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Lo que queda de una semana de 'furia racial' en EE. UU.

Retaliación en Dallas por muerte de afroamericanos generaría eventual de 'guerra de razas'.

Los motivos específicos que pudo tener el asaltante que el jueves pasado le disparó a un grupo de policías en Dallas (Texas, Estados Unidos), causó la muerte de cinco uniformados y dejó gravemente heridos a otros siete, todavía son materia de investigación.
Pero lo que sí parecía claro a estas alturas es que el incidente es una nueva y violenta erupción de las tensiones raciales que han marcado a Estados Unidos por décadas, pero que ahora parecen ir en aumento.
El asaltante –Micah Xavier Johnson, de 25 años– abrió fuego con un fusil durante una marcha que se originó en el centro de Dallas. Dicha manifestación fue citada en protesta por la muerte de dos afroamericanos que fueron abatidos por la policía durante esta semana, en hechos que al parecer evidencian serias extralimitaciones de los uniformados.
El abatimiento de los dos afroamericanos quedó grabado en varios videos que luego fueron difundidos en medios de comunicación y redes sociales, y desataron una oleada de indignación nacional. Las imágenes dan la impresión de que la policía los ajustició sin que existiera una amenaza alguna.
Cuando fue confrontado por la policía, el asaltante que buscaba tomar venganza confesó que actuaba en represalia por esos eventos y que su intención era “matar a blancos”, particularmente a policías. Johnson fue abatido durante esa confrontación.
Aunque no es la primera vez que un uniformado muere a causa de un enfrentamiento con una persona de origen afroamericano, sí es toda una novedad que un policía sea atacado, y de manera letal, por un asunto racial.
Pero lo que hace de este caso algo único es el hecho de que un ciudadano haya decidido utilizar armas contra las instituciones oficiales para corregir lo que cree ha sido una injusticia basada en la discriminación racial.
Se trata de un desarrollo muy peligroso. Estamos hablando de negros matando a blancos y blancos matando a negros. Este país tiene un gran problema racial. Hay resentimientos no resueltos que simplemente se ignoran, hasta que pasan cosas como estas”, sostiene Jeff Nesbit, quien trabajó en relaciones públicas en las administraciones de George W. Bush y Barack Obama.
Nesbit se refería a otro terrible incidente del año pasado, cuando un joven caucásico asesinó a nueve afroamericanos en una iglesia de Charleston, Carolina del Sur, y luego dijo que su interés era provocar una guerra entre razas.
Los ánimos, que ya de por sí estaban caldeados, han ido creciendo en la actual campaña presidencial con un Donald Trump que agita la bandera de la raza para activar el respaldo de la base más conservadora del país, compuesta en su gran mayoría por blancos.
Prueba de ello la dio el viernes el excongresista republicano Joe Walsh en un trino en el que catalogó lo sucedido en Dallas como un “acto de guerra” y les advierte a Obama y a otros afroamericanos que “se cuiden”, pues la verdadera América (de la que habla Trump en sus discursos) los tiene en la mira.
Si bien las tensiones raciales en EE. UU. no son nuevas, en los dos últimos años se han exacerbado a raíz de una serie de incidentes en los que la policía terminó matando a afroamericanos, aparentemente, indefensos.
El caso que alborotó el avispero fue el de Michael Brown, un joven de 18 años que murió a manos de un policía blanco en Ferguson, Misuri. Su muerte desató días de violentas protestas en esta ciudad, compuesta en su mayoría por afroamericanos, y marchas en muchos estados del país.
Pero a Ferguson pronto se sumaron otros incidentes –también grabados en video– en los que se acusó a la policía de usar fuerza excesiva, especialmente contra personas de color. Desde entonces han sido publicados múltiples reportes, algunos oficiales, en los que se constata que los afroamericanos encabezan las cifras de muertos y arrestos de la policía. Un minucioso estudio hecho por The Washington Post revela, por ejemplo, que durante el 2015 casi 1.000 personas murieron por la fuerza pública.
Los afroamericanos, no obstante ser solo el 13 por ciento de la población nacional, representaron el 26 por ciento de ese total de muertes. Mientras que los blancos, que son el 63 por ciento de la población, menos de 45. Y la cifra es aún más preocupante si solo se tienen en cuenta los hombres afroamericanos que murieron a manos de la policía.
En el estudio, el diario contabiliza 90 muertes en las que las víctimas estaban desarmadas. De ellos, el 40 por ciento fueron afroamericanos, aunque solo representan el 6 por ciento de la población.
Algo similar sucede con las estadísticas de arrestos y requisas callejeras: de acuerdo con informes del FBI, un afroamericano tiene entre dos y tres veces más posibilidades de ser arrestado que un blanco e incluso un hispano.
Esa aparente disparidad en el tratamiento policial ha provocado el surgimiento de grupos como Black Life Matters (‘Las vidas negras importan’), que buscan cambios en el statu quo, pero que también han sido acusados de provocar actos de violencia. Pero lo que más tiene encendido los ánimos es que en ninguno de estos casos se ha condenado o castigado al oficial acusado de cometer los abusos.
De acuerdo con el profesor David Harris, experto en leyes de la Universidad de Pittsburgh, el hecho de que exista una disparidad en las cifras no quiere decir necesariamente que la policía está discriminando, entre otras cosas porque las mismas estadísticas subrayan que la población afroamericana, por razones más asociadas a la pobreza y la violencia que a veces emana de ella, tienen mucho más contacto con la policía que otros grupos raciales.
Las disparidades en las estadísticas pueden explicarse de muchas formas. Pueden ser, sin duda, el reflejo de ciertos estereotipos dentro de la policía o el resultado de la gran brecha económica y educativa que todavía existe en el país. Pero lo que sí es claro es que se trata de un fenómeno que debe ser estudiado pronto para aplicar correctivos donde sea pertinente”, afirma Harris.
Es eso, o vivir con las alarmantes consecuencias que ya está causando este rebrote de la tensión racial en el país.
El atacante, acusado de abuso sexual en el Ejército
Luego de que Micah Xavier Johnson, de 25 años, fuera identificado como el atacante que abrió fuego contra policías blancos en Dallas, han comenzado a aparecer detalles de su vida que comprometen su pasado militar.
El exsoldado entró en la reserva del Ejército en el 2009 y fue enviado a Afganistán en el 2013. Sin embargo, y de acuerdo con 'The New York Times', al año siguiente una soldado lo denunció por abuso sexual y pidió una orden de protección al Ejército en la que además recomendaba poner atención a la salud de Johnson.
En el 2015, el soldado regresó a Estados Unidos, donde aparentemente comenzó a vincularse con grupos de afroamericanos con tintes racistas. De hecho, tras ser abatido luego de su ataque, las autoridades encontraron en su casa material para fabricar bombas, chalecos antibalas, fusiles y manuales de combate.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal EL TIEMPO
WASHINGTON
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