El mundo está llegando a rincones difíciles de imaginar hace pocos años. La realidad en que uno vive ya puede ser cambiada usando la tecnología conocida como realidad virtual o virtual reality (VR). La palabra ‘realidad’ cuenta lo que los seres humanos vivimos, y la palabra ‘virtual’ describe la virtud de producir un efecto cercano a la realidad, pero que no lo es. Al unir las dos palabras, lo que se quiere decir es la presentación de algo que podemos sentir como una realidad, pero que verdaderamente no lo es.
Para usar esta tecnología se deben emplear unos anteojos, ya hay varios en el mercado –de marcas muy conocidas, Samsung, Microsoft, Google, Oculus y otras, y a diferentes precios–, que, puestos sobre la cabeza del usuario y conectados a un celular o a un computador, le transmiten una realidad virtual que puede disfrutar y vivir como si estuviera en ella. Al mover la cabeza con los lentes puestos, la realidad virtual se puede ver como si de verdad se estuviera viviendo en ella, es decir, todo se transforma para hacer transmitir la sensación de que visualmente se estuviera comportando como una realidad.
Cuando los lentes se conectan ya no a un celular sino a un computador sofisticado, la sensación puede tener en cuenta los movimientos no solo de la cabeza, sino también del cuerpo, para que la realidad virtual responda como si se estuviera caminando en ella. Se están desarrollando muchas aplicaciones de realidad virtual, como las de poder pasear por otros países sin estar en ellos, sino en la sala de la casa con los lentes de VR puestos, o caminar por un centro comercial sin que se haya construido.
El uso más popular de la realidad virtual desde celulares o consolas de juegos es poder meterse de lleno en juegos digitales para vivirlos como si se estuviera en ellos. Mejor dicho, gracias a los computadores y a la realidad virtual, se podrán vivir muchas experiencias sin estar físicamente en ellas para disfrutarlas. Muchos incapacitados para viajar lo podrán hacer, aunque sea de forma virtual. Quién sabe qué más venga en el futuro.
En mi columna pasada tal vez dejé la impresión de que Tappsi no pagaba impuestos. Presento excusas si esa fue la idea que quedó, pues me contactaron y me demostraron que sí pagan los impuestos y están al día en ellos.
GUILLERMO SANTOS CALDERÓN