Con la dimisión de Pedro Sánchez como secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), tras haber perdido el apoyo mayoritario de su agrupación, se abre una crisis sin precedentes en la política partidista.
Una de las bases de la estabilidad en este país ha sido este partido histórico, fundado hace 137 años. Los cuatro últimos fracasos electorales, atribuidos al propio Sánchez, marcan una pérdida de votos nunca vista antes.
El PSOE, además, ha pasado de tener un 48 por ciento de los votos en los ochenta a poco más del 22 por ciento en la actualidad. Pero el desangre no solo es responsabilidad de Sánchez en los dos años y tres meses que actúo como secretario general, sino de una constante que parece marcar desde el 2005 el rumbo de la socialdemocracia europea.
(Contexto de la noticia: Rebelión en el Partido Socialista Obrero Español contra Pedro Sánchez)
En cualquier caso, el PSOE ha llegado al más bajo dato histórico al contar hoy solo con 85 diputados en el Congreso. La caída también es atribuible a la aparición de Podemos, de extrema izquierda, que le ha arrebatado un número importante de electores bajo el combativo liderazgo de Pablo Iglesias.
Lo que se le cuestionó a Sánchez, y que terminó en su renuncia, fue la incapacidad para mantener a raya a esa nueva agrupación y crear una fuerte división interna dentro del partido. La fractura del PSOE obedece a la tensión creada por el exsecretario general, enemigo de cualquier señal que favoreciera una investidura de Mariano Rajoy, del Partido Popular (PP), como presidente del Gobierno y ofrecerse él como una alternativa viable.
Una parte del PSOE, por el contrario, que ha salido ahora triunfante, ha señalado como mejor camino abstenerse en el Congreso ante la candidatura de Rajoy, lo que le aseguraría la presidencia al líder conservador, y convertirse de inmediato en partido de oposición.
Los críticos de Sánchez dentro del PSOE veían inviable la idea de que fuera candidato a la presidencia con 52 diputados menos que el PP. No obstante, los barones del PSOE han dicho que una probable abstención de su partido frente a la investidura de Rajoy no se ha contemplado de manera oficial. Será un equipo gestor, presidido por Javier Fernández –presidente de Asturias y secretario general de la Federación Socialista de esa región–, el que dirigirá a esta agrupación política hasta que se convoque un congreso extraordinario.
Este decidirá un nuevo comité federal, el nombre del nuevo secretario general y la política por seguir frente a la investidura de Rajoy.
El tiempo corre en contra de esta agrupación política. España está a menos de 30 días para que se convoquen nuevas elecciones presidenciales si Rajoy no logra los votos necesarios en el Congreso, para lo que necesita la abstención del PSOE. Dentro de las tres próximas semanas el rey Felipe VI hablará con los jefes de los partidos para determinar quién sería el candidato para una investidura; todo indica que será Rajoy.
Mientras tanto, el PSOE deberá reorganizarse, elegir secretario general, fijar posiciones y, sobre todo, mostrarse unido ante un país que empieza a pedírselo, al reconocer en él un factor determinante de la estabilidad democrática y clave para la gobernabilidad a futuro.
JUANITA SAMPER OSPINA
Corresponsal de EL TIEMPO
MADRID