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Johanna Ortiz, en su tiempo de gloria

La diseñadora pasa por su mejor momento. Su marca homónima figura en el mapa mundial de la moda.

“Los ojos tienen que viajar. Así se llenan de inspiración”. Lo dice la diseñadora Johanna Ortiz. Los suyos, cafés, grandes y muy expresivos, no necesitan ir lejos para llenarse de buenas ideas. Una cerámica, una orquídea, un pedazo de tela de época... cualquier cosa que invite a una segunda mirada le basta.
Las orquídeas, por ejemplo, llaman siempre su atención. Coleccionarlas es una de sus debilidades. No lleva la cuenta de cuántas atesora. Pero en su nuevo taller-estudio, de 1.500 metros cuadrados y ubicado en el sur de Cali, resalta una que acaba de regalarle una de sus practicantes de diseño.
Mientras la maquillan –algo que no le gusta porque le produce alergia–, Johanna se deleita mirándola y mimándola, y rápidamente le busca un espacio en su oficina, sobre su escritorio. Y justo en ese instante empieza a recordar cómo esa flor, con sus colores alucinantes y las formas de sus pétalos, fue su fuente de inspiración para crear una de sus colecciones más aplaudidas: la Resort 16, que presentó en la pasada edición de Colombiamoda.
Recuerdos que le provocan una sonrisa que le ilumina el rostro a esta caleña, cálida, amigable y de impecable vestir, que entró al comedor instalado en su nuevo taller ofreciendo excusas por la tardanza. Eran las 10:30 de la mañana cuando llegaba tomada de la mano de su compañero infaltable, Lorenzo, su hijo de 7 años, el más pequeño de la casa y consentido de los otros hombres de su vida, su hijo mayor, Lukas, de 16; Joaquín, de 11, y su esposo, el empresario César Caicedo, presidente de Colombina.
Sin una gota de maquillaje, pero peinada y con un look impecable –le encanta estar siempre bien arreglada como si a diario tuviera una cita importante, así vaya a estar en casa–, viste uno de sus diseños: una camisa blanca de esmoquin y corte caído, falda azul celeste, abajo de la rodilla, y tacones de vértigo que acaba de comprar en su reciente viaje a Nueva York.
“Los zapatos con diseños divertidos son otra de mis debilidades”, agrega mientras muestra los apliques que le dan el toque diferenciador a su nueva adquisición. Un par de anillos grandes y vistosos, con los que busca disimular la esmeralda que le regaló su esposo de aniversario de bodas, le dan más brillo a su atuendo.
Johanna Ortiz está en su momento cumbre, aunque, a decir verdad, su éxito parece no tener techo. En los últimos tres años sus diseños se dispararon internacionalmente y creaciones suyas como la blusa Tulum, de mangas descolgadas y de gran volumen que dejan los hombros al descubierto, marcaron tendencia y se convirtieron en piezas icónicas. Las lucieron y postearon en sus redes sociales blogueras y referentes de moda como la socialité Olivia Palermo y la experta en estilismo Blair Eadie, por citar solo algunas.
Para Johanna, ese baño de popularidad en aguas internacionales no es fortuito. Es producto del trabajo incansable y de ser atrevida. De dejar el miedo y apostarle a ser diferente. “Cuando me arriesgué a hacer otras cosas, a ser única, original, mi vida remontó”, apunta sentada, a espaldas de uno de los grandes espejos que coronan su estudio de impecables paredes blancas y decorado con palmas.
"No quiero descuidar el mercado colombiano, donde he crecido como diseñadora. Por eso me parece ilógico que me sugieran cerrar aquí. ¡No, cómo se les ocurre! ¡Si yo me muero cuando veo a la gente vestida con mis diseños!".
NATIVA DEL MUNDO
Fe y trabajo es la combinación ganadora de esta diseñadora. “Es que estoy superconectada con Dios”, dice. Él es su fuerza, sobre todo en los pasajes oscuros de su vida, como el día del aguacero que le hizo pasar uno de los momentos más amargos de su carrera. Era octubre del 2013 y tenía a cargo la pasarela de clausura del Cali Exposhow. La iglesia La Ermita era el telón de fondo del anunciado desfile. Pero no pudo ser. La incesante lluvia hizo que tuvieran que cancelar.
