Desde ya separo plata y tiempo para leer las memorias que escribirá el jefe negociador Humberto de la Calle para narrar intimidades del proceso de paz.
Ojalá el libro tenga el tono de sus columnas de prensa, en las que recrea el episodio del actor francés Depardieu aligerando el riñón en pleno vuelo, camino del baño.
Sus lectores añoramos el tono de otras notas en las que habla ternuras del colectivo de las suegras, o desmenuza la eterna soledad de los restaurantes chinos.
Para que ‘haiga’ paz duradera, como diría ‘Tirofijo’, se impone desladrillizar las memorias. (Es lo que hizo con las suyas el expresidente Samper, quien le ajustó cuentas a De la Calle por tratar de defenestrarlo. El antiguo ‘vice’ puede aprovechar para revirar. El libro de Samper se consigue, a cinco mil pesitos, en las ‘agáchese’ del centro).
Hasta el momento nos tienen a dieta de ‘enmermelados’ comunicados, tan divertidos de leer como un reglamento de trabajo.
Sin ánimo de lucro, sugiero algunos títulos para las necesarias memorias de De la Calle:
– La paz que no fue olvido (a tono con los 30 años de la muerte de Borges).
– Seis personas hicimos la paz: yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos.
– El nadaísta vergonzante que hizo la paz.
– Cómo sobrevivir a los discursos de la Far cuatro años. (Largo, pero de malos títulos puede surgir algo bueno.)
– Cómo resistir el bullying de un jugador de póquer.
– De Moisés a Humberto (la trayectoria desde que lo sacaron de Manzanares, Caldas, en un canasto para huir de la chusma, hasta llegar al daiquirí de la reconciliación).
– Cómo volvimos chatarra la guerra.
– La paz soy yo (un poco pedante, muy luiscatorcesco o grecolandense, pero bueno).
– Las mil veces que casi tiro la toalla.
– Así construimos futuro (muy Opus Dei y De la Calle es ateo. Pero corre el albur de echarse al bolsillo una buena cantidad de voticos de pupilos de monseñor Escrivá. Voto es voto. La urna no pregunta por filiaciones políticas).
– La vez que le dije a Santos: ¿por qué no te callas?
No le quito más tiempo a De la Calle porque los pendientes del proceso se pueden llevar el tiempo que queda del mandato de ‘Juampa’. Y el suyo, si Vargas Lleras, su silencioso rival, no le madruga.
Óscar Domínguez Giraldo
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