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¿La paz neoliberal es posible?

La paz en Colombia tiene una avanzada neoliberal bastante misógina, ni una mujer.

El expresidente César Gaviria es el líder de la campaña por el sí, que llevará los acuerdos de La Habana a ser aprobados por la mayoría del país. De esta manera, el presidente Santos cumplirá su promesa de hacer partícipes a los ciudadanos colombianos de este paso fundamental para entrar en el posconflicto. El expresidente asume el nuevo reto con una altísima posibilidad de éxito porque la opinión pública ha empezado crecientemente a apoyar el proceso. Además, porque nadie duda de la habilidad y el poder político del expresidente Gaviria. Hasta ahí, como dijo el ‘Pibe’ Valderrama, todo bien, todo bien.
Sin embargo, en una publicación reciente de El Nuevo Siglo apareció una imagen reveladora: Gaviria y sus alfiles como protagonistas de la paz. En primer lugar, Humberto de la Calle, muy hábil jefe negociador y figura prominente del proceso de paz. Rafael Pardo, ministro del Posconflicto y el único que parece tener recursos, obviamente de la cooperación internacional. Simón Gaviria, quien, para ser justos, ha sorprendido con su desempeño en Planeación Nacional, y además muy comprometido con Santos. Y en la lista les siguen otros que también fueron su kínder hace más de dos décadas: Manuel José Cepeda, Fabio Villegas, Ricardo Santamaría, Camilo Granada, quienes, dentro del Gobierno, en posiciones claves en el tema de paz o liderando esta campaña con los empresarios, son el equipo gavirista para el sí al plebiscito. En síntesis, la paz en Colombia tiene una avanzada neoliberal, entre otras cosas, bastante misógina, ni una mujer.
Lo que debemos preguntarnos los colombianos es si queremos una paz neoliberal con los principios de este equipo, que desde el 90 ha manejado la política económica y social de Colombia. ¿Podría cumplir el punto 1 de La Habana, cuando el deterioro del campo se acentuó a partir de los 90? Recuerden, los campesinos perdieron 1 millón de hectáreas de producción de alimentos que no han recuperado. Con la grave situación actual de la salud y pensiones, ¿habría alguna posibilidad de que revaluaran la Ley 100? En salud, crisis del sistema y foco de corrupción; en pensiones, con la misma ínfima cobertura que justificó crear el sistema de fondos privados y acabar con el ISS.
¿Sería posible la reducción de la profunda desigualdad que hoy tiene a Colombia en la 7.ª posición entre los países más desiguales del mundo, sin la cual no hay paz, con un equipo que cree que basta con bajar la pobreza? ¿Seguirá el lema de exportar o morir sin que se genere, como ha sucedido durante estas décadas, oferta exportable? ¿Seguiremos con ‘bienvenidos al futuro’ cuando, después de 20 años, Colombia es uno de los países más cerrados de la región? ¿Seguiremos firmando TLC para acentuar nuestro déficit en la balanza comercial, porque, aun con devaluación, no se redujeron significativamente nuestras importaciones y exportamos menos? En vez de una educación pública de excelente nivel, estaríamos llenos de ‘Ser pilo paga’, ¿no creen?
¿Sería posible abordar la contrarreforma agraria cuando, en vez de las recomendaciones de la Misión de Transformación del Campo, cuyo foco son la pequeña producción agropecuaria y los campesinos, predominaría la ley Zidres? La idea de solo los empresarios como motores del desarrollo es parte de su filosofía. Y lo crítico: si en 20 años no lograron un crecimiento sostenible, sino picos buenos y otros muy malos –1999–, ¿sí lo lograrán con la paz neoliberal? Además, ¿se reducirá la desigualdad de género, la terrible violencia contra la mujer, con la misoginia de este equipo?
Ha habido avances: los ricos son más ricos, tenemos clase media y menos pobres. Pero lo más importante, el proceso de paz es un mérito de Santos y de los jefes de las Farc. Pero esta reflexión es válida porque no tendría nada de raro que entre este kínder, de más de 60 años, esté el próximo candidato presidencial, ¿Rafael Pardo, por ejemplo?
 Cecilia López Montaño
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