“En el momento uno no lo entiende, pero el tiempo de Dios es perfecto. Yo salí frustrada. Trabajé mucho en esa colección y tuve a mi equipo corriendo como loco tres semanas antes. Entonces no era solo mi tristeza, sino la de todas las personas que me colaboraron, que lloraban y con desilusión me decían: ‘Perdimos todo el trabajo’”, recuerda la diseñadora, egresada del Art Institute de Fort Lauderdale y con una especialización en el Parsons School of Design de Nueva York.
Pero una llamada de Carlos Eduardo Botero, presidente ejecutivo de Colombiamoda, le cambió la perspectiva a Johanna. “Como no pudiste mostrar tu colección, te invito a que cierres Colombiamoda”. Y así fue. Por algo dicen que las cosas buenas se hacen esperar. Nueve meses después de aquel día pasado por agua comenzó a recibir una lluvia de bendiciones con Nativa del Mundo, como bautizó a su colección, que no vio la luz en Cali, pero sí en Medellín.
Una foto de una de las piezas de esa pasarela la tagueó Lauren Santo Domingo –fundadora y directora de la página web de comercio online Moda Operandi– a una de sus compradoras. Este, sin buscarlo, fue el primer acercamiento de Johanna Ortiz con la curadora de moda estadounidense, que tiene fama de que cualquier guiño que haga a una colección es éxito garantizado.
Lauren, esposa de Andrés Santo Domingo, hijo del fallecido magnate colombiano Julio Mario Santo Domingo, es una de las figuras más importantes del mundo de la moda en la actualidad. De hecho, trabajó en la revista Vogue USA con la célebre y temida Anna Wintour, editora jefa de la publicación e inspiración del personaje protagónico de la película El Diablo se viste de Prada.
Johanna había coincidido con Santo Domingo en eventos sociales en Cartagena, pero no se conocían. La diseñadora decidió escribirle un e-mail en el que le pedía el favor de que le diera una opinión sobre su colección Nativa del Mundo. “Ella me respondió que quería verla en persona y entonces viajé con Adriana (Arboleda) y mi equipo a Nueva York a mostrársela”, recuerda Johanna.
A la semana ya estaba expuesta en el portal que presenta las colecciones de primeras figuras del diseño como Valentino, Givenchy, Dolce & Gabbana, y también de jóvenes creadores. De las 40 salidas de Nativa del Mundo, Lauren escogió 17 (ahora ya elige sus colecciones completas), y Johanna se convirtió en la primera diseñadora de ropa colombiana en ingresar a la exclusiva página de preventas de ropa de lujo. Pepa Pombo, Polite y Kika Vargas son las nuevas firmas nacionales que la siguieron y se sumaron a las diseñadoras de accesorios y complementos Nancy González, Paula Mendoza y M2Malletier, las primeras en colonizar este espacio.
Diseñar e intervenir túnicas es uno de los pasatiempos de Johanna Ortiz.
CREADORA DE PRENDAS ICÓNICAS
El ascenso de Ortiz ha sido vertiginoso. La tercera colección que se exhibió en Moda Operandi fue la más vendida en ese portal el año pasado. Y sus diseños pronto podrán adquirirse en Harrods, una de las tiendas de moda más importantes de Inglaterra; en Neiman Marcus y Saks Fifth Avenue, en Estados Unidos; Harvey Nichols en Medio Oriente, y Net-a Porter, prestigiosa tienda online.
“No podemos llegar a más sitios porque estamos posicionando nuestro nombre afuera y queremos estar más afianzados y con buenos terminados antes de expandirnos más en el mercado internacional”, explica Ortiz.
Sus diseños se han cotizado tanto, que ella misma se sorprende. Una pieza suya en una gran tienda internacional puede costar entre 2.500 y 2.800 dólares. Lo más económico, que son las camisas, ronda los 650 dólares.
