A lo largo de la historia, han sido muchos los casos de gobiernos que se han fijado como objetivo que su libro de logros incluya un capítulo dedicado al deporte. A las buenas o a las malas, y siempre a sabiendas de que el deporte es, como la guerra –así como lo planteó Clausewitz–, la continuación de la política por otros medios.
De resultar ciertas las denuncias consignadas en el informe que la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) revelará oficialmente este martes sobre dopaje con participación estatal, la Rusia de Vladimir Putin puede incluirse en esta lista. Según la investigación, entre finales del 2011 y agosto del 2015 funcionó en este país “un sistema, que podríamos llamar Metodología de los positivos que desaparecen para proteger a los deportistas sometidos a dopaje organizado”.
Los hallazgos dan cuenta de cómo deportistas talentosos eran escogidos por el Estado para recibir ayudas ilegales en su preparación y luego para ayudarlos a evadir los controles, incluso aquellos que, en competencias internacionales, estaban sujetos a controles de la AMA.
Más allá de las sanciones que tome hoy el Comité Olímpico Internacional en relación con la participación de este país en las Olimpiadas de Río, que comienzan oficialmente el próximo 5 de agosto, este nuevo lance de la lucha contra el dopaje desnuda más de una verdad incómoda.
La principal de ellas es que, cuando se trata de robustecer el orgullo nacional a través de logros deportivos, la máxima del ‘todo vale’ tiende a imponerse. Esto es, que no solo los funcionarios descuidan la ética, sino que, más grave, la gente prefiere quedarse con las alegrías que les brindan sus connacionales, y ante sospechas sobre el contenido de sus gestas prefieren mirar hacia otro lado. Como si fueran morcillas.
Es necesario, entonces, que los mismos ciudadanos entiendan que la condición de ídolos de los deportistas más exitosos no puede otorgarles inmunidad ética e incluso legal a ellos y a su entorno. Parafraseando el lugar común de la sabiduría popular: dime de qué están hechos tus triunfos y te diré qué clase de país eres.
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