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¿Y si gana el No?

¿Se volverán a sentar las Farc otros tantos años a revisar un acuerdo con menos beneficios?

Funcionarios y defensores del Sí han destacado las oportunidades que se abren si termina la guerra con las Farc. Los defensores del No también han utilizado todos los recursos posibles para mostrar los males que traerá este acuerdo.
Pero me sigue faltando una respuesta: qué ocurrirá de bueno si gana el No. Partamos de que No significa que No se aprueba lo acordado. La pregunta no ofrece una opción de pedir revisión. Pero de pronto el Gobierno acepta que es un mandato popular de rectificar. En ambos casos me surgen algunas preguntas.
¿Va el Gobierno a mantener el mismo equipo para renegociar? ¿Se volverán a sentar las Farc otros tantos años a revisar un acuerdo con menos beneficios? ¿Qué pasará con el cese bilateral definitivo del fuego y de todas las hostilidades contemplado en unos acuerdos no aprobados? ¿Qué harán las Farc con las armas que para ese 3 de octubre seguramente no habrán empezado a entregar? ¿Y con la plata que ni siquiera ofrecieron devolver?
¿Qué harán a partir del 3 de octubre las cúpulas militar y de Policía que desde hace ya más de un año no combaten a las Farc? ¿Ordenará el comandante en jefe pasar de inmediato a la ofensiva, cuando de todas maneras una buena parte del país haya votado por cesar el fuego?
¿Qué hará la misión de la ONU, ya instalada aquí, para verificar un cese del fuego, una desmovilización y un desarme que ya no ocurrirán? ¿Dónde se ocultarán ‘Timochenko’ y el secretariado? ¿En Cuba, en Venezuela? ¿Habrá una tregua, un corredor humanitario? ¿O aceptarán ir a las cárceles? ¿Devolverán las Farc a los menores que conforman la mayor parte de sus filas? ¿Habrá paz entre las familias sometidas al reclutamiento de sus niños?
¿Seguirá interesado el Eln en negociar? ¿Disminuirán el narcotráfico, el secuestro y la extorsión si las Farc tienen que seguir financiándose? ¿Estarán tranquilos los pueblos que desde hace tiempo no son atacados por las Farc y los estudiantes cuyas escuelas ya no son usadas como trincheras?
¿Dormirán mejor las familias de militares y policías que deberán volver al ataque o estar listos por si son atacados? ¿Se sentirán reparadas las víctimas sabiendo que sus victimarios permanecen en el monte, armados y ricos? ¿Cómo se garantizará la paz que ofrece la campaña del No si triunfa?
¿Mejorará la economía y el Estado invertirá lo que iba a gastar en pagarles a los guerrilleros? ¿Los capitales extranjeros vendrán a chorros sin tener claro qué va a suceder? ¿El Congreso de la República mejorará su imagen sabiendo que ya no van a llegar mínimo diez exguerrilleros?
¿Qué dirán los líderes mundiales que respaldaron las negociaciones de paz? ¿Que estaban ciegos o embobados, como se afirmaba? ¿Cumplirá la oposición la promesa de asumir el No como una orden de rectificar o preferirá decir que No es No y que lo mejor es la solución armada? ¿Hablará Santos esa misma noche o se guardará en silencio, como lo hizo Uribe durante varias semanas cuando no pasó su referendo?
¿Le ofrecerán Pastrana y Uribe colaboración a su colega? ¿Seguirá existiendo el cargo de Alto Comisionado de Paz? ¿Cómo se sentirán uno de los cerebros de la Constitución del 91, uno de los más respetados militares, uno de los mejores policías del mundo y un empresario exitoso que, entre muchos otros, trabajaron cuatro años en un acuerdo de paz que la mayoría no les aprobó? ¿Quién responderá por las estrategias de comunicación y de política en favor del Sí?
¿Nuestro país, tan orgulloso de Caterine, Nairo, Mariana o James, sacará pecho por seguir con el único conflicto interno en el continente y con dos de las guerrillas más antiguas del mundo?
Con algunas respuestas ya se podría definir el voto.
Darío Fernando Patiño
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