Culpar al hombre del deterioro tangible de la Tierra es una constante. A nuestra especie le achacan la desaparición de otras, el calentamiento global y hasta la contaminación del espacio exterior con basura cósmica compuesta por satélites y otros dispositivos enviados hasta allí en naves producto de la inventiva humana.
Con esto en mente, hace años un grupo de académicos propuso el que es considerado uno de los planteamientos científicos más revolucionarios de la actualidad: el Antropoceno, que, a grandes rasgos, plantea que el impacto del hombre y sus actividades ha sido tal en el entorno que nos ha llevado a entrar en esta nueva era geológica, que reemplazaría al Holoceno, la actual, perteneciente al periodo cuaternario de la ‘edad’ terrestre.
El término, cuya raíz etimológica viene de las palabras griegas ‘hombre’ y ‘nuevo’, fue planteado en el 2000 por el holandés Paul Crutzen, premio Nobel de Química en 1995. Crutzen aseguró: “Considerando los importantes y crecientes impactos de las actividades humanas en la Tierra y en la atmósfera (…) nos parece apropiado enfatizar en el rol central de la humanidad en la geología y la ecología, proponiendo el uso del término Antropoceno”.
Pese a lo llamativo que resulta que se quiera transformar la manera como se concibe la medición de la edad del planeta, la aceptación de esta idea dentro de los círculos científicos no es unánime. Stanley Finney, jefe del Comité Internacional de Estratigrafía, órgano que se encarga, entre otras, de establecer las edades de la Tierra a partir del denominado récord de rocas sedimentarias, es uno de sus detractores.
Finney, paleontólogo con un doctorado en geología de la Universidad de Ohio, asegura que el Antropoceno “puede ser considerado una propuesta de terminología, una nomenclatura, pero no una teoría”. “No he visto, hasta ahora –dice– el primer documento que soporte, con evidencia, la existencia de esta época”.
Finney, quien asistió recientemente al simposio ‘Servicio geológico colombiano: 100 años de producción científica al servicio de los colombianos’, habló con EL TIEMPO sobre esto.
Usted ha manifestado su preocupación por que la gente no entienda lo que quiere decir Antropoceno…
La escala del tiempo geológico (marco de referencia para calcular las edades de la Tierra) se mide a partir de los registros de las rocas, que dan evidencia de nuestra historia y tiempo, bien sea para hablar de extinciones masivas, cambio climático o los tipos de vida en el planeta. Mi preocupación con respecto al Antropoceno es que no está documentado con cuerpos de rocas. Los artículos publicados por quienes proponen esta nueva época hablan de cosas como el crecimiento poblacional, el número de autopistas que cubren la tierra, pero eso no es estratigrafía.
¿Quién está a favor de él?
Si lo que se tiene en cuenta es el impacto humano en la Tierra, uno de los primeros en hablar del tema fue Alexander von Humboldt, al comienzo del siglo XVIII. Entonces no lo llamaban Antropoceno, pero hace unos 15 años un químico atmosférico que estudiaba organismos en lagos vio el impacto humano y estableció que habíamos entrado en una nueva época geológica. Después, unos geólogos británicos publicaron la pregunta de si estamos viviendo en el Antropoceno y crearon un grupo dentro de la Comisión de Estratigrafía para evaluarlo.
¿Cuál es la utilidad de proponer una nueva época geológica?
Esa es mi pregunta para los representantes de los servicios geológicos, responsables de documentar el impacto geológico de los humanos y lidiar con él. Mi otra preocupación es que la geología nos permite medir nuestro impacto con instrumentos y con la observación directa, pero con el Antropoceno estamos utilizando una escala del tiempo humana, es decir con fechas de nuestro calendario. Yo utilizaría la escala de tiempo humana para cualquier cosa relacionada con el impacto humano: ¿Para qué llamar Antropoceno al terremoto de San Francisco en 1906? ¿Para qué llamar estructura arqueológica del Antropoceno al Coliseo Romano, cuando puedo simplemente decirle el Coliseo Romano?
Hay varias propuestas para el comienzo de este nuevo período, como el inicio de la agricultura o la Revolución Industrial. ¿Alguna es adecuada?
Digamos que se acepta 1945, cuando se empezaron a poner represas en los ríos, que contienen sedimentos que se depositaron en el fondo. Esto significaría que el impacto humano fundamental en el oeste de los Estados Unidos sería preantropoceno, pues, por ejemplo, las tres represas más grandes de ese país fueron construidas antes de 1945. Este es el problema de fijar una fecha; sería como darle un comienzo preciso Renacimiento en 1500; de esa manera, el trabajo temprano de Miguel Ángel y de Da Vinci sería prerrenacentista y solo su trabajo tardío seria renacentista.
¿Esto querría decir que el inicio del Antropoceno dependería del lugar y la fecha?
Sí, porque el impacto humano se esparció por la Tierra a través del tiempo y no fue igual en todas partes.
¿Todo el impacto humano en la Tierra es malo?
Otros organismos han impactado al planeta mucho más que nosotros, como las plantas terrestres. Su aparición cambió completamente nuestro sistema: estas alteraron la atmósfera drásticamente, lo que llevó al cambio climático y a eventos de extinción masiva. Los humanos quieren estar cómodos, tener una buena casa, tener vías para moverse, y todo eso tiene un impacto. La Tierra siempre ha cambiado, el problema es nuestra idea de paraíso, esa sí que está cambiando, porque estamos perdiendo los animales que nos gusta ver y el clima con el que nos sentimos cómodos.
¿Se pueden revertir estos efectos?
De muchas maneras. El mejor ejemplo es el deterioro de la capa de ozono, que fue reconocido en 1985 y se supo que era producido por los clorofluorocarbonos, relacionados con las neveras y los espráis. Esto llevó al protocolo de Montreal en el 87 y ahora creemos que la capa de ozono estará totalmente recuperada para 2080. Ese es un caso de reversión del impacto. Los humanos podemos hacer mucho.
NICOLÁS BUSTAMANTE HERNÁNDEZ
Redactor de EL TIEMPO