¿Estos costos no la alejan del mercado colombiano?
Sí, esa ha sido la parte dura. Pero queremos mantenernos al alcance del público que me ha apoyado y me vio crecer; por eso ahora, tal como está el dólar, tratamos de venderles a nuestros clientes con los precios que les damos a los proveedores que compran al por mayor. Son más asequibles. Y tendremos una nueva línea para Colombia, con los precios de Johanna Ortiz de tres años atrás, no con los costos de exportación. Y será con materiales de muy buena calidad.
¿Qué significa para usted ubicarse en el mapa mundial de la moda?
Es muy satisfactorio porque cuando uno es diseñador sueña con las tiendas en las que le gustaría ver su ropa y ver a gente vestida con su marca. El logro más grande ha sido entrar a Bergdorf Goodman, en Nueva York, uno de esos destinos de compras a nivel mundial. En su vitrina exhiben diseños de Chanel, Lanvin, Givenchy...
¿Qué desafíos surgen con el crecimiento de la marca?
No es fácil convocar personas que tengan un nivel alto de costura. Nos ha tocado formar mucho. Yo hago boleros y detalles que cada costurera debe aprender. Pero es gratificante ver la evolución de su técnica, cómo proponen y logran terminados impecables.
¿Cuál era su meta hace 15 años, cuando empezó?
Pensaba en ir más allá de ser diseñadora, no quedarme en la parte creativa y de show, sino hacer empresa, generar empleo. Hoy trabajamos con 150 personas, y aquí, en Cali, realizamos el 70 por ciento de la producción más elaborada. Lo restante se termina en un taller de Bogotá y otro de Cartago, que hace más camisería.
De usted destacan su espíritu emprendedor…
Siempre me ha encantado trabajar, por nada del mundo me quedaría en la casa sin hacer nada. Parte de la realización femenina es luchar por los sueños profesionales, y eso se logra trabajando.
Usted es amante de los accesorios y embajadora de los diseñadores colombianos; ¿cuáles son sus favoritos?
Soy clienta fiel de Mallarino, talento valluno; Paula Mendoza, Mercedes Salazar, Michú, ¡me encantan sus carteras!, y M2Malletier.
Johanna empezó diseñando vestidos de baño; ¿dónde quedó esta pasión?
La tenía abandonada, pero en los próximos meses lanzaremos Mar Bohem, un proyecto que teníamos marchando con Adriana (Arboleda, su amiga y socia en Pink Filosofy, su otra marca). Llevamos dos años de investigaciones de telas, estampados, siluetas, y lo comercializaremos en el portal Moda Operandi, con exclusividad por un año.
¿A qué le suena el top Tulum?
Es una prenda ícono. Ya cumplió tres años y todavía sigo viéndola por todas partes. Marcó una tendencia y me llena de alegría ver que muchas personas lo usan de formas que ni me hubiera imaginado. Lo más gratificante es verlo en los tags que me llegan de gente que compra mi ropa en lugares lejanos como Taiwán o Corea, porque cada uno tiene un estilo de moda tan diferente.
La socialité Olivia Palermo es una de las seguidoras de los diseños de la vallecaucana Johanna Ortiz. Aquí con el icónico top Tulum.
¿En qué radicó el éxito de la colección Nativa del Mundo, que le abrió las puertas del mercado internacional?
En que le aposté a ser diferente. Exploré en mi inspiración y logré un balance entre lo femenino, lo festivo y lo sexi.
¿Por qué la inspiran tanto las mujeres viajeras?
Porque como no pueden empacarse todo el clóset aprenden a ser versátiles (risas). Esa necesidad de ser recursivas me llevó a pensar cómo un pareo puede convertirse en un vestido de noche, y cómo una camisa masculina puede volverse la prenda más femenina.
La enseñanza para la nueva camada de diseñadores…
Que traten de buscar un estilo propio. Cada uno lo tiene. Que no se queden en hacer lo mismo que otros diseñadores.
