Los precios de los alimentos que presentan los mayores incrementos son aquellos que hacen parte de productos básicos de la canasta familiar, entre ellos: la arveja, papa, cebolla blanca, cebolla larga, tomate, plátano, maracuyá, mandarina, papaya, piña, carne de res y pollo, aguacate, yuca, huevos y enlatados como el atún. Por ejemplo, el precio de 20 kilos de tomate en Corabastos en los últimos 30 días aumentó de $ 30.000 a $ 65.000; 50 kilos de cebolla larga de $ 120.000 a $ 360.000; 30 kilos de yuca de $ 50.000 a $ 90.000; 20 kilos de plátano de $ 35.000 a $ 75.000 y 10 kilos de pimentón de $ 18.000 a $ 40.000.
El panorama cada día se calienta más y las alarmas se prenden por estar a puertas de enfrentar una crisis de seguridad alimentaria sin precedentes en el país como consecuencia del paro camionero que cumple 38 días.
Las consecuencias del cese de actividades son nefastas para la población. Los líderes del gremio camionero contabilizan pérdidas por alrededor de un billón y medio de pesos, desglosados de la siguiente manera: $ 150.000 millones en peajes, $ 45.000 millones en combustibles y $1 billón en fletes.
Pero los camioneros o trasportadores de carga no son los únicos perjudicados con el paro. Las ventas de ACPM se han disminuido en más de $ 252.846 millones de pesos, las pérdidas en actividades conexas al transporte como restaurantes, hospedajes, talleres y montallantas superan los $ 19.000 millones, los mayoristas regionales han aclamado por una pronta solución, ya que han tenido que asumir altos costos como en el caso de la región del Valle en el que las pérdidas semanales llegaron alrededor de $ 2.000 millones. Y la lista es aún más larga. Hasta el momento van 75 personas capturadas, 100 automotores dañados y 18 policías lesionados.
El perjuicio como se esperaba llegó hasta los hogares, los altos costos del transporte y la escasez generaron un alza abrupta en el nivel de precios de productos que se distribuyen entre las regiones. La gerencia de Corabastos, por ejemplo, informó que el incremento en fletes ha llegado a niveles históricos. El flete de un turbo con 10 toneladas costaba $ 800.000 y hoy su valor es de $ 2'500.000; así mismo, en Villavicencio aumentó de $ 800.000 a $ 1'800.000. El alza en el transporte se debe fundamentalmente al cierre de vías, pero ha empeorado aún más la situación la violencia y vandalismo en las distintas regiones, son pocos los transportadores que se atreven a trabajar y lo hacen por sumas cuantiosas debido al alto riesgo.
En la plaza de Chía, una de las más importantes y representativas de la Sabana de Bogotá, varios distribuidores están evaluando si el próximo fin de semana trabajan, ya que han recibido amenazas desde municipios como Zipaquirá o Cajicá por entrar alimentos a la población.
Por regiones, el porcentaje de mercado ofrecido en Villavicencio bajó en 30 %; en Itagüi (la más importante central mayorista de Antioquia) se redujo en casi 43%; en Barranquilla (Gran Central de Abastos) este miércoles ingresaron solo 40 toneladas de productos, mientras que en un día normal llegaban en promedio 900 toneladas, y en Corabastos el mismo día entraron 1.038 vehículos, mientras que en un miércoles normal ingresan 1.147.
Mientras en las ciudades hay escasez de alimentos, en muchas plantas de acopio los productos se están pudriendo y a pesar de sus bajos precios en estos puntos de venta, nadie los quiere comprar porque no hay manera de transportarlos. En diversas zonas (Villavicencio, Barranquilla, Pasto, Ipiales y Bogotá, entre otros) algunos productos han tenido incrementos entre el 100 % y 400 %, mientras que en otras el impacto ha sido menor, pero aún sigue siendo muy perjudicial, como es el caso de Antioquia con un alza de precios en promedio de 66 %.
Por su parte, Fenavi alertó sobre el problema que hay con la movilización de materias primas, que ha afectado la fabricación de los alimentos de aves, por lo cual anunciaron que si la situación no mejora al finalizar esta semana, “no será posible reiniciar los ciclos de pollo de engorde y las aves de postura dejarán de poner huevos”, comentó el gremio.
Pero la crisis va más allá de los alimentos. En Nariño hay alarma por el agotamiento de existencias de medicamentos y a Villavicencio no llegaron los insumos para que el acueducto purifique el agua, así mismo, se han visto afectados los programas de alimentos escolares de diferentes regiones.
Durante los últimos años, el número de paros nacionales de diversos gremios son un indicador latente de las fallas en el sistema productivo del país y claramente de la falta de diligenciamiento por parte del Gobierno para lograr las condiciones adecuadas para fortalecer e impulsar el aparato productivo en Colombia.
Esta última lección demuestra que medidas macroeconómicas con instrumentos de política monetaria, como el aumento de las tasas de interés, no son suficientes para frenar la inflación y solventar la calidad de vida de la población. Los problemas de oferta no se solucionan desincentivando la demanda.
Estamos a la espera de medidas estructurales por parte del Gobierno que contribuyan realmente a la restauración de la producción en nuestro país. Mientras tanto, el bolsillo de los colombianos se afecta cada vez más y la calidad de vida se desquebraja con rapidez.
ANA MARÍA OLAYA
Directora del programa de Economía y Finanzas Internacionales
Universidad de La Sabana