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La noche en la que María Isabel fue golpeada brutalmente por su novio

María Isabel Covaleda revela detalles del caso que desató indignación en redes.

DIEGO ALARCÓN
Las suturas comienzan a cicatrizar, el rastro morado de los golpes es menos intenso y la inflamación de los pómulos se ha atenuado. María Isabel Covaleda dice que ya comienza a recuperarse físicamente de la brutal golpiza por la que denunció a su exnovio Camilo Sanclemente, el fin de semana anterior, pero que las peores heridas que le dejó el episodio no pueden verse: sus manos tiemblan todo el tiempo, toma pastillas para dormir pero no logra conciliar el sueño por más de tres horas y no hay analgésico que le quite el dolor de cabeza.
Cuenta que la noche del viernes 16 de septiembre, Sanclemente, un administrador de empresas de 32 años, la agredió hasta dejarla inconsciente en un evento en el teatro Faenza de Bogotá, a la vista de varios testigos.
Esa misma noche, ella denunció el caso en la Unidad de Reacción Inmediata (URI) de Puente Aranda, “pero me tomó algún tiempo meditar si lo hacía público, para advertir sobre lo peligroso que Camilo podía ser”. Finalmente lo hizo. Las redes sociales se inundaron con su mensaje y las imágenes de su cara maltrecha por los golpes despertaron una masiva solidaridad que durante la semana la convirtió en un símbolo contra la desatada violencia hacia la mujer en el país.
EL TIEMPO conversó con ella sobre los hechos de esa noche y sobre cómo ha cambiado su realidad desde entonces. Teme por su vida y por la de su hija, evita ir a su casa por temor a que su agresor la busque, y denuncia, lo difícil y poco amable que a su juicio resulta hacer una denuncia como la suya en Colombia. A pesar de todo, está convencida de que hace lo correcto al dar a conocer su caso: “el silencio –afirma– perpetúa la violencia”.
¿Qué fue exactamente lo que pasó en el teatro?
Nosotros habíamos terminado el lunes anterior por una discusión que tuvimos en mi casa, él me pegó un cabezazo, me dio golpes con la mano y me tiró al suelo. Los dos estábamos invitados al evento del viernes y cada uno llegó por su cuenta. Le dejé claro que ya no éramos nada. Hacia la medianoche él empezó a halarme hacia un rincón, discutimos un buen rato y yo me negué a irme con él, como me pedía. Empezó a hablarme de forma violenta. De un momento a otro me comenzó a pegar hasta que me dejó inconsciente.
Usted ha dicho que él se fue y luego regresó...
No sé cuánto tiempo pasó, pero un rato después, cuando la gente me estaba ayudando apareció fumando para preguntarme sorprendido qué me había pasado. Yo solo sentía fuego en la cabeza, mucha confusión. No lo recuerdo bien, pero pude decirle a la gente que era él quien me había pegado y algunas personas ya lo habían reconocido.
La gente ya había llamado a la Policía...
Sí, y cuando llegaron les pedí que me llevaran a denunciar. Se lo llevaron a él también por las denuncias mías y de la gente. Nos llevaron a Puente Aranda. Él estuvo todo tiempo amenazándome. Al llegar, me tuvieron con él en la misma sala mientras era turno de hacer el trámite y eso fue espantoso. Tenía la cara rota, no podía casi tener la cabeza firme y con él al lado amenazando… No me dieron ni un vaso de agua…
¿Han vuelto a hablar desde lo que pasó en el teatro?
El lunes Camilo me envió un mensaje en el que me decía que la gente lo había acusado injustamente porque vieron a una mujer llena de sangre y la sangre es escandalosa y que sus dos días de reclusión en la URI fueron un infierno.
Lo dejaron ir sin importar que fue detenido en flagrancia y que hubiera intentado matarme. Desde ese día estoy en pánico, temo por mi vida y la de mi hija...
¿Qué la motivó a hacer público su caso?
Decidí contar la verdad costara lo que costara. Quise hacerlo público para protegerme a mí y a mi hija y porque el silencio hace que la violencia contra las mujeres se perpetúe. De hecho, no me esperaba que después de esto aparecieran varias mujeres que lo acusan de agresiones también. Ya son seis mujeres a las que Camilo agredió de una u otra forma y eso terminó de romperme los nervios. ¿Cuántos casos quedan sin conocerse por guardar silencio? Es necesario un cambio.
