José Aurelio Pulido Medina es el propietario de la empresa Delicias Boyacenses, dedicada a la producción y comercialización de los productos típicos de la región de Boyacá, “cuna de la Independencia de Colombia”, como él dice y que evidencian la riqueza gastronómica del país.
¿A quién no se le hace agua la boca cuando ve y piensa en una arepa boyacense o en una almojábana o en la chicha?
No sólo los colombianos se deleitan con estas delicias que José Aurelio aprendió hacer gracias a su madre, María del Rosario Medina, quien con los años se convirtió en su más fiel acompañante a la Feria de las Colonias en donde dan a conocer su cultura a través de sus productos.
Y fue precisamente la Feria de las Colonias, cuenta José, que le dio la oportunidad de expandir el negocio y hacer de un tema cultural el sustento de su familia.
“La empresa fue creada en 1958, cuando la Gobernación nos invitó a Corferias y ahí comienza el deseo de ampliar nuestra fábrica de arepas y almojábanas. Desde su primera versión y hasta el día de hoy no hemos faltado a ninguna, con nuestros bocados típicos, entre los que se encuentran génovas, habas, maní y, nuestro producto insignia, la chicha, que llevamos como regalo de nuestro pueblo”, cuenta José, oriundo de Cómbita.
Gracias a esto se han dado a conocer y les ha permitido participar de otros eventos a nivel nacional, pero asegura, “la feria de las Colonias fue un trampolín para llevarme a ser un emprendedor y microempresario de un producto que no necesitaba más que ponerlo en los estándares de los grandes comercios nacionales”.
La empresa fue creada con un hermana, Claudia Milena Medina quien también aprendió el arte de la elaboración de arepas y almojábanas. Desde entonces han tenido aproximadamente unos 20 empleados gracias al crecimiento de la producción que los ha llevado a la vanguardia del producto, mejorándolo, comprando más maquinaria y exponiéndolos en diferentes sitios, dice.
Hoy se ríe cuando cuenta cómo era su negocio en sus inicios. “Al principio fue muy empírico; para un campesino que está acostumbrado a vender sus arepitas y almojábanas en Bogotá es muy difícil sacar una cámara de comercio, llegar a ponerle un empaque y presentarlo de la mejor manera; al comienzo era por unidades, con la ruana, el sombrero y, ya después, aprendimos que lo primero que se tiene que hacer es formalizar la actividad económi ca, es decir, registrarla.
Anécdota por un producto típico
“Nos encontramos año tras año con gente que nos visita y que le gusta el producto y es eso es muy significativo. En una ocasión vino una familia de Estados Unidos y otra canadiense. Estaban consumiendo la famosa chicha boyacense y le empezaron a llorar los ojos; les dije que si estaba muy fuerte le podía bajar la intensidad de alcohol y si no le gustaba le devolvía su dinero. Me respondió que no era por el producto sino por la alegría que le daba encontrar en un sitio como éste una bebida de buena insignia como es el típico boyacense. Hizo un gran pedido, se llevó unos buenos recuerdos y para mí fue muy significativo”, puntualiza el empresario.