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Un Sí contra la muerte

El Sí, para que no se repita el horror, para no vivir el infierno del secuestro y el destierro.

Luis Noé Ochoa
Uno de los días más importantes para Colombia, en muchos años, es este domingo, cuando digamos Sí o No a la paz. O al comienzo de un camino de paz. Es el día del Sí o No al acuerdo entre el Gobierno y las Farc, para que esta guerrilla deje las armas y pase a hacer política. Es decir, a echar discursos en lugar de echar plomo, a hacer propuestas en vez de hacer atentados, a armar proyectos en lugar de armar proyectiles, a reclutar adeptos políticos en vez de reclutar menores... ¿Sí?
Esta semana les contaba a unos campesinos por qué votaré Sí. Gracias a Dios, estamos en una zona donde no hay minas y podemos caminar tranquilos, les dije. Pero otros dan pasos con el credo en la boca. Hay zonas donde dan nervios hasta las bombas de cumpleaños. Porque Colombia está sembrada con cien mil minas antipersonas, en las que han caído casi 11.000 víctimas, muchas de ellas niños juguetones y labriegos buenos, soldados y policías que murieron o quedaron mutilados. Esa es la guerra que debe terminar, que ha matado a más de 220.000 personas en 52 años. ¿Sí?
La violencia ha desplazado a unos 7 millones de campesinos que lo dejaron todo, dije. Y les conté de un día que una pareja de desplazados me hizo aguar el ojo, y maldijimos a la guerrilla mientras cuchareamos una sopa en el centro de Bogotá, donde le robaron la cucharita y no sé qué más a Jorge Velosa, el genial carranguero, que ama el campo y quiere la paz. “¿Velosa va por el Sí?”, preguntaron. “Sí –les respondí–, y hasta se echó estas rimas:
‘Esto dijo el armadillo / meditando en un palito: / por la paz y por la vida, / vote sí en el plebiscito.
En Cartagena se firma / con la paz otro destino. / Ruego que a todos cobije, / pero más al campesino, / quien con todas las violencias / es el que más ha sufrido’ ”.
Pero esta firma, que debería ser fiesta nacional y el mundo respalda, increíblemente tiene enemigos internos. Esto dijo el armadillo / bañándose en un aljibe: / el mundo apoya el proceso, / el único ‘no’ es de Uribe.
Europa, Estados Unidos, América, el Papa y muchos líderes más respaldan a Colombia, pero aquí el rey del despecho y su séquito, cada vez más sequito, dicen no. ¿Celos, venganza, candidaturas, odio? Pero si están de por medio la vida y el futuro de los colombianos, de los niños de hoy, del país mismo. ¿Es más importante el pulso político que la paz de Colombia? Qué dolor, que dolor, qué pena.
Las Farc fueron brutales. Pero esta fue la única vía para que dejaran las armas. Y al menos, por fin, pidieron perdón. Y lo están haciendo en varias partes. Las víctimas, que han sido el centro del proceso, apoyan el Sí. Por ellas, para que las reparen y, sobre todo, para que les digan la verdad y puedan aliviar ese dolor que les pesa en el alma, voto Sí.
También, porque 15.000 fusiles van a dejar de apuntarnos. Porque 6.000 u 8.000 hombres y mujeres que se van a desmovilizar pueden ayudar a desminar y porque millones de desplazados pueden volver al campo. Y para que al fin haya una política agraria seria, para que tengamos cosecha de café y no de muertos, ni de huérfanos y viudas. Por eso digo Sí.
Si queremos que acabe la horrible noche, tenemos que participar masivamente en las urnas, pues un respaldo gigante a la paz es también una exigencia a las partes para que cumplan los compromisos, sobre todo a las Farc. Esa debería ser tarea de la oposición y de todos.
El Sí es contra la muerte, para que no se repita el horror, para que otros no vivan el infierno del secuestro y el destierro. Con un voto, así sepamos que nos tragamos unos sapos, podemos acabar con mucho de esta tragedia. Y es que la paz vale menos que la guerra, que cuesta vidas. ¡Sí!
Luis Noé Ochoa
luioch@eltiempo.com
Luis Noé Ochoa
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