El torrente de noticias de la semana no dio tregua para que otros hechos –no tan relevantes como el que tendrá lugar mañana con motivo del plebiscito– captaran el interés del grueso de la ciudadanía, en particular de quienes habitan las grandes ciudades del país.
Durante todos estos días, un grupo de 750 expertos en búsquedas y rescate, provenientes de 25 lugares del mundo, se dieron cita en Bogotá para medir la capacidad de reacción que tendrían las autoridades en la eventualidad de un movimiento sísmico en la capital de 7,0 grados, es decir, un terremoto.
La primera conclusión de este simex (simulation exercise) es que una catástrofe de esta magnitud ocasionaría no menos de 7.000 victimas fatales y 55.000 afectados. De ahí la importancia de dicho encuentro, especialmente porque es en los centros urbanos donde un terremoto podría generar las mayores afectaciones a su composición urbanística –edificios, viviendas, industria–, a su red de servicios públicos y pondría en alerta máxima a los centros de emergencia.
El miércoles, mientras todos debatían las bondades del Sí y el No, sobre el escritorio de estos expertos, encabezados por el director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), se simuló ese terremoto en Bogotá, se activaron protocolos y se perfiló información valiosa sobre cómo se movilizarían los apoyos para hacer de la cooperación internacional un aliado efectivo en caso de un siniestro de estos.
El hecho de que llevemos centurias sin que Bogotá u otra capital grande experimenten lo que ya han experimentado otras zonas del país, no significa que la gente deba permanecer al margen de estas discusiones y alertas. Siempre hay que estar preparados para los designios de la naturaleza.
Bien por la UNGRD y demás organismos de socorro que abanderaron un encuentro en el que, a través de las tareas de simulación, será posible afrontar y disminuir el impacto de una emergencia de grandes proporciones, siempre y cuando se coordine eficazmente el papel de cada quien: autoridades, empresa privada, comunidad internacional y ciudadanía.
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