Nos dan la buena noticia de que el presidente de la República y el senador Uribe del Centro Democrático y líder de la oposición “acuerdan persistir en salida a la paz”. Sería mejor noticia si ese acuerdo entre dos colombianos, por elevadas que sean sus posiciones, implicara que se acogen a un acuerdo muy superior a ellos: el de cientos de miles de ciudadanos y ciudadanas que han salido a las calles en todas las capitales y municipios de Colombia para exigir que se dé cumplimiento al mandato de hacer la paz sin dilaciones, de darle cumplimiento al cese bilateral y definitivo del fuego, ya pactado, y que debe ser irreversible e irrevocable.
No se equivoquen, por favor, nuestros distinguidos jefes políticos. La decisión de hacer la paz o de seguir la guerra, no está hoy en sus manos. Esa decisión la tomaron los colombianos, tanto los que votaron por el ‘Sí’ como los que votaron por el ‘No’: exigimos la paz y estaremos en las calles hasta que el mandato constitucional por la paz tenga cumplimiento. Lo dijo antier el expresidente Pastrana: “El triunfo del ‘No’ unió a los colombianos. Hoy el 98 por ciento estamos con el ‘Sí’, con la paz”. Esa apreciación del doctor Pastrana queda confirmada por las impresionantes manifestaciones de estudiantes, amas de casa, trabajadoras y trabajadores, gentes de todos los oficios honestos, que copan la calle pidiendo el punto final de la guerra y el comienzo de una paz estable e imperecedera.
No se equivoquen el presidente ni el jefe del Centro Democrático. El movimiento que ha surgido después del plebiscito no es coyuntural. Si se toman la molestia de examinarlo, verán que está asumiendo el carácter de una resistencia civil espontánea sin precedentes.
A un acuerdo nacional por la paz no puede llegarse si hay que atravesar la espesura de opiniones que no dejan ver claro. No es momento para ponernos a escuchar las doctas e inagotables disquisiciones de juristas, sabios y protosabios que ofrecen una receta diferente, todas infalibles, todas indigestas. En ese mar de palabras en el que corremos el riesgo de ahogarnos, alguien ha tirado un salvavidas. Lo lanzó en una entrevista que le hizo ‘El Espectador’ (4/10/2016) Henry Acosta, facilitador de distintos procesos de paz, incluido el actual. Expresa Henry Acosta las ideas más sensatas y clarividentes que se han manifestado desde el 2 de octubre hasta hoy. Propone que se sienten a la mesa en La Habana los negociadores del Gobierno, los representantes del Centro Democrático, los negociadores de las Farc, y que se invite al Eln, de tal manera que el acuerdo al que allí se llegue, basado en el documento de las 297 páginas, sea en verdad un acuerdo nacional.
Eso es precisamente lo que están pidiendo, de forma pacífica y casi poética, pero enérgica, los millones de colombianos cuyas voces silenciosas se hacen oír con el estruendo de una catarata incontenible.
Considera también Henry Acosta que a la mesa no se puede llegar con inamovibles, porque ahí no cabrían la discusión ni la negociación. “A la mesa hay que llegar respetando la dignidad de las partes. Si uno llega a imponer y ofender, esa negociación no tiene futuro”.
¿Cómo sortear esos ‘inamovibles’ que podrían hacer fracasar la negociación o dificultarla a extremos imposibles? ¿Cómo hacer a un lado las posturas de ‘paz sin impunidad’, ‘que paguen cárcel los unos y los otros’, ‘que no puedan hacer política los tales’ o ‘que no se les quiten a los cuales las tierras que se robaron’, etc.?
La solución, el salvavidas para no ahogarnos en ese mar de obstáculos, es el punto final constitucional. Transcribo de manera textual el pensamiento de Henry Acosta al respecto:
“… aquí hay que llegar a algo que he propuesto desde hace tres años: punto final constitucional. Si aquí se sigue insistiendo en que se van a hacer unos juicios para tales y otros para aquellos, no va a haber tiempo para enjuiciar ni para sacar nada adelante. Aquí no puede quedar culebra viva: punto final constitucional para todos. Para los de los falsos positivos, para los políticos, para las Farc. Entre otras cosas, esa es una oportunidad para que entre el Eln y sacar adelante un pacto nacional con todos”. Considera este gran facilitador de la paz que a ese acuerdo nacional habrá que darle un “candado jurídico”, bien sea mediante un plebiscito, un referendo o una asamblea nacional constituyente. “Mi propuesta es que esa mesa tripartita, en la que estarían Gobierno, Centro Democrático y Farc, tiene que funcionar de manera reservada. Pero eso sí, lo único de lo que estoy seguro es de que cualquiera que sea la salida tiene que ser convocada rápidamente. Si llegamos al segundo semestre del 2017, pues apague y vámonos”.
Aquí me parece que Henry Acosta peca de optimista. Si llegamos a final de año en esta incertidumbre, ni siquiera habrá que encender las luces de Navidad.
Punto final es el camino para terminar la guerra y comenzar la paz de la nueva Colombia, de la Colombia democrática, donde veinte millones de compatriotas que con razón no creen en las urnas recuperen la confianza en que la patria será dirigida en adelante por los mejores y los más honestos.
Enrique Santos Molano