Una de las claves de una buena narración cinematográfica consiste en no contar con palabras lo que se puede mostrar en imágenes. La película colombiana 'Oscuro animal' lleva ese principio hasta sus últimas consecuencias, y no lo hace por el simple prurito de desarrollar un ejercicio de estilo, sino porque este recurso es funcional para la trama: la historia de tres mujeres víctimas del conflicto que deben sufrir en silencio.
Las tres viven el mismo drama, aunque lo recorran por caminos distintos. Al principio de la proyección acompañamos a una campesina que regresa a su aldea después de sus oficios cotidianos y se encuentra con que todo ha sido arrasado y no queda nada de su vida.
Después nos adentramos en la cotidianidad de los combatientes, que incluye la esclavitud sexual de una mujer de raza negra. Y el tríptico se completa con el drama de una mujer que abandona el grupo armado al que perteneció, tras haberse rebelado contra sus propios compañeros.
'Oscuro animal' tiene muchos logros notables. El más importante es que consigue construir una ominosa atmósfera de zozobra y angustia alrededor de las tres historias, trasmitiendo al espectador la sensación de desamparo que viven las mujeres en la guerra.
A ello contribuyen las estupendas actuaciones de las tres protagonistas, así como una extensa galería de impactantes imágenes, hermosamente agobiantes.
Pero volvamos al comienzo: la decisión del director Felipe Guerrero de contar las historias solo con imágenes es una apuesta arriesgada y en ella pierde algunas de sus fichas.
Aunque ninguno de los planos de la cinta es de relleno, a veces no logran conformar unidades dramáticas y terminan restándole tensión a la historia.