombre’. No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra”.
Con esas palabras resonando en sus oídos este 10 de diciembre, el presidente Santos recibirá el Nobel de Paz de manos del rey Carlos Gustavo de Suecia. (Además: Historia de los 96 premios Nobel entregados desde 1901)
Muy seguramente, al lado de las mariposas amarillas de Gabo, también volarán, por segunda vez en ese recinto, las palomas blancas de Santos, al ritmo de tambores y acordeones.
![]() El 10 de diciembre de 1982, Gabo recibió el Nobel, en Estocolmo. |
CARLOS RESTREPO
CULTURA Y ENTRETENIMIENTO
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García Márquez en los diálogos con las Farc
A pesar de que Gabriel García Márquez murió cuando apenas se completaban dos años de diálogos con las Farc en La Habana, el nobel de literatura estuvo presente en este proceso de paz, desde su inicio hasta la firma del Acuerdo Final, el 26 de septiembre pasado en Cartagena.
Lo hizo a través de los discursos del propio presidente Juan Manuel Santos, el segundo colombiano galardonado con el Nobel, el primero de Paz, durante los tres años y nueve meses de negociaciones formales, en los cuales su memoria fue evocada como aliento en la búsqueda de la paz. La guerrilla tampoco se quedó atrás.
La primera ocasión fue en la misma instalación de la mesa de diálogo en Oslo (Noruega), el 18 de octubre del 2012. (También: 'Felicito el Nobel para el presidente Santos': Álvaro Uribe)
“Hemos venido (...) desde el Macondo de la injusticia, el tercer país más desigual del mundo, con un sueño colectivo de paz, con un ramo de olivo en nuestras manos”, dijo en ese entonces ‘Iván Márquez’, el jefe negociador de las Farc.
Por su parte, el presidente Santos, cuando Gabo murió, el 17 de abril del 2014, en momentos cruciales para los diálogos, se refirió así al escritor: “Él siempre quiso una Colombia en paz y –en su memoria– no vamos a claudicar en esta tarea, la más grande que tenemos como nación”.
El mandatario también recordó a Gabo cuando se expidió la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras del 2011, e incluso cuando la Corte Constitucional avaló el plebiscito como mecanismo para refrendar lo acordado con la guerrilla, en julio de este año. “Colombia no está condenada a cien años de soledad ni a cien años de violencia”, dijo en ese momento, refiriéndose a la obra cumbre de García Márquez.
El jefe negociador de la guerrilla volvió a hacer referencia a 'Cien años de soledad' en septiembre pasado, al finalizar la décima y última conferencia de las Farc en armas. “Se acabó la guerra. Díganle a Mauricio Babilonia que ya puede soltar las mariposas amarillas”, afirmó.
Y el emotivo acto de la firma de la paz en Cartagena, ante el mundo entero, no fue la excepción. El presidente Santos y ‘Timochenko’, el jefe máximo de esa guerrilla, le dieron la bienvenida al fin de 52 años de guerra de al menos 220.000 muertos, evocando a Gabo en sus discursos. Ambos concluyeron que el escritor estaría feliz de saber que Colombia, por fin, tendría una segunda oportunidad sobre la tierra.
JUAN CAMILO PEDRAZA
UNIDAD DE PAZ