A eso del mediodía del domingo, cuando comenzaba una ceremonia religiosa cerca del centro de Bogotá, el presidente Juan Manuel Santos y su familia sentían que las condiciones estaban dadas para que el ‘Sí’ saliera victorioso y con amplia diferencia en el plebiscito refrendatorio de los acuerdos de paz con las Farc.
Con esa convicción, y obvio luego de haber votado todos a primera hora, la familia Santos oró por los buenos resultados en la jornada electoral que, tan solo 5 horas después, les daría una sorpresa cargada con muchos tintes de derrota. (Lea también: La polarización que se trasladó a las urnas)
Tras esa ceremonia partieron, unidos como familia, hacia la Casa de Nariño para almorzar y estar pendientes de los resultados de la votación.
El jefe de Estado se reunió con su equipo negociador de paz y parte de su gabinete, mientras que su esposa e hijos pasaron a la casa privada.
Durante el almuerzo, que fue más un encuentro de trabajo, la preocupación que se sentía en el equipo del Ejecutivo estaba relacionada con el impacto del mal clima en varias regiones sobre la votación, pues las lluvias estaban frenando la salida a las urnas de los electores. Pero, hasta ese momento, no se preveía lo que finalmente sucedió.
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Los primeros boletines oficiales de la Registraduría comenzaron a generar optimismo en Santos y su gabinete, algo que acompañaba perfectamente un café que se sirvió pasadas las 4 de la tarde, hora en que se cerraron las urnas.
Pero cuando la tendencia cambió, el rostro de quienes integraban el grupo que estaba en la Casa de Nariño también lo hizo, y, obviamente, la preocupación regresó y con fuerza, pues no era algo que se esperara. El ‘No’, la orilla opuesta a la campaña oficial, tomó la delantera y no la soltó.
Esto motivó una reunión de última hora entre Santos, los negociadores y parte del gabinete ministerial, incluidos algunos líderes del ‘Sí’, como el expresidente liberal César Gaviria, para analizar qué camino tomar tras el revés en las urnas. La intención era encontrar una salida que evitara echar al traste cuatro años de conversaciones con las Farc y 297 páginas de acuerdos con esa guerrilla.
Con la noticia de los resultados adversos, por razones obvias, el Presidente canceló su asistencia al acto en el que se iba a celebrar el triunfo del ‘Sí’ y para el cual se había reservado uno de los salones del Hotel Tequendama, en el centro de Bogotá, y donde solo hubo caras largas.
El encuentro con los negociadores, el gabinete y los líderes del ‘Sí’ estuvo marcado por la tensión, y allí fue que se decidió convocar al diálogo político amplio, como Santos lo notificó al país en su alocución de las 7 de la noche del domingo.
Tras mirar varias alternativas, entre ellas volver al combate en el campo de batalla, los asistentes a la cita de última hora en Palacio acogieron conversar de forma directa con quienes promovieron el ‘No’, incluyendo al expresidente y senador Álvaro Uribe, líder máximo del Centro Democrático.
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Santos, con algunos pocos asesores, diseñó personalmente el contenido de su alocución. Al terminarla, y consciente de que su gobernabilidad quedó afectada con el resultado en las urnas, convocó a líderes de los partidos políticos para analizar los puentes que debían tendérsele al uribismo para que aceptara dialogar.
De esos encuentros fue que nació la primera cita ampliada de los partidos que integran la Unidad Nacional y que acompañaron los diálogos. Ese encuentro se dio el lunes en la Casa de Nariño, en el cual, además, estuvieron algunos de los negociadores oficiales de paz.
De las citas en la noche del domingo surgió también la posibilidad de mover el gabinete ministerial para garantizar la gobernabilidad.
La última reunión, y bastante clave para un momento de incertidumbre política como el actual, se dio pasadas las 8:30 p. m., cuando el vicepresidente Germán Vargas Lleras y el fiscal general, Néstor Humberto Martínez, llegaron a Palacio a reunirse con Santos.
Este encuentro fue privado, pero el papel del segundo hombre al mando del Estado y candidato presidencial en ciernes para el 2018, que cuenta entre sus aliados al jefe del ente acusador, puede ser determinante para lo que suceda en los próximos días.
En la mañana del lunes, el jefe de Estado se levantó temprano a ejecutar este nuevo paso con el que espera retomar el rumbo político para salvar los acuerdos de La Habana, y así lo dejó claro en su única aparición pública del día:“Vamos a continuar y a seguir poniendo todo nuestro empeño para dejar a las próximas generaciones un país en paz”.
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