Un 20 de julio me juramenté como parlamentario, año 1982, gobierno de Belisario Betancur. Fui aplicado congresista, tanto que pasé a columnista de EL TIEMPO por invitación de don Hernando Santos Castillo, director de EL TIEMPO. Aleluya, él leía unas columnas políticas que yo escribía para la revista Hoy por Hoy. Le gustó el tono, me citó a su oficina, le acepté. Escribir es muy difícil. Fue en 1987; hoy cumplo 29 años de columnista, son 1.377 columnas. Estoy cómodo; puedo escribir que me parece regularcito-malo este gobierno porque se deja paralizar y arruinar la economía con un paro de 48 días. Y aclaremos: apoyo todo el plan pacifista con las Farc con cero cárcel si eso trae una aproximada paz. París, Niza y Bruselas dicen mucho.
Un 20 de julio de 1810, un grito de independencia. La historia peor contada es la de Colombia. A propósito: ¿hubo impunidad por la violencia de sabor fascista-franquista que sufrió Colombia del año 50 al 13 de junio del 53, cuando llegó Rojas Pinilla aclamado por los liberales? Sí hubo total impunidad, por eso ahora no hay que ser muy quisquillosos.
Puso en dieta obligatoria a 30 millones el líder camionero Pedro Aguilar, quien, educadamente, insinuó a sus afiliados y amigos que guardaran sus carros. Le obedecieron 200.000 camiones. Pedro Aguilar lamenta ante Camila Zuluaga y Juan Pablo Calvás la dieta obligatoria. Los niños, sin sus caprichos, han sido doblemente cansones, y en vacaciones. No hay cereales, ni lácteos, ni frutas ni verduras. Sonó a campaña antigordura.
Pedro Aguilar, ayúdanos, estamos aburridos del ajiaco sin papa y las ensaladas sin lechugas ni tomate. Y de los precios canallas. Se están arruinando doscientos mil tenderos. Los de bajo sueldo, asaltados en sus bolsillos.
Aleluya: hoy, 20 de julio, mi solidaridad para los 787 soldados que en Colombia desfilarán en sillas de ruedas, mutilados de una pierna o de ambas por las infames minas guerrilleras. Esos muchachos eran salsómanos y futboleros, hoy están en sillas de ruedas y ustedes y el periodismo y la sociedad no los cuidan, poco los miran. Ellos, en sillas de ruedas, y treinta mil notables de la burocracia andan por Colombia en pantallero automóvil oficial... gratis, ¡ni peaje ni gasolina pagan!
Poncho Rentería