El deporte sigue siendo uno de los puntos positivos para el país. Acabamos de tener una actuación memorable en los Juegos Olímpicos y Paralímpicos. El ciclista Nairo Quintana, en una vibrante carrera, se coronó campeón de la Vuelta a España, una de las más emocionantes de los últimos años. Y otro pedalista nuestro, Esteban Chaves, levantó los brazos este fin de semana como vencedor en el Giro de Lombardía (Italia). Uno de los cinco ‘monumentos’: carreras de enorme tradición y exigencia en este deporte. Este es otro triunfo colombiano que no debe pasar desapercibido, es un logro histórico, tremendamente meritorio.
Para completar la cosecha, nuestro país fue escenario de la Copa Mundial de Fútbol de Salón, que se escenificó con gran éxito en Cali, Medellín y Bucaramanga y en la que Argentina se coronó campeón por primera vez. Una conquista celebrada en grande y calificada como histórica por los diarios de ese país.
Colombia, como selección, no tuvo una gran actuación y habrá lecciones para revisar. Pero le queda la experiencia y, sobre todo al país, el haber organizado un gran mundial, que atrajo turismo y tuvo buena asistencia. Quedan, así mismo, unos escenarios renovados, como el coliseo del Pueblo, en la capital del Valle; el Iván de Bedout, en Medellín; y el Bicentenario, en la capital santandereana, que deben ser bien aprovechados.
Y algo muy importante: este es un país en el que la Fifa, el máximo organismo del fútbol mundial, ha puesto su balón de la confianza. Colombia organizó en el 2011 la Copa Mundial Sub-20, y ya se puso la camiseta para lograr ser sede de uno femenino. Que haya suerte.
Más allá de la polémica sobre las paternidades de este deporte, el fútbol de salón, con algunas pocas modificaciones en su reglamento, es hermano de sangre del microfútbol, por el que tanto luchó el famoso ‘Loco’ Arroyave. Este es un deporte querido, popular, familiar, de cada domingo y cada tarde, del picadito del barrio. Allí, aparte de un punto de encuentro y de desfogue de juventudes, hay un semillero de futbolistas. El que hayamos sido sede de un mundial fue justo. Y más que merecido que haya salido bien. El deporte sigue poniendo la nota amable.
editorial@eltiempo.com
Mientras tanto el deporte...
El deporte sigue poniendo la nota amable en la agenda del país.
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