Hace algunos meses, impartiendo una conferencia sobre la situación en Oriente Próximo en una de las más prestigiosas escuelas de negocios de Bogotá, observé la cara de estupefacción del auditorio al afirmar el que suscribe que el Estado Islámico (Isis, también conocido como Daesh) comenzaría un retroceso inexorable desde el punto de vista territorial y militar en la zona.
A la par, aseveré que el autodenominado Isis no desaparecerá totalmente, manifestándose de forma violenta, sobre todo, a través de actos terroristas en Occidente, aprovechando el altavoz que representan los medios de comunicación después de un atentado, permitiéndoles así mantenerse en el imaginario mundial como un peligro real.
No ondean sus banderas
Es verdad que se ha “inflado” el poder del Isis desde Occidente, pero no hay un acoso militar a Europa o Estados Unidos de esta milicia terrorista y solo pueden poner en un brete la seguridad occidental por medio de “lobos solitarios”, difícilmente controlables por la policía y servicios de seguridad.
Daesh llegó a estar presente, con un control total, en casi la mitad del territorio iraquí y sirio, pero en la actualidad ya no flamean banderas negras cerca de la frontera con Turquía.
La entrada en Siria de tropas turcas, además del acoso de los kurdos y del ejército sirio de Assad, ha roto la línea de comunicación con Turquía desde donde se proveía el Isis de suministros militares y vendía su petróleo.
Esta desconexión ha sido mortal para los seguidores del pomposamente llamado Estado Islámico, que está a punto de perder la mayoría del territorio que les queda en Siria.
Si esto se confirma, el Daesh se encontrará constreñido al bastión de Raqqa y las amplias zonas desérticas del noroeste donde comenzó el accionar de este grupo hace tres años. Para los gobiernos de Estados Unidos y sus aliados europeos, la amenaza no ha terminado.
Es incuestionable que ha perdido una cantidad importante de territorio y que el mapa geopolítico de la zona ha cambiado, haciendo menos amenazante al grupo yihadista en la región, pero el Daesh continúa siendo una amenaza real, un desafío que no mermará por su pérdida de territorio en Siria o Irak.
El Daesh, hasta la pérdida del pasillo entre Alepo y Turquía, solo tenía que temer los quirúrgicos bombardeos aéreos de Estados Unidos y los masivos de los rusos y fuerzas de Hafez el Asad. En tierra, los kurdos tomaron varias aldeas vitales para el Isis a lo largo de los límites con Turquía.
Cuando las fuerzas kurdas, los peshmergas, se iban acercando a la frontera turca, el ejército de este país entró en Siria tomando varios pueblos en poder del Isis que iban a caer en manos de los kurdos apoyados por Estados Unidos, demostrando que lo que más le importa al gobierno de Ankara no es acabar con el Isis, sino el impedir la creación de una zona controlada por los kurdos al otro lado de su frontera.
De repente Turquía, hasta ese momento un actor secundario por su poca implicación militar directa en el conflicto, se permite marcar los tiempos bélicos en la zona. Es decir, que los turcos a la vez que frenan a los kurdos y controlan directamente áreas antes en manos del Daesh, le dicen al ejército sirio, apoyado por Rusia, que no permitirá sus operaciones cerca de los límites fronterizos entre los dos países.
Como dije anteriormente, Raqqa, a donde han acudido los combatientes del Daesh que huían de las zonas perdidas, se ha convertido en el último bastión de los yihadistas del califato islámico. Es inexorable una ofensiva a finales de año contra esta ciudad que si cae en manos de sus enemigos finiquitará la presencia efectiva del Daesh en Siria, esperemos acontecimientos.
En cuanto al territorio iraquí ocupado por el Isis en Irak, actualmente es de un 15 por ciento, cuando llegó a ser de un 40 por ciento, esto según declaraciones del portavoz del gobierno iraquí, Saad al Madizi.
Aunque se pueden cuestionar los porcentajes, es indiscutible que el Estado Islámico no para de perder terreno en Irak. En ese país, la coordinación de las fuerzas armadas iraquíes y las milicias del kurdistán iraquí, bajo supervisión norteamericana, han hecho retroceder a los yihadistas de Daesh.
Las fuerzas opositoras al ‘califato’ del Daesh se encuentran a pocos kilómetros de Mosul, su “capital dorada”. Estos opositores son una amalgama que solo unió el odio al Isis. Hay peshmergas kurdos, milicias cristiano-asirias, milicias suníes del grupo Hashed al Watani, regimientos Shabak, una minoría chiita kurda, kurdos iraníes e incluso fuerzas especiales canadienses.
Todos se vigilan unos a otros y habrá que esperar cuando liberen Mosul, si esta unión estalla por el control de la ciudad. Una urbe que resiste, en parte, gracias a la descoordinación de sus sitiadores. Por otra parte, no podemos olvidar la presencia en la zona de fuerzas militares turcas a la espera de la caída de Mosul, recordemos una ciudad que perteneció al Imperio Otomano y que se entregó a Irak por los británicos el siglo pasado, cosa que no han olvidado los turcos empeñados en recuperar su influencia en la zona.
Ante esta situación, el Isis ha optado por una táctica defensiva, mermados por los bombardeos de la coalición que han reducido su capacidad de movimiento y por la cada vez mayor influencia de los iraníes en lo que se ha dado en llamar muy optimistamente por el gobierno de Bagdag “la ofensiva final”.
Nadie discute que este año ha sido duro para el Daesh, perdieron la emblemática y estratégica ciudad de Palmira y están resistiendo a duras penas en Mosul y Faluya. La presión aérea de los rusos un Siria y en menor medida la de los norteamericanos les ha hecho daño y los ha obligado a “enterrarse” y a no acometer grandes ofensivas para recuperar el territorio perdido. No cabe duda de que el gran premio de los que luchan contra el Isis son Raqqa en Siria y Mosul en Irak, y recordemos que ninguna de las dos han sido perdidas aún por el Isis, demostrando que se han adaptado razonablemente a las nuevas circunstancias de la contienda.
Una de esas nuevas tácticas sería la de atentados en Europa y en la capital siria e iraquí. Según datos del Centro Internacional de Contraterrorismo de la Haya, casi el 30 % de los extranjeros que se unieron al Isis han vuelto a sus países de origen, lo que representa un evidente peligro para los países occidentales, pero sobre todo europeos.
No olvidemos que una hipotética desaparición del Isis no garantiza la ausencia de movimientos islámicos radicales en la zona. Al ser la región motivo de disputas geopolíticas, las potencias de la zona seguirán fomentando los enfrentamientos entre facciones para garantizar sus zonas de influencia como ocurre con el contencioso entre Arabia Saudí e Irán o el de Estados Unidos y Rusia con Turquía por medio. El alto el fuego pactado hace unos días, seamos sinceros, solo sirve para reagrupar tropas, ordenar suministros y en definitiva dar tiempo a reavituallarse. Sería de simples creer que las tropas sirias y rusas fueran a parar, por un alto al fuego duradero, una ofensiva exitosa contra el Daesh.
Sin una coordinación de todas las potencias implicadas en la lucha contra el Isis, la desaparición de este execrable grupo será difícil y si se da dejará como consecuencia un hueco que será ocupado por otro agente que pueda llegar a ser más peligroso que Daesh.
JOSÉ ÁNGEL HERNÁNDEZ*
Especial para EL TIEMPOPh. D. Dirige el Departamento de Historia-Escuela de Filosofía y Humanidades
en U. Sergio Arboleda.
jose.hernandez@usa.edu.co