¿Después de la denuncia y las amenazas de esa noche, recibe alguna protección por parte del Estado?
Por ahora no. Cuento con un círculo cercano que me tiene rodeada y me acompaña, hemos diseñado nuestro propio dispositivo de seguridad. Espero recibirla, el Estado debe protegerme como ciudadana, temo por la seguridad e integridad nuestra.
Por ahora no quiero volver a mi casa, saqué a mi hija del jardín, cambié las guardas. Se cayó mi vida y lo primordial es ver cómo reorganizarla.
¿Lo denunciará por intento de feminicidio?
Sí. No he podido ampliar la denuncia por lesiones personales porque el caso aún no está en manos de un fiscal. Está en reparto. Y no he tenido la oportunidad de contar bien mi caso. Esa noche yo estaba esforzándome para mantenerme en pie e irme al hospital lo más pronto posible.
¿Él había tenido alguna conducta anterior que le hiciera sospechar de su agresividad?
Camilo y yo estuvimos juntos los últimos seis o siete meses. Al tercer mes, en un viaje que hicimos, se puso furioso porque se le quedó la cámara en mi casa de Neiva. Gritaba de una manera anormal. Traté de calmarlo y le pedí respeto porque mi hija estaba con nosotros. Desde entonces, empecé a percatarme de sus ataques de furia. Me culpaba de cualquier cosa y me reclamaba más espacio, más y más tiempo. Si tenía alguna visita, él rondaba mi casa. Un día me reclamó porque mi papá vino a verme y se quedó en mi casa. Camilo se puso furioso porque eso significaba menos tiempo para él.
¿En qué momento comenzó a preocuparse por sus actitudes?
Al cuarto mes. Más o menos. Cada vez me reclamaba más por cosas sin importancia. Hablaba mal de mis amigas y decía que no eran un buen ejemplo para mi hija. Comenzaba a gritar y a insultarme. Me decía cosas horribles, pero luego lloraba, pedía perdón, decía que no era él. Me cogía el teléfono, veía mi WhatsApp todo el tiempo borraba los mensajes agresivos que él mismo me mandaba...
¿Qué tan difícil considera denunciar un caso de maltrato luego de todo este episodio?
Es muy difícil. Llegas a las instituciones rota física y emocionalmente. Los mismos policías no animan a denunciar sino a todo lo contrario: acababan de agredirme y me sentía tratada como si me hubieran cogido robando, o algo así. Los funcionarios de las instituciones son mayormente hombres que no están preparados para atender estos casos. Te tratan como si no valieras un peso.
Además de haberme tenido con Camilo al lado todo el tiempo, Medicina Legal me entregó un informe totalmente ilegible, no se puede leer porque la hoja salió corrida. Pedí otra copia porque era imposible de leer, pero no pude tenerla porque la fotocopiadora no servía. Pedí que me lo enviaran por correo y no lo han hecho. Regresé el miércoles y me dijeron que la fotocopiadora seguía sin servir.
¿Cuál es su mensaje para todas las mujeres que hoy están siendo víctimas de la violencia de pareja?
Que hay que denunciar. Háganlo. Las mujeres no podemos quedarnos calladas. Sé que no es fácil, pero existen herramientas, organizaciones y vías jurídicas para poder exigir nuestros derechos y recibir apoyo. Las animo a hacerlo, porque si no hay denuncia y las mujeres perdonan las agresiones, estas serán cada vez peores e, incluso, un día pueden llegar al asesinato.
Pero también hago un llamado a las instituciones para que hagan una reforma de sus procedimientos en estos casos, para que nos faciliten las cosas a las víctimas. Y por último, creo que es importante que la sociedad se dé cuenta de hasta qué punto llegan los modelos machistas que nos rigen, para que el maltrato no se siga perpetuando.
La versión del acusado
El abogado de Camilo Sanclemente, Luis Fernando Becerra, aseguró a este diario que ante la ausencia de una citación formal de la Fiscalía es poco lo que puede decir y que hasta ahora el caso solo ha tenido como escenario las “especulaciones de los medios de comunicación”.
“Pareciera –dice Becerra– que quieren convertirlo en el nuevo caso Colmenares. Los procesos no se debaten en periódicos y noticieros sino ante los jueces. Camilo Sanclemente tiene el legítimo derecho a no autoincriminarse y acudirá a dar su versión solo cuando la justicia se lo solicite”.
DIEGO ALARCÓN
Redacción Domingo
DIEGO ALARCÓN
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