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Lo que Colombia debe aprender del 'Brexit'

Las lecciones que deja la salida del Reino Unido de la Unión Europea.

DAVID Y SARA ROLL*
Andando por Londres el día anterior, el día mismo y el día siguiente al ‘brexit’, la principal conclusión a la que se llega es que uno nunca debe preguntarle a su esposa si quiere divorciarse; a sus hijos, si quieren irse, o a su jefe, si quiere prescindir de uno, porque la respuesta puede ser sí.
El día anterior a la votación, los habitantes de Londres permanecían más bien indiferentes frente el acontecimiento y reacios a hablar sobre el tema. Nadie sabe lo que realmente se está jugando, decían los más enterados, y los medios tampoco hicieron su labor, afirmaron ellos mismos, pues sencillamente tomaron partido.
El día de la votación hubo el mal presagio de una lluvia pertinaz que anunciaba algo raro, pero igualmente se notaba muy poca emoción entre los ciudadanos británicos, tanto locales como procedentes de todas partes del Reino Unido, por este debate.
El primer día que hicimos preguntas nos dimos cuenta de que una entrevista de este tipo era casi que políticamente incorrecta. En general, las personas se sentían molestas al contestar si estaban de acuerdo o no con la decisión de que el Reino Unido dejara la Unión Europea. A pesar de ello, el día de la votación se situaron una serie de stands de medios de comunicación de toda Europa enfrente del Parlamento.
Pero había tal quietud y poca emoción con el tema que las campanadas del Big Ben se escuchaban en la noche con perfecta resonancia en las desiertas calles de esa área de la ciudad. Los políticos salían a ser entrevistados, pero se les veía parsimoniosos, rutinarios, para nada exaltados.
En las bocas de los metros algunos repartían calcomanías sobre la necesidad de quedarse en la Unión Europea con el logo “I’m In”, mientras que en otras partes se entregaban folletos con un lenguaje bastante agresivo sobre por qué había que abandonar Europa. Pero tanto en un caso como en el otro uno sentía que le estaban dando una publicidad de comidas rápidas y no propaganda política de un tema tan importante, y parecía que era más por el desgano de quienes lo hacían que por el temperamento flemático de los ingleses.
A decir verdad, el día de las votaciones, al final de la tarde especialmente, sí era posible entrevistar a algunos exaltados defensores de una u otra posición. Lo más llamativo de estas entrevistas que hicimos fue que tanto los defensores de la Unión como los detractores de quedarse en ella, no hablaban con una contundencia propia de un acontecimiento importante y los pocos que sí lo hacían se mostraban moderados.
Había pocas excepciones a lo anterior, aunque era posible encontrar alguno que otro encendido y con carteles. Sobre estos daba la impresión de que las personas que usualmente están exaltadas hubieran aprovechado esta coyuntura para desahogarse libremente de muchas cosas que querían decir, como si fueran speakers del Hyde Park sin necesidad de cajón (como todos saben, en una esquina del Hyde Park está permitido hacer discursos incendiarios mientras se esté encima de algún objeto, de modo que no se esté tocando suelo británico).
Por ejemplo, uno de los defensores más enérgicos del remain, es decir, de quedarse, nos brindó un discurso sobre el capitalismo mundial al más puro estilo de la izquierda tradicional, pero no dijo cuál era la conexión entre ambos temas. También entrevistamos a un señor británico de familia tradicionalmente rica, que vive en una isla entre Francia e Inglaterra para no pagar impuestos, quien dijo sentir una gran esperanza si tenía éxito el ‘brexit’, ya que percibía que Europa estaba viviendo a costa de los impuestos de los ingleses.
Su esposa, por el contrario, con pasaporte portugués y de origen latinoamericano, consideraba que era un gran error separar a Inglaterra de países que como Portugal tienen una larga tradición de amistad con las islas. Todos los hijos de ella, tanto los que están empleados como los que han tenido que migrar a Australia en busca de trabajo y alguno que está sin ocupación hace un año, consideraban que era mejor quedarse en la Unión Europea.
Cuando alguna persona lograba dar argumentos serios sobre el porqué de abandonar la Unión Europea, la principal razón siempre era soberanía, y con mucha radicalidad sostenían letreros donde expresaban: “Love Europe, ‘Leave’ The E.U.” En otras palabras, ama a Europa, pero ‘abandona’ la Unión Europea.
En fin, en plena era de la información hubo una gran desinformación sobre este tema y al final esto es visto como el motivo principal del sorprendente éxito del ‘brexit’. Algunos sí sabían que la economía se resentiría, otros entendían que la consulta se hizo por un pacto del ministro con otro partido para tener mayoría, calculando mal que se votaría mayoritariamente por el remain, pero pocos tenían claro el cuadro general. Únicamente sobre el tema migratorio había consenso.
