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¿Qué hacer con el CO2? ¡Volverlo piedras!

La trasnformación se hace con una mezcla del gas con agua y se reinyecta al fondo de la Tierra.

EFE
La emisión de dióxido de carbono o CO2 es uno de los principales responsables de la retención del calor solar en la atmósfera o efecto invernadero, que provoca el calentamiento global del planeta y alteraciones en el clima, según un creciente consenso científico. Un problema producido, sobre todo, por la industria, la deforestación y los combustibles fósiles.
Ahora un equipo de científicos e ingenieros ha probado con éxito una solución, que puede ser revolucionaria, para reducir el impacto de este problema: capturar las emisiones de CO2 y solidificarlas transformándolas en piedra.
La idea, aunque no es nueva, es la primera vez se ha logrado llevar a la práctica en un lapso de tiempo radicalmente inferior al que se calculaba.
En un ensayo en Islandia, se capturó el CO2 producido por una planta de energía geotérmica, fue mezclado con agua y se reinyectó en el subsuelo.
La experiencia fue realizada por investigadores del proyecto Carbfix, que han demostrado que las emisiones de este gas pueden ser bombeadas al interior de la Tierra y, allí, transformarse en material sólido en cuestión de meses.
Este hallazgo podría eliminar el temor que venía sobrevolando la idea de capturar el CO2 y almacenarlo bajo tierra, consistente en que las emisiones acumuladas pudieran, en el futuro, filtrarse a la superficie y llegar de nuevo al aire, de acuerdo con el organismo público Reykjavik Energy (OR, por sus siglas en islandés), que provee electricidad y agua a Islandia y es el principal impulsor de Carb-fix.
El experimento de la transformación del CO2 en piedra, que comenzó en el 2012, se efectuó en la central de Hellisheidi, la mayor planta productora de energía geotérmica del mundo, es decir, la electricidad producida aprovechando el calor del interior de la Tierra, ligado a volcanes, aguas termales, fumarolas y géiseres.
La planta de Hellisheidi proporciona electricidad a Reykjavik, capital de Islandia, y a sus industrias, bombeando a la superficie el agua calentada por los volcanes y utilizándola para impulsar las turbinas generadoras de corriente. Pero el proceso no es completamente limpio, pues también se traen a la superficie gases volcánicos, ente ellos el dióxido de carbono, según el OR.
La prueba
Desde hace unos años, en vez de liberarlo a la atmósfera, esta central geotérmica comenzó a mezclar el CO2 con el agua bombeada desde el subsuelo y a reinyectar esta mezcla líquida en la roca volcánica basáltica subterránea.
En la naturaleza, cuando el basalto se expone al CO2 y el agua, se produce una serie de reacciones químicas, y el carbono de ese gas se precipita en la roca formando un material calcáreo blanquecino, pero nadie sabía cuán rápido era, con vistas a aprovecharlo para almacenar el dióxido de carbono de forma deliberada, dicee el OR.
Según ese ente público, estudios previos calculaban que en la mayoría de las rocas esta transformación geológica puede tardar cientos o aun miles de años, pero en el basalto que hay debajo de Hellisheidi, el 95 por ciento del CO2 inyectado se solidificó en menos de dos años.
“Esto significa que en el futuro podremos bombear grandes cantidades de CO2, almacenarlo de forma segura en un período muy corto y utilizar este sistema en lugares donde abunda el basalto, un material negro y poroso, presente en los fondos oceánicos y que representa el 10 por ciento de las rocas continentales”, dice Martin Stute, hidrólogo del
Observartorio de la Tierra Lamont-Doherty, de la Universidad de Columbia, y coautor del trabajo.
Hasta ahora este proceso se había centrado en bombear e inyectar el CO2 en piedra arenisca o acuíferos salados, pero con el temor de que el gas almacenado bajo tierra podría escapar a la superficie por fracturas del terreno, terremotos o los temblores causados por su propia inyección.
La ingeniera química Edda Aradóttir, quien lidera el Carbfix por parte del OR, calculaba inicialmente que la solidificación del CO2 provocada en el basalto de Hellisheidi podría requerir de 8 a 12 años, pero, según esta investigadora, “ha sido una sorpresa comprobar que puede producirse mucho más rápido”.
Consultada por Efe sobre las posibles aplicaciones de esas rocas con CO2, Aradóttir señala que “dado que estas piedras se forman dentro de los flujos de lava basáltica a unos 500 metros debajo de la superficie, la profundidad a la que es inyectado el gas disuelto en agua, sería costoso y dificultoso extraer ese material. No contemplamos, de momento, ningún uso particular”.
 EFE
EFE
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