Su plan favorito…
Desayunar en la cama. Después de que mis hijos se van al colegio y mi esposo a su trabajo, mi mejor plan es leer el periódico en mi cama y acompañada de un buen desayuno.
El mejor recuerdo de sus comienzos en el diseño...
Cuando empecé mi negocio de vestidos de baño en Colombia regresaba de Estados Unidos, estaba recién separada (de su primer matrimonio) y con un niño de año y medio. Éramos solo Flor, la operaria que aún está conmigo, la máquina de coser y yo. En las épocas de mayor pedido nos turnábamos la máquina.
Y la mayor satisfacción de su trabajo…
Ver cómo todos hemos crecido. Por ejemplo, la señora que nos servía los tintos estudió moda y ahora es la cortadora de los vestidos de baño que lanzaremos.
Con el crecimiento de su negocio a Estados Unidos, Inglaterra y Dubái, ¿ha pensado en vivir fuera del país?
No. Yo amo la calidad de vida que tenemos en esta ciudad. Somos recaleños y nos quedamos acá. Ahora me toca viajar un poco más, una vez al mes a Nueva York o a París, donde presento dos colecciones al año. Pero lo que más me gusta es estar en mi taller y en mi casa con mis hijos.
Tiene fama de ser buena recicladora de moda....
Soy adicta a comprar zapatos. No los cuento, pero conservo modelos desde mis años de universidad. A veces digo 'tengo que salir de estos, ¡ayyy, pero están volviendo a ponerse de moda!' Y los guardo... Es que uno puede combinar cosas de época con cosas nuevas. No siempre hay que estrenar, sino aprender a ser versátil.
También colecciona túnicas…
Sí, son muy cómodas. En mis colecciones no faltan. Y cuando llego a la casa, por lo general, lo primero que hago es ponerme una. Las elaboro con telas antiguas y étnicas que compro en bazares, como las sari de la India o las que consigo en cualquier pulguero del mundo. Me gustan en algodones y sedas naturales de colores vibrantes.
¿Qué prendas no se pone?
No las uso no porque no me gusten, sino porque no me quedan bien, como las camisas cortas. Y como soy bajita, evito faldas de ciertos largos, como al tobillo. ¡Me veo fatal! Y ya no soy de minifaldas.
Su secreto para triunfar en lo que hace...
No tenerle pereza ni al trabajo ni a querer alcanzar cualquier sueño.
Su mayor momento de creatividad…
Cuando estoy sola. En la noche, cuando se duermen los niños, me quedo despierta dos horas más investigando sobre tendencias, estampados y textiles de época.
¿Es cierto que los 'famitalleres' creados con Pink Filosofy nacen, en parte, por una experiencia suya?
Sí; yo empecé a trabajar recién separada y no podía dejar solo a Lukas. Por eso entiendo perfectamente cuando una madre cabeza de familia se afana porque su hijo pequeño se queda solo en la casa. En los seis famitalleres, ellas trabajan en su hogar y cuidan a sus niños.
Lo más divertido que le ha pasado en este nuevo ciclo...
Muchas cosas. Una, descubrir que mujeres de Oriente Medio llevan un diseño mío bajo la vestimenta que cubre sus rostros y cuerpos. Ellas invierten en ropa de diseñador, no se cohíben. A diferencia de lo que pasa aquí, sus esposos no les piden que se moderen con el dinero. Todo lo contrario, para ellos es de mala suerte que sus mujeres no gasten todo lo que les dan. 
"No quiero descuidar el mercado colombiano, donde he crecido como diseñadora. Por eso me parece ilógico que me sugieran cerrar aquí. ¡No, cómo se les ocurre! ¡Si yo me muero cuando veo a la gente vestida con mis diseños!".
En Colombiamoda, Johanna Ortiz presentará su colección Resort 2017, pensada para mujeres que, como ella, viven un romance eterno con el mar. Predominarán el azul celeste, el amarillo, el rosa y el verde.
FLOR NADYNE MILLÁN M.
@NadyneMillan
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