Emigración: el quid
De todas las conversaciones queda en claro que la cuestión migratoria está en el corazón del asunto. A pesar de que Europa permitió que Reino Unido hiciera restricciones en este tema poco tiempo antes del referendo, muchos ingleses nos contaron que el país no podía seguir recibiendo más emigrantes y que ese era el principal motivo de la posible salida.
En este sentido, entrevistamos al Cónsul de Colombia en Londres, a la Directora de la Radio de Emigrantes Latinoamericanos de Aculco- Londres, Gloria Zuleta, y pocos días antes a la Cónsul de Colombia en Madrid, con motivo de una investigación que venimos adelantando en la Universidad Nacional. Todos contestaron que efectivamente la crisis europea y en particular la española habían incrementado la llegada de ciudadanos comunitarios, y entre ellos muchísimos españoles, algunos de los cuales son realmente latinoamericanos con doble nacionalidad española.
La mayoría son ecuatorianos, pero también muchos colombianos decidieron venir a Inglaterra, cuando se complicó el trabajo en España, para empezar de nuevo. Así, Inglaterra y el Reino Unido en general se volvieron el final del camino para muchos europeos y eso se hizo insostenible.
Curiosamente, los emigrantes entrevistados no estaban tampoco unánimes en contra del ‘brexit’. Unos hacen cuentas y piensan que habrá más oferta laboral y menos salarios, mientras que otros creen que la situación los afectará al resentirse la economía. Los rumanos están preocupados porque hay un plazo de dos años para estabilizarse y no saben si lo lograrán.
Un portero de origen kurdo dijo muy claro que nadie le va a pelear ese puesto a él y menos un inglés, por lo que está tranquilo. Mejor dicho, los ya afincados no se asustan, pero quien no ha aterrizado bien todavía siente pasos de animal grande.
Lección para la paz
En síntesis, el día posterior al ‘brexit’, la mayor parte de la gente estaba sorprendida y no sabía qué decir. Al Consulado Colombiano incluso alcanzó a llegar un periódico en el que decía que había ganado el remain, porque hasta el líder de la causa contraria había manifestado su fracaso la noche anterior. Mejor dicho, nadie entendía lo que había pasado, nadie sabía si eso era definitivo y muy pocos comprendían la magnitud de la cuestión.
Pero ya en el segundo día, el sábado, la gente comenzó a darse cuenta de lo que significaba el resultado de la consulta, y la principal palabra que respondían todos a la pregunta de cómo se sentían en ese momento ante el resultado era: Shocked (chocados).
Al parecer y hasta el sábado por la noche por lo menos, daba la impresión de que incluso los defensores de la idea de salirse, salvo unos fanáticos, no querían en el fondo ganar y no pensaban que sucediera. Algunos con preocupación nos dijeron: solo queríamos darle un aviso a Europa y ahora nos van a castigar con sobretasas y demás como escarmiento a cualquier otro posible desertor.
En fin, la impresión general que nos quedó en esos tres días, en los que por otra parte los jóvenes estaban más ocupados celebrando la fiesta del orgullo gay que abarrotó las calles, es que no es lo mismo llamar al diablo que verlo venir. Y esos jóvenes ahora patidifusos se sienten desconcertados, porque la mayoría se consideran europeos, quieren vivir en varios países y creen que los “viejos” hipotecaron su futuro.
Hay el ambiente como para un “Mayo Francés”, porque por orgullo, algunos dicen que los británicos no se van a echar para atrás. Lo que no se sabe es si en estos tiempos del desahogo político por Twitter se van a tomar las calles, o más bien un vuelo de bajo costo a un país europeo, aunque ya no más con Ryanair que anunció su salida del Reino Unido como sede principal; lo que sucederá, según vaticinan los más preocupados, con varias multinacionales. Por lo pronto, la primera ministra Theresa May tiene en sus manos convertir en un hecho la decisión.
La gran lección para Colombia es clara: antes de consultar si los acuerdos de paz se aceptan y se vuelven normas constitucionales o legales, se requiere toneladas de pedagogía, pero hasta ahora solo hemos visto gramitos.
DAVID Y SARA ROLL*
Especial para EL TIEMPO
*Acerca de los autores
David Roll es catedrático en Ciencias Políti- cas y Sociología. Posdoctorado en Élites Parlamentarias de la Universidad de Salamanca. Autor de una decena de libros sobre política, globalización y migraciones. Con Sara Roll investiga ‘El rostro humano de la migración colombiana’ (www.colombiaemigra.com).
DAVID Y SARA ROLL*
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