La celebración del Atlético Nacional y de su gran hinchada por la conquista de la Copa Libertadores de América es justa en todo sentido. El bicampeonato –ya la había logrado en 1989, en vibrante final con tiros interminables desde los 12 pasos– del torneo de clubes más importante del continente, alcanzado con su estadio a reventar, no solo físicamente sino de pasión, es extraordinario y lleno de méritos.
El Nacional es el onceno de Colombia más ganador de los últimos tiempos, el de más estrellas logradas, pues tiene 15 en su escudo. Y ahora, el que más copas internacionales ha cosechado. Seguido del equipo albo de Manizales, el Once Caldas, que también logró este anhelado trofeo en el 2004. Sin olvidar a Santa Fe, el primer club colombiano en conquistar la Copa Suramericana, que aún ostenta.
Esta que festejan los verdolagas –al parecer solo empañada por la intolerancia y la torpeza de unos desadaptados, que causaron tres muertos, dos en Bogotá y uno en Antioquia– parecía marcada con anticipación, porque el equipo de Medellín fue el mejor en todo el torneo. Con fútbol bonito y efectivo, Nacional fue dejando en el campo a encopetadas escuadras como São Paulo, de Brasil; Peñarol, de Uruguay; Huracán, de Argentina; Sporting Cristal, de Perú; e Independiente del Valle, en partidos de ida y vuelta.
Y debe ser tomada como lección de lo que es un proceso sostenido, bien llevado y serio; con técnicos experimentados y estudiosos, como Reinaldo Rueda, y que no se cambian como quien sustituye porteros. Esos técnicos saben armar y reforzar sus plantillas en el momento oportuno. Así lo hizo Atlético Nacional al echarle mano al goleador del torneo local, Miguel Borja, a la postre el goleador de la copa. Es decir, este triunfo tiene una exitosa jugada de laboratorio hecha por la dirigencia.
Esa es la clave. Entonces, que sea esta una celebración del fútbol colombiano, pero fundamentalmente una enseñanza para todos, si se quiere que el balompié nacional suba el nivel y llene estadios. Hay otros equipos en trabajos interesantes, pero aquí hay mucho para aprender.
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