Hace ya dos décadas que los bogotanos escucharon por primera vez el término ‘cultura ciudadana’. Entre otros símbolos, se recuerdan las cebras humanas que invitaban a respetar las señales de tránsito, o las tarjetas con el pulgar hacia arriba o hacia abajo que se exhibían para aprobar o reprochar la acción del otro.
Además de que la campaña contribuyó, entre otras cosas, a bajar los niveles de intolerancia, lo más positivo fue la apropiación del término por la ciudadanía. A fuerza de pedagogía y lúdica, la gente adoptó un comportamiento distinto que, sin embargo, se fue diluyendo con el tiempo hasta desaparecer. Hoy, los colados de TransMilenio se volvieron paisaje, las riñas y muertes por intransigencia son pan de cada día y la agresividad se apoderó del espacio público.
Por eso no deja de ser reconfortante el anuncio hecho esta semana por la Alcaldía de Bogotá: vuelven las campañas de cultura ciudadana, encabezadas por su máximo inspirador, el exalcalde Antanas Mockus, y Corpovisionarios. Y, al igual que hace dos décadas, un primer paso estará enfocado a mejorar la movilidad en la capital a través de invitaciones a los conductores para no invadir las intersecciones viales en momentos de congestión (‘Dale ritmo a Bogotá’).
La nueva apuesta busca, adicionalmente, atacar fenómenos que están propiciando una violencia generalizada en la ciudad: riñas, agresión familiar, matoneo escolar, entre otros.
Dicho esto, lo más importante de la nueva estrategia, aparte de tocar temas neurálgicos, es entender el cambio generacional y los desafíos que hoy plantea la convivencia ciudadana. El odio que se manifiesta a través de redes sociales, la condena pública, la justicia por mano propia, los mismos colados del transporte público son comportamientos que requieren nuevas herramientas e imaginación.
Enhorabuena, pues, que la Alcaldía anime a los ciudadanos a reencontrarse con ese ‘Pepe Grillo’ que les permita ser mejores personas, en medio de tanta apatía y tanto agazapado que desea que a la ciudad le vaya mal.
EDITORIAL