Sin miedo, arriesgando en cada curva, llevando al límite su bicicleta, rozando el tubular con lo último del pavimento caliente, así fue el número espectacular de Chris Froome en la etapa de este sábado, en la bajada final hacia la meta, que le dio la victoria parcial y la camiseta de líder del Tour.
Una vez tomó la decisión se fue en busca de su objetivo, más cuando atrás no se pellizcaron ni Nairo Quintana ni sus principales rivales, que le dieron larga.
La imagen era impresionante: un Froome suicida, que clavaba la cabeza en el manubrio, luego se sentaba en el sillín y pedaleaba con todo.
El líder del Sky trataba de cortar el viento con el fin de ganar más velocidad, la que llegó a estar en 90 km/h, y aumentar la diferencia; por eso se sentaba en la barra de su máquina y pedaleaba, algo que podía hacer porque no era una vía de contracurva. Se veía incómodo, pero el avance era el ideal. Esa forma no es nueva, Froome no hizo algo que nunca se había visto, pero la mejoró al pedalear. Más bien fue nuevo para él, que no se le había visto atacar en los descensos, y menos con posturas heterodoxas. “Este año he entrenado mucho con Michal Kwiatowski. Y lo que he hecho es la reproducción de eso. Nos desafiamos entre nosotros a ver quién baja más rápido”, aseguró.
“Nadie esperaba que fuera así. Veo las imágenes de su bajada; tenía el corazón en un puño. Dicen que los Sky somos malos bajando, hemos dado la sorpresa”, indicó el director del equipo, David Braidsford.
Por otra parte, Froome tuvo un incidente en el ascenso, cuando la TV mostró el momento en el que le pegaba un puño a un aficionado colombiano.
“No tengo nada contra los colombianos, pero creo que este era peligroso. Es fantástico que nos animen, pero hay que decirles que no deben correr al lado de los ciclistas”, dijo el británico.
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